jueves, 3 de noviembre de 2011

¿INDIGNOS O INDIGNADOS?







MANIFESTACIONES, CONCENTRACIONES...


Los 'indignados' reventarán la jornada de reflexión


El 15-M organiza una manifestación para el próximo 13 de noviembre, y también anuncia una "jornada de reflexión" alternativa en Sol.
(ld).
 
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Esta es la 'demoracia real'. ¿A qué espera para gozar 'realmente' y 'democráticamente'? Gratis, por supuesto.

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DEMOCRACIA REAL.



Leo en la prensa que, en más de sesenta ciudades del mundo, han salido ciudadanos a la calle para reclamar ‘democracia real’.




Para estos ciudadanos, ‘democracia real’ significa que sean ‘los ciudadanos los que decidan el destino del país’… “y no los poderes financieros y las grandes corporaciones empresariales”.






Si esto es lo que proponen estos ciudadanos ‘indignados’, estamos con la vista puesta en la democracia directa. Veamos estas cosas más de cerca. En la democracia indirecta, que es la vigente en los países democráticos realmente existentes, los ciudadanos eligen a sus representantes. Los representantes políticos deciden, en el Parlamento, las leyes que organizan la vida política, social y económica de una sociedad. Por tanto, los ciudadanos, indirectamente, deciden. Pero es cierto que los sistemas democráticos actuales no concentran el poder, exclusivamente, en el Parlamento.






En las sociedades con democracia directa, como en Atenas, los ciudadanos tenían que dedicar mucho tiempo a la política. Claro que entonces había esclavos y era más fácil para los que no lo eran. Pero hoy no es así. ¿Qué sucede si muchos ciudadanos prefieren no dedicar tanto tiempo a la política? ¿Qué pasa si prefieren ser representados? Al margen de las dificultades derivadas de las sociedades extensas actuales, con gran número de ciudadanos. A diferencia de lo que sucedía, por ejemplo, en Atenas.






Las sociedades democráticas actuales son ‘poliárquicas’, si seguimos a Robert Dhal. Dicho con otras palabras, estas sociedades se caracterizan por tener una diversidad de grupos de poder que tratan de influir en los poderes públicos con el objeto de satisfacer sus propios intereses.






Un ejemplo está en los llamados ‘buscadores de rentas’. Estos grupos de presión tratan, por diversos medios, de obtener el favor de los poderes políticos en forma de subvenciones, modificaciones legislativas, administrativas, etcétera. Estas modificaciones favorecerán, supuestamente, a estos grupos. Un ejemplo clásico es la concesión real de un monopolio. Por ejemplo, de harinas o de tabaco. Actualmente, los sindicatos, la patronal, empresarios importantes, y los más variados grupos, tratan de obtener el favor político y dinero público.






A estos grupos de contraponen ‘los buscadores de beneficio’. Se trata de empresarios que aceptan las reglas de juego del mercado sin hacer trampas.






Volvamos a los buscadores de ‘democracia real’. ¿Pretenden eliminar a las grandes corporaciones y los poderes financieros, o solamente tratan de tenerlos controlados? Si se trata de lo primero, estamos ante experiencias de ‘socialismo realmente existente’, como la antigua Unión Soviética. ¿Es esto lo que quieren? Si, por el contrario, se trata de tener controlados a estos poderes ¿cómo piensan hacerlo? ¿Aumentando las regulaciones? ¿Aumentando el número de inspectores competentes para controlar la correcta aplicación de las regulaciones?






A menos que impongan en todo el mundo este nuevo sistema, los capitales se marcharán a los países con mayor libertad de empresa. Y el país se arruinará. No se puede mantener una economía de mercado sin respetar mínimamente la ‘lógica’ de la economía de mercado.






Otro de los errores de los buscadores de ‘democracia real’ es el intento de conseguir ‘los derechos básicos de vivienda, trabajo, cultura, salud o educación para todos los ciudadanos, o a una “necesaria revolución ética” que no sitúe al dinero por encima del propio ser humano’.






Si todos tienen ‘derecho’ a vivienda y trabajo, por ejemplo, es que los demás tienen el deber de materializar este derecho. ¿Cómo se materializa? Obligando a los ciudadanos a pagar, por medio de impuestos, la vivienda de los demás. O pagando, por medio de impuestos, los puestos de trabajo. O sea, la ruina. Aparte de que, en esta sociedad, lo mejor es ser un vago. Los demás me pagarán la vivienda y me darán un puesto de trabajo. Es mi derecho. Y los demás a currar por mí.






En lo que sí estoy de acuerdo es en su ‘indignación por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie”.






La situación es preocupante y provoca indignación. Pero los ejemplos del ‘socialismo realmente existente’ no han sido una solución. Y vivir, permanentemente, en la utopía, suele provocar abatimiento, melancolía y nihilismo. ¿Por qué? Porque solamente deberíamos proponernos lo que podemos conseguir. Utopías débiles, como mejorar la educación, disminuir la corrupción, y cosas similares. Pedir lo imposible, si lo es, resulta inalcanzable. Claro que algunos prefieren engañarse.


Sebastián Urbina.

7 comentarios:

CIUDADANOS POR LA LIBERTAD dijo...

Sebastian, ha tocado usted un tema clave o capital, que como bien sabe, es el quebradero de cabeza de los teóricos de la Democracia en todo el Mundo. Y este no es otro que el planteamiento de los criterios que realmente definen un genuino sistema de gobierno democrático según lo concebían los antiguos griegos allá por el siglo V a.C.

