Esta semana hemos asistido a otro espectáculo lamentable. Paco Salazar, ex alto cargo del PSOE, lleva meses señalado por varias compañeras de partido por presunto acoso sexual y comportamientos que, en cualquier otra circunstancia, habrían provocado una hoguera pública si hubiera sido un político de la trinchera contraria.
Pero como las denunciantes son socialistas y el denunciado también, el asunto se resuelve con un lacónico «desaparecieron las denuncias por un fallo informático» que suena a aquella patética excusa de que los deberes se los comió el perro.
En la acera de enfrente, Juan Soto Ivars publica un libro titulado Esto no existe. No es un tratado misógino, no defiende la violación ni pide volver a la Sección Femenina.
Es un trabajo periodístico incómodo que demuestra, con datos judiciales y sentencias, que las denuncias falsas por violencia de género existen, que son más numerosas de lo que el mantra oficial permite reconocer y que sus consecuencias (ruina económica, cárcel, estigma, suicidio) son devastadoras para los hombres acusados.
La respuesta del feminismo de Estado ha sido declarar a Soto Ivars enemigo público número uno.
(Manu Galvez/The Objective/5/12/2025.)
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