jueves, 12 de mayo de 2022

LA CRISIS QUE VIENE

 

La crisis que viene

Por Gabriel Le Senne

Recuerdo que allá por 2007, cuando la incipiente crisis de las hipotecas subprime me llevó a entrar en contacto con el liberalismo, me sorprendió enormemente el hecho de que economistas como Mises o Huerta de Soto hubieran predicho con total precisión las etapas de nuestras crisis de crédito. En el caso de Mises, hace un siglo. Y las seguimos sufriendo.

Todo comienza por la decisión de los bancos centrales de bajar los tipos de interés, según dicen, para animar la economía. Eso anima a los agentes económicos a endeudarse, porque sale más barato: se pagan menos intereses. Mientras la deuda se incrementa, todo es maravilloso: entra dinero, aumentan las ventas y los beneficios, los precios suben, el paro se reduce. Eventualmente, aparece la euforia.

Pero llega un momento en que el crecimiento se detiene. Por ejemplo, los bancos centrales, asustados ante la posible burbuja fomentada, o ante la inflación que ellos mismos han causado, suben los tipos. En ese momento aparecen las primeras dificultades. Los agentes más endeudados tienen problemas para pagar sus vencimientos. Los precios se frenan. Las ventas no alcanzan las expectativas. Las bolsas empiezan a caer. Llegan las quiebras y, si la burbuja fue importante, la caída se precipita, desatando el pánico. La economía entra en recesión, y hasta en depresión, mientras se anotan las pérdidas y la deuda se reduce.

En las últimas décadas, vivimos de burbuja en burbuja. Desde que se abandonaron los últimos anclajes al oro, los bancos centrales maniobran sin restricción. En el 2000 tuvimos la crisis de las .com. En el 2007 las subprime, que se prolongaron en depresión y la crisis del euro. En 2020 el covid. De cada crisis salimos —¿salimos?— bajando los tipos de interés. Hasta que nos encontramos con el cero. ¿Es posible un tipo de interés negativo? ¿Cobrar por endeudarse? Pues hasta eso se intentó. Como era complicado, se complementó con medidas alternativas: compra de bonos y hasta acciones por parte de los bancos centrales. La burbuja se reinfló.

Con el covid tuvimos más de un experimento interesante. Por un lado, los confinamientos, que aún duran en China. Por otro, las mascarillas, a pesar de la evidencia científica. Por supuesto, las vacunas (no entraremos en esta ocasión). Tuvimos también un experimento económico: para contrarrestar los efectos del virus y de las medidas para combatirlo, se facilitaron préstamos avalados por los gobiernos a diestro y siniestro. Adicionalmente, se pusieron en marcha planes “E” billonarios, por ejemplo, el de la UE para la digitalización y la ‘transición energética’, que aún esta en gran parte por ejecutar. Subvenciones a crédito para páginas web y renovables; interesante forma de ayudar.

Como consecuencia de estas intervenciones, llegó la inflación. Luego, —¡luego!—, llegó la guerra de Ucrania. De modo que se nos junta la inflación, una deuda acumulada colosal, confinamientos en China, y la disrupción del comercio internacional a consecuencia de los problemas causados por la guerra. Especialmente, la pretensión de cortar a marchas forzadas todo intercambio con Rusia —y de rebote pero en menor medida, qué remedio, con China.

La subida de tipos de interés emprendida por los bancos centrales en medio de esta situación, de este avispero de problemas, es muy probable que conduzca más pronto que tarde a una recesión. Ya se avizora, por ejemplo, en Alemania. En países tan endeudados como el nuestro, la subida de tipos provocará una gran presión en los presupuestos públicos. Al subir los intereses, el Gobierno necesitará destinar más dinero al pago de la deuda, lo que incrementará el déficit público, que ya andaba al límite. El BCE no nos dejará caer —Alemania no cobraría—, pero es evidente que la UE nos apretará las clavijas, y volveremos a los recortes, si no a los rescates.

Cuando el daño sea insoportable, cabe esperar que los bancos centrales vuelvan a lo único que han demostrado saber hacer: generar más inflación, para que el valor real de las deudas se diluya. Nueva bajada de tipos y más medidas no convencionales. Conclusión: vienen años difíciles, de poco crecimiento y mucha inflación. Sí, la consabida estanflación. No tengan muchos euros, que perderán valor año tras año, pero ante todo no se pillen los dedos con la deuda. Deber dinero es un chollo con alta inflación, porque la deuda se paga sola en buena medida. Pero hay que poder pagarla, o podrían perder todo.

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