EL AMOR A LA PATRIA DE VOX
El mando de Vox, el partido de los españoles profesionales, siempre proclive a impartir lecciones gratuitas de genuina españolidad al resto de los oriundos de esta península que carecemos de ese gallardo sentido de la patria tan suyo, parece andar persuadido, sin embargo, de que existen no una sino dos clases de españoles. Por un lado, los españoles de primera, categoría noble, prioritaria y superior a la que tendríamos derecho a pertenecer los nacionales que moramos en las comunidades autónomas ubicadas en territorio continental; por el otro, los españoles de segunda, un subgrupo subsidiario y de valor menguante en el que procedería agrupar a los pobladores autóctonos de las Islas Canarias, amén de los habitantes de Ceuta y Melilla.
Pues los líderes de Vox aman tanto a España y a los españoles, tanto, que creen que lo mejor para garantizar la solidaridad y la buena armonía entre todos los territorios que integran la nación es que los empadronados en Canarias, Ceuta y Melilla se coman ellos solitos el marrón de los menas. Al que Dios (o Alá) se la dé, que San Pedro se la bendiga; he ahí la muy sutil, elaborada y reflexiva máxima político-filosófica que inspira la postura oficial de Vox en relación a la presión migratoria insostenible que se están viendo obligadas a soportar esas tres demarcaciones integrantes del país por el que se desviven.
Al punto de que, en un supremo alarde de inteligencia estratégica llamado a pasar a los manuales de Ciencia Política del mundo entero, Vox amenaza al Partido Popular con regalar a la izquierda todas las comunidades donde ahora gobiernan en coalición en el caso de que el territorio de Canarias deje de asumir en solitario la carga de alojar a los ocupantes de los cayucos que arriban a sus costas desde África. Por lo demás, ¿cuál es la alternativa que propone Vox a las autoridades canarias y del resto de España a fin de resolver el problema? Ninguna, por supuesto. ¿Desde cuándo a los adolescentes se les reclaman que piensen? Ah, el amor a la patria.
(José García Domínguez/LD/10/7/2024.)
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EL NO AMOR A LA PATRIA.
La dificultad de resolver este problema de la inmigración ilegal e incontrolada, es claro. Y si, encima, la UE no hace nada, o casi nada, para impedirlo, nacen partidos que se oponen que Europa se convierta en Eurabia. Como ya anunció hace tiempo Oriana Fallaci.
Mientras tanto, sigue el preocupante aumento de la inseguridad ciudadana. Recientemente, el futbolista Kroos, dijo que no volvería a Alemania por la inseguridad provocada por la inmigración ilegal e incontrolada.
Aunque es difícil parar este peligroso fenómeno- especialmente si no hay unanimidad-, más peligroso es- aún- dejar que Europa se vaya llenando, cada día más, de inmigración ilegal e incontrolada.
Recientemente, se publicaba en los medios, que Marruecos- y no será el único- vaciaba sus cárceles enviando a sus delincuentes a Europa por medio de pateras.
El sr. Domínguez puede reírse del amor a la patria todo lo que quiera, pero si seguimos así, no habrá patria de la que reírse. Y pocas ganas de reir. Al menos a algunos.
Sebastián Urbina.
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