sábado, 24 de febrero de 2018

PELIGROSAMENTE RIDICULOS













PELIGROSAMENTE  RIDÍCULOS/AS.



¿Somos el país más ridículo del mundo? Tal vez esté exagerando. Tal vez no seamos el país más ridículo. En realidad, aceptaría un segundo o tercer puesto.



Vayamos a la cuestión. Recuerdo, hace ya bastante tiempo, que el que fuera presidente del País Vasco, Ibarretxe, dijo, dirigiéndose a la gente: ‘Vascos y vascas’. Con el tiempo, esto ha ido hinchándose, como sucede con las picaduras de avispa.



Una vez abierto el melón, hemos pasado a ‘catalanes y catalanas’. También tienen un hecho diferencial y mejor que el de los demás mortales. Debían estar en cabeza. Luego vino lo de ‘miembros y miembras’’, de Bibiana Aído (socialista), en una comisión del Congreso en 2008. Con gran felicidad de las feministas y progresistas de toda clase y condición. Para no ser menos que las socialistas y los socialistos, la diputada Irene Montero de Podemos, ha hablado, en el Parlamento, de ‘portavoces y portavozas’. 


El progresismo se opone a que el Ministro Luis de Guindos sea candidato a Vicepresidente del Banco central europeo. Por ser hombre. Si al menos se llamara Luisa...


 Es sólo el principio. No debemos quedarnos a medio camino en esta lucha por la igualdad real entre hombres y mujeres. Todos estos acontecimientos han sido adecuadamente informados por los periodistos y las periodistas.



Hay que replantearlo todo, porque, como dijo la diputada podemita, ‘hay que ‘visibilizar a las mujeres’. Como usted sabe, las mujeres ahora no están visibilizadas. Ya me parecía a mí. No veía mujeres en las calles, ni en el ascensor, y me sonaba raro. Pero debían estar ahí. Resulta que no estaban visibilizadas.  Esto se va a arreglar.



Empecemos por el principio. Un diputado o diputada, sale de su casa por la mañana, convenientemente vestido/vestida y, supongamos, que coge un taxi. La taxista, o el taxisto, se dirigen raudos al Parlamento. Es dudoso que tengamos que masculinizar el Parlamento tan rápidamente. Sugiero que se pueda utilizar tanto Parlamento, como Parlamenta. Hay que romper moldes. Son herencias machistas intolerables.



Pero no. Lo he pensado mejor. No podemos seguir la inercia impuesta por el patriarcado autoritario. Debemos ser valientes/valientas y realizar un corte epìstemológico (parezco althuseriano), pasando sin miramientos de ‘Parlamento’ a ‘Parlamenta’.  Ejemplo. ‘Sus Señorías y Sus Señoríos han tenido una intensa discusión parlamentaria en la Parlamenta.’ Queda redondo y no es machista.



Llegados a este punto, o punta, deberíamos preguntarnos por la utilidad de las tareas parlamentarias. Utilidad desde el punto de vista de los intereses de los ciudadanos. No desde el punto de vista de los intereses- de diverso tipo o tipa- de los propios parlamentarios y parlamentarias.


Por ejemplo. Recientemente se ha prohibido que unas mujeres, llamadas ‘grid girls’, sigan haciendo su trabajo en carreras de motos y coches. Con una sombrilla al lado de los pilotos. Resulta que es oprobioso para la mujer. Las directamente interesadas no están de acuerdo. Pero no les ha servido. Los políticos/políticas les quieren hacer más igualas y felizas. A la fuerza si hace falta. ¿Por qué? Están alienadas.


Si en vez de ‘grid girls’ pusieran ‘grid boys’ ¿pasaría algo? Nada de nada. Resulta que este trabajo es oprobioso para las mujeres- aunque las afectadas lo nieguen- pero no lo sería para los hombres. ¿Por qué? Los/las progres deberían explicarlo.Yo me lo sé.

  
Lo que nos invita a plantearnos si la democracia consiste en este sinvivir igualitario, incluso en contra de los directamente afectados. Pensaba que la democracia era otra cosa. Nos podemos preguntar si vivimos en una sociedad tan perfecta que podemos dedicar el tiempo a discutir si los participantes de una comisión son ‘miembros’ y ‘miembras’.
Bibiana Aído dixit, ahora asesora en Onu-Mujeres. 6.000 euros netos al mes.

Ahora escuchemos a la Real Academia Española:

‘Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.

La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.’


¿Cuáles son estas razones extralingüísticas?  Las feministas radicales- no las que defienden la igualdad jurídico-política entre hombres y mujeres- afirman que la opresión de la mujer no puede eliminarse reformando las leyes, en el sentido de igualar derechos y obligaciones, en hombres y mujeres. Sólo la construcción de una contracultura feminista, diferente y contraria a la masculina, permitirá alcanzar la auténtica liberación de la mujer. Lo que implica, además, la separación- al menos de hecho- entre hombres y mujeres.


 Porque serán dos mundos diferentes y enfrentados.
Y esta historia ha sido ‘comprada’ por los partidos de progreso. Aunque sea con matices. De seguir así, dificultaremos- o envenenaremos- la relación hombre/mujer. Ya se notan- especialmente en USA, y después del movimiento ‘Me-Too’, comportamientos masculinos que rechazan estar a solas con mujeres. No por discriminación sino por precaución.


Son las mujeres que protestaban- justificadamente- por el acoso sexual, y porque-en el mundo del cine- los hombres ganan más. Dicho así no es cierto. Pero callaron que en el mundo de la moda, las modelos femeninas ganan trece veces más que los modelos masculinos.


 Las leyes ‘progresistas’, como las que ya tenemos en España, que eliminan la presunción de inocencia para los hombres (Ley de Violencia de Género), empujan a los hombres a ser muy prudentes- y desconfiados- en sus relaciones con las mujeres. Porque su sola palabra basta para encarcelar a un hombre. Lo llaman igualdad en democracia progresista.


(Sebastián Urbina/ElMundoBaleares/23/2/2018.)



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