Leo (ElSemanalDigital/11/11/2006) una entrevista a Julio Anguita, antiguo secretario general de I.U. , en la que se dice, entre otras cosas, lo siguiente:
Pregunta.
Qué es ser comunista hoy en día?
Respuesta.
Apostar por otra sociedad en la que se pase del reino de la necesidad al de la libertad. Para mí ser comunista hoy es trabajar continuamente para subvertir la actual sociedad con un horizonte, el cumplimiento de la solemne declaración de derechos humanos que incluye derechos sociales para los 6.300 millones de habitantes del planeta, y eso no lo resiste el sistema económico actual. Mi comunismo, aparte de ser una especie de nostalgia por una sociedad que todavía no es, es un imperativo a luchar continuamente por cambiar la actual. en eso soy absolutamente fiel a Marx'.
PRIMERO.
Parece, porque no lo explica, que el paso a 'la libertad' tiene que ver con la ampliación de los derechos sociales a los 6.300 millones de habitantes del planeta. A este respecto, recordemos que, con relación a los derechos humanos, tenemos que distinguir:
Derechos de Primera Generación: se trata, al menos básicamente, de derechos frente al Estado. Si lo comparamos con los Estados Absolutistas supone un gran avance y se centra en los derechos de vida, propiedad y libertad. Pero frente a la visión individualista y econocmicista de estos derechos de P.G., aparecen los Derechos de Segunda Generación: se trata, al menos básicamente, de derechos de participación, de derechos de igualdad. ¿Cuál es su objetivo? Limitar la visión individualista y economicista de los primeros. Ejemplo, los derechos a las vacaciones, a la sanidad, a la educación, etcétera. Se trata de derechos que tratan de regular o limitar el mercado y dar ciertas prestaciones que no ofrece, necesariamente, el mercado.
Derechos de Tercera Generación: Mientras que los primeros limitan la presencia del Estado permitiendo un marco de libertad individual, y los segundos exigen la presencia del Estado para conseguir ciertos derechos sociales que el mercado, por sí solo, no puede conseguir, los terceros tienen que ver con la responsable utilización de los recursos naturales, tratando de evitar daños irreparables para la humanidad. Cualquiera de las tres generaciones de derechos plantea problemas pero este último es, probablemente, el más conflictivo ya que no basta con anunciar catástrofes para que sean creíbles. Aquí la ciencia tiene que ir de la mano de la política responsable.
Bien ¿a qué se refiere Anguita? ¿Quiere decir que todos estos derechos sociales serán mejor garantizados y materializados en una sociedad comunista? Los ejemplos históricos nos muestran lo contrario. La antigua Unión Soviética ha fracasado, China está en claro proceso (que inició más o menos en 1978) de convertirse en una sociedad de mercado, en Corea del Norte se mueren de hambre mientras el líder produce armas nucleares, en Cuba hay presos de conciencia, o sea, por opinar de forma diferente a los dirigentes, etcétera.
SEGUNDO.
Anguita dice que quiere 'subvertir' la sociedad actual y en otro momento que la quiere 'cambiar'. ¿Lo quiere hacer por medios pacíficos o violentos? Dado que afirma que es fiel a Marx, recordemos una cita suya:
'el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, la fuerza material debe ser derribada por la fuerza material, pero la teoría se convierte también en una fuerza material tan pronto como se adueña de las masas'(Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1884). Es decir, aunque en Marx no haya una exaltación explícita de la violencia, parece claro que no desestima el uso de la violencia para 'superar' a la sociedad de mercado.
Aunque no hay un sólo Marx (como parece pensar Anguita), aquél pensaba que el dinero es una forma de alienación y que todas las relaciones económicas son formas alienadas de intercambio. Es decir, formas degradadas. Pero la superación de la alienación humana no se conseguirá solamente por medio de la crítica filosófica. De ahí que la violencia sea un ingrediente de esta 'subversión' de la sociedad actual. Por supuesto, si se puede conseguir sin violencia, mucho mejor.
Ahora bien, los marxistas moderados (cambio sin violencia) son una especie de socialdemócratas que tienen que conseguir la plasmación de mejoras sociales en la propia sociedad de mercado. En su contra está la tradición marxista (en general) que dice que el capitalismo no se puede reformar. Es 'malo' por naturaleza. Los marxistas radicales, creen que la 'verdadera libertad y la verdadera democracia' se consiguen solamente en una sociedad sin clases. Dado que el poder capitalista no se dejará 'subvertir' por las buenas, habrá que ir a las malas. Los marxistas radicales serían los auténticos, porque transmiten la buena nueva de la 'verdadera libertad'.
TERCERO.
¿Como se consiguen estas maravillas? O sea, libertad auténtica a precios razonables. En realidad, no las consiguen pero repiten las mentiras que hagan falta. Por ejemplo, especialmente a partir de los años ochenta, China y La India empezaron a tener crecimientos económicos espectaculares gracias al abandono de las políticas económicas socialistas y la aceptación de la economía de mercado. Por supuesto que hay pobres y que hay desigualdades. Lo que importa es poner al descubierto las mentiras progresistas. La realidad (que no les importa si van en contra de sus ideas) es que en ambos países ha aumentado la riqueza, hay menos pobres y el nivel medio de bienestar ha aumentado.
