Es imprescindible evitar que los niños españoles se vean
sometidos a esta operación desvergonzada de propaganda sanchista.
El Gobierno socialcomunista elaboró su reforma
educativa aprovechando la pandemia para evitar el amplio debate que
exige una norma de este calado. Conscientes del profundo rechazo de una
ley que introduce el sectarismo ideológico como elemento transversal del
currículo educativo, la coalición izquierdista utilizó las
restricciones vigentes durante la pandemia para acelerar el trámite
parlamentario de una ley, que fue aprobada únicamente con los votos de
los socios de Sánchez tras rechazar las más de 600 enmiendas presentadas
por la oposición. Esta victoria pírrica en las Cortes Generales, de
apenas 30 votos de diferencia, ha dado luz verde a un texto
incalificable que trata de convertir la educación pública española en un
centro de adoctrinamiento de ideas izquierdistas.
Los
profesionales de la educación han puesto el grito en el cielo ante los
nuevos libros de texto, actualizados con el currículum impuesto por la
reforma socialcomunista, que llega a extremos tan aberrantes como la
introducción de la ideología de género en las matemáticas o la
filosofía.
Peor aún es el caso de los contenidos de Historia o Ciencias
Sociales, que reproducen dogmas ultraizquierdistas como la memoria
histórica, el animalismo, o el ecofeminismo anti-heteropatriarcal
elevándolos a materia de conocimiento obligatorio para todos los niños
españoles. En el terreno pedagógico, estamos ante una reforma que
pretende convertir la educación en un juego infantil que destierra
definitivamente conceptos tan esenciales para la formación de los
alumnos como el esfuerzo, el afán de superación o la recompensa obtenida
a través del mérito.
Acierta Díaz Ayuso al iniciar una batalla legal para impedir que los alumnos madrileños se vean obligados a lidiar con esta farfolla socialista
que busca adoctrinarlos al coste de depauperar irremisiblemente su
formación académica. Las comunidades gobernadas del PP van a tratar
también de evitar la aplicación exhaustiva de este disparate
ultraizquierdista haciendo uso de las competencias en materia de
educación, pero se echa en falta una acción coordinada que enfrente al
Gobierno y sus socios con el rechazo mayoritario de las familias
españolas, que no quieren que sus hijos sean adoctrinados en las ideas radicales que profesan Sánchez y los que lo mantienen en el poder.
La
presidenta madrileña ha sido muy elocuente al señalar que "el Gobierno
más débil de la democracia no debería destrozar así la educación de
todos los españoles", un hecho incontrovertible que su partido debe
tomarse muy en serio a escala nacional. Hasta que pueda desmontarse en
el parlamento esta nefasta ley Celáa, es imprescindible evitar que los
niños españoles se vean sometidos a esta operación desvergonzada de
propaganda sanchista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario