miércoles, 27 de abril de 2022

HOY COMO AYER

Hoy como ayer

Por Sebastián Urbina

En junio de 2004, la vicepresidenta primera del Gobierno socialista, María Teresa Fernández de la Vega, dijo:"... lo importante es expresarse sin ser criminalizado, sin tener miedo a represalias" "... sólo saliendo a la calle se nota que se respira mejor aire". Recordemos que el PSOE es autor de la propaganda electoral en la que equiparaba al Partido Popular a un dóberman rabioso, entre otras muchas vilezas de progreso. Ayer y hoy, siguen con la misma desvergüenza.

Sin embargo, es exigible que los políticos no vivan en la Luna. Hacerse el tonto (‘manzanas traigo’) es una de ellas. Otra, es vivir en un Ideal (con mayúsculas) del que el presente es sólo un imperfecto e insoportable período de paso. Dado que la realidad es impúdica e injusta (y sólo los auténticos progresistas tienen la fórmula para superarla) agarrémonos con fuerza al Ideal. ¿Cuál es este Ideal? Una sociedad "verdaderamente" libre, justa, igualitaria y en paz. Además de feminista, por supuesto. Este género de locura, aunque aparentemente benéfico e inobjetable, es profundamente peligroso. En especial, por lo de "verdaderamente".

Cuanto más se controlan los medios de comunicación/manipulación, más se criminalizan las opiniones adversas. O sea, no es cierto lo que decía la socialista Fernández de la Vega, porque la izquierda controla y subvenciona a la mayoría de los medios. De manera abrumadora. La derecha es tontita en este aspecto.

Distinguiré entre izquierda reaccionaria e izquierda demoliberal. La primera es la que cree (o lo dice) en un "mundo feliz". Piensan, más o menos, así: "Para empezar, habrá que destruirlo todo. Toda nuestra maldita civilización deberá desaparecer antes de que podamos traer alguna decencia al mundo". Lo escribió Roger Martín Du Gard, en 'Les Thibault'. Este odio enfermizo por lo realmente existente, es el que puede explicar la sistemática violencia de buena parte de la izquierda contra las principales instituciones y valores del mundo occidental. Personas incluidas.

Este odio y violencia se deben a la íntima convicción de que vivimos en un mundo putrefacto (la derecha), y que "otro mundo es posible", el de la plena y auténtica emancipación humana en la que todos seremos felices. Mundo de izquierdas, por supuesto.

Lo malo es que esos otros mundos posibles (ya experimentados), el del Gulag, el de los campos de exterminio, de los campos de reeducación que, teóricamente, debían ser emancipadores, han resultado trágicos y ensangrentados. Miseria y ausencia de libertad. O sea, los comunistas (socios del socialista Sánchez), que son la misma escoria que nazis y fascistas. Para seguir engañando a tanta gente, hay que controlar mucho los medios de difusión/manipulación. Y el sistema de enseñanza/adoctrinamiento.

Aclaremos que la izquierda demoliberal (como algo distinto a la izquierda reaccionaria) no cree ni apoya este supuesto "mundo feliz" del que antes hablaba. En la izquierda reaccionaria, los más listos, y sin escrúpulos, tampoco lo creen, pero lo utilizan para engaño de los ingenuos. Es decir, hay una izquierda reaccionaria que, mientras habla de verdadera "emancipación", "liberación" y "justicia", alaba a Fidel Castro y a Lenin, y’ comprende’, como poco, a Ben Laden.

Pero estos fanáticos, que quisieran llevar el cielo a la tierra, (aunque siempre han creado infiernos reales), se creen moralmente superiores. Y se lo creen por sus ‘buenas intenciones’. Porque quieren hacer felices a los pueblos. Pero, ni son moralmente superiores, ni han hecho felices a los pueblos. Como dice Marina en su libro 'Los sueños de la razón', refiriéndose a Robespierre: "Él y los jacobinos querían construir un mundo justo, y habían llegado a una conclusión: no importa sacrificar la generación presente para conseguir la felicidad de generaciones futuras".

Hay un paso de enorme importancia en todos los procesos totalitarios, de los que el nazi y el comunista son trágicos ejemplos: la deshumanización de las víctimas. En la revolución francesa eran "bestias salvajes" a las que era preciso "dar caza"; en la Alemania nazi, era una raza inferior, sub-humana; en la Rusia de Stalin eran "imperialistas" y "contrarrevolucionarios". En el País Vasco y Cataluña, son "españolistas" que, en su lenguaje, significa fascistas. Esta gentuza, xenófoba, identitaria y antiespañola, apoya y sostiene el gobierno del socialista Sánchez. Pero, recuerde, el peligro es Vox. ¡Socorro, alerta antifascista!

Creo que el fondo de la cuestión es el que dice Popper en su libro 'La sociedad abierta y sus enemigos': "En opinión de Marx, es vana la esperanza de lograr algún cambio importante mediante el sólo uso de recursos jurídicos o políticos; una revolución política sólo puede desembocar en la transmisión del mando de un grupo de gobernantes a otros... Sólo la evolución de la esencia subyacente, la realidad económica, puede producir transformaciones esenciales o reales, esto es, una revolución social".

La izquierda reaccionaria cree esto, (Pablo Iglesias lo recordó, cuando era vicepresidente gracias a Pedro Sánchez), y ya sabemos lo que podemos esperar de ella. Violencia buena, la suya. La izquierda demoliberal debería tomar claras distancias con la izquierda reaccionaria y hacer ver que no está gestionando provisionalmente un mundo putrefacto, a la espera de la auténtica emancipación final.

Criticar la creencia de que vivimos en un "mundo putrefacto" no supone defender el presente como el mejor de los mundos posibles. Significa confiar en el consejo de Otto Neurath, miembro del Círculo de Viena, de reparar la barca mientras seguimos remando. Los hay que están dispuestos a quemar la barca sin tener repuesto fiable. Si sólo estuvieran estos fanáticos... Lo malo es que hay mucha más gente en la barca.

Hoy (2022) como ayer (2004), aunque se criminalicen algunas opiniones, se siguen publicando puntos de vista diferentes y encontrados. Afortunadamente. Pero, contrariamente a lo que decía la socialista Fernández de la Vega, la izquierda criminaliza muchísimo más. ¿Por qué? Porque la historia confirma su maestría manipuladora y la violencia "buena", la suya. ¡Socorro, que viene la ultraderecha!

¿Hemos aprendido algo en estos años, o seguimos en babia? Ahora, con los cambios educativos socialistas, los estudiantes serán, todavía, más ignorantes de progreso. ¿Piensas hacer algo en serio, Alberto? ¿Darás la ‘batalla cultural’? ¿O sólo será maquillaje centrista? Te quejabas de que la no ayuda del PSOE obligó al PP a pactar con Vox en Castilla León. ¡Pobrecito!

Si crees que es mejor pactar con Sánchez que con Abascal, y no haces las reformas- con bisturí- que España necesita, es que sigues de centro centrado marianista. Recuerda que Sánchez gobierna gracias a comunistas, golpistas y filoetarras. ¿Preferirás pactar con esta basura, Alberto?

PD. El PSOE pide ayuda al PP mientras acusa a Feijóo de "hacer populismo fiscal y parecerse cada día más a Le Pen".

Te lo mereces, Alberto.

 

(MallorcaDiario.com)

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