viernes, 13 de enero de 2006

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Leo en Libertad Digital (13-1-2006)

'El diario propiedad de los grupos Planeta y Godó, controlado en un 20% por la Generalitat, publicó este jueves un artículo de su columnista habitual Iu Forn titulado 'Manual del buen golpista'. En él sostenía que 'sufrimos una pandemia de militares' y que 'como están enfadaditos se dedican a sacar los tanques a la calle'. Les daba un consejo: 'Recuerden que la ordenanza de civismo de Barcelona prohibe la práctica de la prostitución en según qué supuestos. Por tanto, mejor que vengan sin sus madres. La Generalitat guarda silencio'.

Lo que sigue, no va dirigido a la bazofia que apoya estas manifestaciones. Me refiero a los catalanes que no están de acuerdo, o dicen no estar de acuerdo. Muchos catalanes se sienten avergonzados ante declaraciones como éstas pero no hacen nada. Llevan muchos años callando o sonriendo, cuando se insulta a España, la lengua española, y se califica, despectivamente, como 'españolistas' a los que no adoran al animal metafísico, la sagrada nación catalana. Primero eran los franquistas, luego se fué ampliando el círculo hasta incluir a los demócratas 'de derechas'. Ahora han llegado a Boadella y sus amigos de 'Ciudadanos de Cataluña'. Es el método de los totalitarios, en general, y de los nazis, en particular. Nada sorprendente. Lo penoso es el silencio culpable de buena parte de la sociedad catalana. Tan moderna ella.

Lo mismo es aplicable a los políticos. Los pocos que no se regodean en la basura política, no han tenido arrestos para oponerse al avance de los totalitarios, con la excusa (?) de que son 'de los nuestros'. Bien, ahí están los resultados de su actitud 'políticamente correcta'.

Por cierto, dicen que los militares y sus familiares, en agradecimiento, comprarán más productos catalanes que nunca.

En este aumento de tamaño de la bola maloliente, ha tenido un papel privilegiado el Presidente Rodriguez. Leo (El Mundo/13-1-2006) un artículo de Jorge de Esteban 'En vísperas de la desintegración nacional'

' ... El Gobierno, en su pasteleo irresponsable, parece que acepta ahora que sólo aparezca esta definición (se refiere al término de 'Nación' para Cataluña) en el Preámbulo ... por donde resultaría que el Preámbulo entraña el acto de decisión política unitaria y suprema en que la Constitución consiste, según modernas opiniones. El Gobierno debe saber, por tanto, que está a punto de aceptar un estropicio de incalculables consecuencias'.

Si J. de Esteban tiene razón, y yo creo que la tiene, sólo un irresponsable aceptaría caminar por senderos que sugieren (por lo menos), estropicios de incalculables consecuencias. Este irresponsable es , en teoría, el máximo responsable. Esta peligrosa irresponsabilidad (que va de la mano de los que le apoyan) tiene mucho que ver con la exclusión del Partido Popular en los grandes temas de Estado. Es decir, está sostenido (es un decir) por grupos independentistas y antiespañoles y hace cambios constitucionales en contra del parecer del principal partido de oposición, que representa unos diez millones de votos. Todo esto, después de la propaganda rimbombante de 'talante dialogante'. De todos modos, creo que tenemos lo que nos merecemos. Aunque unos sean más responsables que otros. Del virus nacionalista ya sabemos que se puede esperar lo peor. Muchos no creíamos (¡Ingenuos!) que la autocalificada izquierda (la izquierdona), iba a ser tan políticamente miserable.

Y esto nos lleva a decir algo de las declaraciones del Teniente General Mena. Como es sabido, el artículo 8 de nuestra Constitución dice que las Fuerzas Armadas tienen como misión 'garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional'. Ahora bien, esto no puede hacerlo por su cuenta sino con la autorización Rey y el Gobierno, y el aval de las Cortes.

El problema (o mejor, uno de los problemas importantes) es el siguiente: cuando se promulgó la Constitución en 1978, NADIE podía imaginar que un Presidente de Gobierno nos llevaría a una situación que nos anuncia 'un estropicio de incalculables consecuencias'. La pregunta es si hay que esperar a que el edificio esté destruido, o si se puede actuar antes. ¿Qué sucede si unos políticos van demoliendo el edificio sin tomarse en serio su obligación de defender los valores constitucionales básicos?

¿Qué significado damos a la exigencia del artículo 61? 'El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución....' Recordemos, de paso, que el Rey, según el artículo 62, h) tiene 'El mando supremo de las Fuerzas Armadas'.

En los momentos de normalidad política, las preguntas son menos dramáticas y acuciantes, pero no creo que vivamos momentos de normalidad política. Si es así, no vale comportarse como niños y acudir a mamá. No vale decir que los políticos arreglarán los problemas. En momentos graves, cada ciudadano debe decidir, responsablemente (y con la mayor información relevante posible) qué debe hacer.

Recordemos que T. Hobbes decía (y se refería a un monarca absoluto) que cuando el soberano no es capaz de garantizar la vida y la propiedad de los súbditos, éstos no tienen la obligación de obedecerle. Salvando las distancias entre el contexto en que Hobbes hablabla y el nuestro, ¿Quién es más demócrata, el que viola aspectos sustanciales de la Constitución, o el que se niega a que se haga? Una posible respuesta es la siguiente: 'Esperemos a las próximas elecciones y el que esté en contra que vote a favor de otra opción política'. Qué duda cabe de que este es el procedimiento normal, en situaciones de normalidad política. Pero ¿vivimos una situación de normalidad política, o una situación de excepción? Que cada uno decida en conciencia y bien informado.

Sebastián Urbina.

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