Es cierto, no han ofrecido el mundo maravilloso de Anguita. Pero es que no existe. Una de las grandes mentiras de la izquierda, en general, y de los comunistas, en particular, es comparar paises reales (sociedades de mercado) con paraisos ideales (las ensoñaciones de Anguita). Es obvio que siempre ganan ellos. La realidad siempre es peor que los paraisos comunistas. El problema es que no existen. Y cuando existen, se vive tan bien que la gente quiere huir. Para el que quiera más datos puede leer, entre otros, 'El libro negro del comunismo' cuyos autores (profesores franceses) han sido insultados repetidamente por el rojerío. ¡No faltaba más!
CUARTO.
El colectivismo, en general, reprime el mérito y el triunfo personal (recuerden, en el campo educativo, la LOGSE), perjudicando gravemente las motivaciones para trabajar más y mejor. Vinculado al colectivismo está la eliminación de estímulos materiales, relacionados con lo anteriormente dicho. No es de extrañar, dada la máxima comunista, 'De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad'.
Por otra parte, la obsesión comunista por el control, lo que redunda en la eliminación o desvirtuación de las asociaciones civiles, propias de las sociedades democráticas. Igualmente vinculado a lo anteriormente dicho, está la ausencia de competitividad (recordemos, otra vez, la LOGSE) porque ser competitivo es 'de derechas'.
A pesar de todo, usted tiene que creer que todo esto representa la 'verdadera libertad y la verdadera democracia'. Si no lo cree, usted es un pobre alienado al que hay que curar de su enfermedad. Como yo.
Sebastián Urbina.
Los colectivistas ... sienten el afán del progreso, la simpatía hacia los pobres; se consumen en un ardiente sentido de lo que está mal y en el impulso hacia las grandes acciones: cualidades todas que han faltado al liberalismo de las últimas épocas. Pero su ciencia se basa en un profundo malentendido ... y sus acciones, por tanto, profundamente destructivas y reaccionarias. Así, destrozan los corazones de los hombres, dividen sus mentes y les presentan alternativas imposibles'.
Walter Lippmann.
1 comentario:
¡Muy bien¡ No se puede decir mejor ni más claro.
Decía Russell que el marxismo, como el psicoanálisis, es una religión, porque sus tesis nunca son falsables, (si ocurre blanco esto demuestra la tesis de que el capital o nuestros padres castradores nos oprimen, si ocurre negro, ídem de ídem).
A la izquierda comunista, socialista y ecologista actual, en la medida que no abjure sinceramente y a conciencia de la “religión” marxista le ocurre exactamente eso mismo.
Apuntaba que una de las razones del fracaso de estas ideologías podía ser que su motor era un sentimiento de odio (a los padres, al capital…), y todo lo que en él se sustenta carece de fundamento sólido. El ser humano, biológicamente, está más motivado, más “evolutivamente” preparado para ideologías sociales que tengan como motor el amor, la compasión y la solidaridad.
El odio es una fuerza intensa y violenta, destinada evolutivamente a reaccionar rápidamente “con brocha gorda”, con el rápido pero elemental “cerebro reptiliano” ante una situación de peligro, pero es una fuerza insuficiente, insatisfactoria, destructiva, no constructiva ni creadora, y a la postre nada duradero puede levantarse sobre él, (aunque es cierto que con la misma velocidad que se extingue reaparece de nuevo en otras formas, porque también “está” en nuestro “genoma”, pero su papel NO es el principal, sino complementario, residual, como un “resorte automático” de seguridad que destaca por su rápida respuesta ante una amenaza, pero NO ES el que rige normalmente ni principalmente al hombre).
Por ello el nacionalismo, el comunismo, el fascismo, el integrismo religioso islámico, (y en el pasado, el integrismo cristiano, hindú, o cualquier otro) son ideologías “corrompidas”, en la medida en que se basan en el odio, en la lucha hasta la eliminación o asimilación del “otro”: el “extranjero” ajeno a la tribu o al clan, el “facha centralista”, el “capitalista”, el “judeo-masón-comunista”, el “infiel”, y no pueden existir fuera de él.
La compasión, la cooperación, la solidaridad son fuerzas o motivaciones a la larga mucho más duraderas, más acordes con nuestro “biotipo” humano, (con un papel principal en nuestro “genoma” o biotipo evolutivo humano, relacionado con partes del cerebro evolutivamente muy posteriores, RECTORAS, PRINCIPALES, que destacan no por la rapidez, sino por la calidad, riqueza y coherencia de su respuesta. Lo que se base primordialmente en ellas, a la larga prevalecerá, (y de hecho, si sabemos mirar bien, prevalece en este mismo momento, y en todo momento).
Es como un barco, para funcionar bien utiliza su motor principal, y solo en caso excepcional de urgencia o avería, utilizará un motor fueraborda auxiliar para salir de la situación de riesgo, pero después, inmediatamente que sea posible, volverá a usar el motor principal.
Si no fuera así la humanidad ya no existiría.
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