sábado, 19 de mayo de 2007

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Günter Grass y Hitler.



'Grass nunca ocultó su paso por las Juventudes Hitlerianas y por el Ejército, así como su convicción de aquellos días en que Hitler- 'creer en él no cansaba, era facilísimo' confiesa en el libro- lograría la victoria final. Pero no dijo nada de su pasado por las Schutzstaffel (SS), 'con las que acabó mi infancia', sentencia ... Sí, me han querido ajustar las cuentas por el pasado, había razones políticas detrás, estima al referirse a los ataques que recibió desde el CDU ... Me he reído mucho al escribir estas memorias. El libro tiene un lado cómico'. (ElMundo/17/5/2007).



No pretendo insultar a Grass por su pasado, ni pedir cuentas, ni exigir que pida perdón. Dejo estas mezquindades al rojerío español. Su Memoria Histórica es un escandaloso ejemplo, entre otras miserias, de revanchismo, rencor y odio. No, no pretendo ponerme a su altura. Intento hacer unos comentarios a las declaraciones de Grass. Trato de imaginar lo que sucedería, en España, si un intelectual dijera que, en años mozos, babeaba con José Antonio o con Franco. No es difícil imaginar lo que el rojerío (mediático y no mediático) le diría. Seguro que no se atrevería a decir que 'me he reído mucho al escribir estas memorias'. ¡Pobrecito!

Tampoco imagino que se atreviera a decir que 'era facilísimo creer en José Antonio'. Estas frases, aún con el paso de los años, caerían como losas sobre sus espaldas. ¡Cómo se atreve! Además, Günter Grass ha sido la conciencia crítica de Alemania durante muchos años. ¿Podría un antiguo falangista, confeso, ser la conciencia crítica en España? ¿Podrían perdonar sus pecados? ¡Jamás! Recordemos que, aquí, resulta fácil olvidar Paracuellos (los varios miles de asesinatos que allí se cometieron) y a uno de los principales responsables, Carrillo, según ha publicado César Vidal en uno de sus libros. No ha pasado nada. Al contrario. Se le hacen homenajes. ¿Se hacen homenajes a asesinos del otro lado? No los conozco. Ni los deseo.

Lo que trato de decir es que en la cultureta política española, hay dos varas de medir. Por una parte, la gente de 'izquierdas' (?) que se atreve, públicamente, a manifestar su admiración por un dictador como Fidel Castro. Entre estos intelectuales o intelectualas, está, por ejemplo, Rosa Regás, Directora de la Biblioteca Nacional. Por otra parte, podemos imaginar a un cargo público manifestando su pública admiración por el dictador Pinochet. Sería lapidado. Tendría que dimitir. ¿Por qué esta diferencia? Porque hay dictadores buenos (los de izquierdas) y dictadores malos (los de derechas).

Esta extrema estupidez, sectarismo e inmoralidad, es típica de amplios sectores de la izquierda. Esta es la doble moral que ejercen sin ningún tipo de pudor. Por cierto, cuando alguien (incluso uno de los suyos) se atreve a pasar la raya de lo políticamente correcto, muestran su patita totalitaria. Y se quedan tan panchos. El penúltimo ejemplo lo tenemos en Fernando Savater. El País, (el periódico independiente de la mañana) ha vetado un artículo del conocido filósofo, crítico con la política antiterrorista del Gobierno socialista.

Algunos no aprenden.


Sebastián Urbina.

Por muy fácil que fuera creer a Hitler, según dice Grass, fue el principal responsable de uno de los más amplios y espantosos genocidios de la Historia.

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