¿Qué es la testosterona?
SEXO Y PODER. (primera parte)
La revista británica ‘Proceedings of the Royal Society’
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Decía San Agustín, ‘Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama.’ Podemos ampliar el espectro y no conformarnos con lo que una persona ama, podemos añadir lo que odia, lo que admira, lo que le enfurece, etcétera. Pero, en cualquier caso, lo que esto significa es que los sentimientos mostrarían a la persona, expresarían quiénes somos.
Claro que las cosas son, siempre o casi siempre, más complejas de lo que parecen. Si tenemos dudas podemos atender la recomendación de Baltasar Gracián: ‘El saber más práctico consiste en disimular; el que juega a juego descubierto tiene las de perder.’ O sea, no te muestres como eres. El consejo es distorsionar, disimular la realidad. En este caso, los sentimientos de alguien. ¿Por qué? Porque si abrimos nuestro corazón, nos lo pueden lastimar. Y no queremos sufrir.
Este parece un buen consejo si no queremos sufrir, si no queremos que nos hagan daño. Pero el amor, por ejemplo, es una aventura que implica dicha y desdicha. Ningún amor real contiene solamente dicha, o solamente desdicha. Sufrir es una parte de la aventura de la vida. Es una parte de nuestro proceso de maduración como seres humanos.
Además, aunque no voy a abrir mi corazón a cualquiera que pase por la calle, el disimulo sistemático de mis sentimientos, distorsiona mi comunicación con los demás. Puedo decir ¿qué me importan los demás? ¡Sólo me importa mi pequeño círculo de familia y amigos íntimos! Pero esto no es, normalmente, cierto.
No cabe duda de que no abrimos nuestro corazón a todo el mundo, pero no tenemos interés, normalmente, en dar una imagen equivocada de nosotros. Dentro de límites imprecisos. Por ejemplo, no quiero que mis vecinos y mis compañeros de trabajo tengan una imagen distorsionada negativa de mí. Por tanto, no se trata de disimulo de mis sentimientos, sin más. Se trata de evitar lo que pueda perjudicar una ‘buena imagen’ de mí. Todos- me atrevo a decir- preferimos dar una buena imagen a los demás, que una mala imagen.
Otra cosa es la relación amorosa. Aquí hay algo más que ‘buena imagen’, aunque también. La relación amorosa tiende a ser más intensa que cualquier otra relación y por supuesto, más intensa que mi relación con los vecinos y mis compañeros de trabajo. Es más intensa porque incluye, amor, sexo, dependencia, generosidad y control (deseo de poder, consciente o inconsciente)
La revista británica ‘Proceedings of the Royal Society’ publicó un estudio realizado en la Universidad de Lovaina, que prueba que los hombres pierden la cabeza por las mujeres, más que al revés. Para ser más precisos, las llamadas ‘armas de mujer’ dificultan la capacidad de los hombres- en general- para tomar decisiones, puesto que los niveles de testosterona suben de forma alarmante frente a los encantos femeninos.
¿Qué es la testosterona? Es una hormona – una sustancia de naturaleza proteica (que cambia de formas) o esteroide (se refiere a una estructura policíclica de la que derivan compuestos de interés biológico, como esteroles, ácidos biliares, etcétera)- que se produce en los testículos. En las mujeres se produce en los ovarios, pero diez veces menos, como mínimo. Es la encargada del mantenimiento de las características masculinas durante la etapa adulta, como la masa ósea y muscular, distribución de masa corporal y del pelo, además de la formación de espermatozoides, la líbido (el deseo sexual) y potencia sexual.
Pues bien, el doctor Siegfried Dewitte, uno de los responsables del estudio, dice que los hombres con altos niveles de testosterona, son muy vulnerables a las insinuaciones femeninas. O sea, si una mujer es atractiva y ejercita sus ‘armas de mujer’ ante un hombre con altos niveles de testosterona, tiene muchas probabilidades de manejarlo, si quiere hacerlo. Hay que ser muy buena persona para no aprovecharse de tu capacidad de dominación. Incluso las mujeres, que son seres de luz. O eso dicen las feministas.
Mientras los hombres segregan la hormona sexual testosterona (dependiendo su cantidad de la edad, preferentemente) las mujeres producen estrógenos y progesterona. Los estrógenos (aunque no son exclusivamente femeninos) son esteroles (el más conocido es el colesterol) que se requieren para la maduración sexual de la mujer. La progesterona es una hormona que prepara el útero en caso de fecundación, así como la lactancia de las mamas.
Dicho esto, lo que aquí interesa es lo que antes he comentado. La relativa falta de control de los hombres (en general) frente a las ‘vistas’ o insinuaciones femeninas. ¿Por qué es importante?
En primer lugar, porque los experimentos muestran que las mujeres (en general) no sufren tanto esta conducta errática derivada de las ‘vistas’, o de las insinuaciones masculinas. Esto ya supone una ‘superioridad’ de las mujeres (en general), especialmente en ciertas edades, sobre los hombres (también, en general). De la que equis mujeres se pueden aprovechar, si así lo deciden, con mayor facilidad que los hombres. Continuará.
Sebastián Urbina
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