LA RIFA DE LOS FALSOS MENAS.
¿Se ha preguntado alguna vez el lector por qué esos ancianos de más de cien años que salen de tarde en tarde en la tele como ejemplo prodigioso de longevidad proceden siempre de zonas rurales y nunca de ciudades? ¿O por qué el hombre más viejo del planeta igualmente reside de modo invariable en alguna aldea del Tíbet u otro paraje también exótico y no menos aislado? La explicación a ese misterio aparente es muy sencilla, a saber: todos los émulos de Matusalem que hay en el mundo nacieron, y siempre por casualidad, en lugares donde no existía nada parecido al Registro Civil, o sea, una institución estatal mínimamente eficiente en su funcionamiento cotidiano que tuviese por cometido el de acreditar de modo riguroso y fiable la fecha real de nacimiento de los habitantes de la comunidad humana en cuestión.
De hecho, aquí, en España, ese trabajo lo realizó no el Estado sino la Iglesia Católica, vía las actas de los bautismos, hasta hace bien poco tiempo en términos históricos. En España lo hacían, mal que bien, los curas de las parroquias. Y en zonas como las del Marruecos rural y profundo, por ejemplo, lo más probable es que no lo haga nadie.
¿A dónde quiero llegar con esta introducción? Pues a la muy obvia certeza intuitiva de que la inmensa mayoría de los supuestos niños que nos envía el Rey de Marruecos para que animen la vida nocturna en las calles de nuestras ciudades tienen de menores lo mismo que yo de bombero.
Eso que está repartiendo el Gobierno por las Comunidades Autónomas ahora mismo son en puridad lotes de navajeros y delincuentes juveniles en potencia, no pobres niños desamparados y susceptibles de la preceptiva protección por parte de los poderes públicos.
Si fuesen de verdad niños, como predica el machacón cuento oficial, en Cataluña, un lugar en proceso de clara extinción demográfica, habría colas para adoptarlos.
Pero lo que hay, en cambio, son colas para enviárselos a Madrid de una patada en el culo. ¿A qué esperan las Autonomías premiadas para rebelarse?
(José García Domínguez/LD/19/3/2025.)
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