En los ‘cuartos de banderas’, recintos muy frecuentados por los cronistas políticos de la Transición, apenas se escuchan elogios hacia Margarita Robles.
Perdió su fuste de integridad y decencia cuando defenestró a su directora del CNI, Paz Esteban, por exigencias de los puigdemones.
Tres días antes, la había defendido con honor en el Congreso. Lo más cruel -y ridículo- fue la justificación de la degollina: “No es una destitución sino una sustitución”. Mentir es propio de siervos. Apolonio.
El crédito de la titular de Defensa se esfumó y desde entonces goza de tanto respeto entre la oficialidad como los negreiras en la competición liguera.
(José Alejandro Vara/VozPopuli/22/3/2025.)
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