PATRIA
Para los españoles de bien —cada día hay menos—, España es nuestra Patria. Ser patriota está mal visto en estos tiempos de corrupción y sumisión de los españoles que, muy a su pesar, lo han sido, lo son y lo serán.
La unión del Gobierno con los podemitas, los sumaristas, los independentistas y los comunistas de la vieja escuela, nos ha llevado a todos al abismo del sentido común. Los impuestos han pasado de ser una aportación obligatoria para el mantenimiento de España a convertirse en un atraco a mano armada. Los intentos de descomposición de nuestro mapa no han logrado, hasta la fecha, cambiar ni una sola pieza de nuestro dibujo.
Pero los socialistas, que se han quedado con todo, lo seguirán intentando.
La salvación de España y el sistema democrático está en las manos de los patriotas que aún no han estallado y los jueces y fiscales que se niegan a convertirse en cómplices de la traición.
Hemos tenido muchos presidentes del Tribunal Constitucional, pero jamás un sicario del poder político como el que padecemos ahora. Europa no sirve para nada. Lo afirmaba hace muchos años Rafael García Serrano. «Europa es una puta». Irene Montero, en una de sus más culminantes estupideces, dijo que ella sería partidaria de España como Patria, siempre que la Patria se convirtiera en Matria.
En esas tonterías están. Zapatero recuperó el odio y Sánchez nos entregó a la paulatina desaparición de nuestra Patria común. Se llegó a plantear —sin suerte, a Dios gracias—, que las Fuerzas Armadas y Guardia Civil renunciaran a sus patronas y patronos. A la Inmaculada, a la Virgen del Pilar, a la Virgen del Carmen, a nuestra Señora de Loreto, a San Fernando, convirtiendo a nuestras Patronas en Matronas. Las matronas son esas mujeres excepcionales que todavía se dedican a ayudar a los niños españoles a nacer y no terminar en una trituradora.
Todo es veneno. Los vascos son unos españolazos que abominan serlo, y los catalanes, en opinión de su mejor escritor, Josep Pla, unos llorones que desean quedarse con todo. Las cosas aún no están como en el 36, cuando sólo la provincia de Madrid fue escenario del asesinato sin juicio de más de 20.000 españoles. Las Trece Rosas, dicen. Las Trece fueron terroristas. Pero no puedo creer que los patriotas españoles se mantengan desunidos y desesperanzados.
Es necesario un movimiento de reconciliación y unión entre los partidos que aman a su Patria. De nada sirven las diferentes versiones en asuntos secundarios, cuando el principal objetivo es recuperar la unidad de España desde la comprensión y el coraje.
Si volviéramos al 36 con esta gentuza gobernando, Isabel Ayuso, Cayetana Álvarez de Toledo, Abascal y hasta Feijóo ya habrían experimentado la misma medicina que Calvo-Sotelo o los 5.000 inocentes asesinados en Paracuellos del Jarama. Hay que unirse para recuperar nuestro machacado orgullo y eliminar el estupor por la distancia que separa una derecha de la otra. Para que España siga siendo España, con sus defectos y sus dificultades, pero España siempre. No puedo dar el nombre del autor del bellísimo poema a nuestra Patria, porque lo ignoro. Pero podemos sentirnos autores del mismo si coincidimos en la emoción de sus versos.
Patria es la madre que sustenta al hijo.
Patria es la casa que nos da cobijo,
Patria es la herencia histórica asumida.
Patria es la lengua que nos expresamos,
Patria es la libertad que compartimos,
Patria es la idea por la que combatimos,
Patria es la religión que profesamos.
Patria es el fuego espiritual que abrasa,
Patria es la infancia y sus dorados sueños,
Patria es el noble afán de altos empeños,
Patria es el hondo amor que nunca pasa.
Patria es el pan, el vino y la alegría,
por eso eres, tú, España, la Patria mía.
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