Una cosa es un sistema de gobierno genuinamente democrático y otra muy diferente la Democracia Real que algunos destacados asamblearistas del 15-M reivindican. Aunque le puedo asegurar que si Robert A. Dahl o Giovanni Sartori - por poner un ejemplo de dos de los politólogos que pueden estar considerados actualmente como dos máximas autoridades en la materia – no han llegado a entender cuales son los criterios que definen a un genuino sistema de gobierno democrático según lo concebían los antiguos griegos, imagínese usted qué pueden entender por Democracia algunos de los líderes del 15-M.

Además, cuando un ser humano no experimenta una realidad, difícilmente puede llegar a entender la misma, aunque sólo sea emocionalmente. Sería algo así como si un niño que hubiera nacido en la celda de una cárcel, nunca hubiera abandonado los muros de la prisión y con 30 años empezara a reivindicar libertad, sólo por el hecho de haber oído/leido hablar de la misma. Por tanto, si a esta persona, se le pregunta qué entiende por Libertad antes de dejarlo salir al exterior y que experimente la realidad al otro lado de los muros de su mundo, seguro que vamos a obtener una serie de vagas definiciones, que nada tienen que ver con la realidad que existe extramuros de su prisión.

Y puesto que hace usted ciertas aseveraciones sobre principios políticos y la esencia de los criterios que definen una genuina Democracia, si me lo permite voy a intentar refutarlos desde mi entendimiento y punto de vista de lo que debe de ser una genuina democracia, que supongo es lo que reivindican nuestros queridos “perroflautas”.

Sebastián Urbina dijo...

Estoy a la espera.

CIUDADANOS POR LA LIBERTAD dijo...

Dice usted Sr. Urbina: Leo en la prensa que, en más de sesenta ciudades del mundo, han salido ciudadanos a la calle para reclamar ‘democracia real’.
Para estos ciudadanos, ‘democracia real’ significa que sean ‘los ciudadanos los que decidan el destino del país’… “y no los poderes financieros y las grandes corporaciones empresariales”.

Si esto es lo que proponen estos ciudadanos ‘indignados’, estamos con la vista puesta en la democracia directa. Veamos estas cosas más de cerca. En la democracia indirecta, que es la vigente en los países democráticos realmente existentes, los ciudadanos eligen a sus representantes. Los representantes políticos deciden, en el Parlamento, las leyes que organizan la vida política, social y económica de una sociedad. Por tanto, los ciudadanos, indirectamente, deciden. Pero es cierto que los sistemas democráticos actuales no concentran el poder, exclusivamente, en el Parlamento.

Dice un Servidor, Sr. Urbina: Pues si, Sr. Urbina. En Democracia, si es verdadera Democracia, tienen que ser los ciudadanos quienes puedan decidir libremente su futuro. Y en el sistema de gobierno que impera actualmente en España, es indudable que son los poderes financieros y las grandes corporaciones empresariales quienes deciden nuestro futuro. Por tanto, cualquier ciudadano en una sociedad verdaderamente libre y democrática, tiene todo el derecho del Mundo a reivindicar poder decidir sobre su futuro y el de sus hijos. Lo cual no significa, que si usted se identifica con el sistema de gobierno que impera actualmente en nuestro país, no tenga derecho a su vez a defender la prevalencia y las ventajas que le ofrece este, sin que nadie le pueda criticar por ello.

Sebastián Urbina dijo...

El peligro de la libertad de los antiguos, en expresión de Benjamín Constant, consistía en que los hombres, preocupados obsesivamente por la participación política, minusvaloraran los derechos individuales y el espacio privado.

En cambio, el peligro de la libertad de los modernos consiste en una obsesiva búsqueda de nuestros intereses particulares y nuestro espacio privado, olvidando .o minusvalorando, la participación en la cosa pública.

Pero esta participación no se puede imponer. Por otra parte, la democracia directa (si fuera viable en nuestras sociedades) tiene también defectos. La muerte de Sócrates es un ejemplo del funcionamiento de la democracia directa. O lo que sucede en las asambleas universitarias, en las que todos (o muchos) hemos participado.

En mi opinión, es más razonable trabajar para eliminar o disminuir los defectos de la democracia indirecta. Pasa algo parecido con la economía de mercado. Se puede criticar, porque hay aspectos criticables, pero no hay alternativas viables. Al menos hoy por hoy.

Ofrecer soluciones que no son viables (esta es mi opinión) es una responsabilidad muy seria. Algo así como alentar utopías que no pueden realizarse. Creo que hay mucho que hacer. Con los pies en la tierra.

Sebastián Urbina.

CIUDADANOS POR LA LIBERTAD dijo...

Dice usted, Sr. Urbina: En las sociedades con democracia directa, como en Atenas, los ciudadanos tenían que dedicar mucho tiempo a la política. Claro que entonces había esclavos y era más fácil para los que no lo eran. Pero hoy no es así. ¿Qué sucede si muchos ciudadanos prefieren no dedicar tanto tiempo a la política? ¿Qué pasa si prefieren ser representados? Al margen de las dificultades derivadas de las sociedades extensas actuales, con gran número de ciudadanos. A diferencia de lo que sucedía, por ejemplo, en Atenas.

Dice un servidor, Sr. Urbina: Cae usted en el error conceptual que se ha intentado generalizar e instrumentalizar por parte de unos pocos interesados a nivel mundial, sobre la idea de que los antiguos atenienses se reunían en asamblea para gobernar directamente su Polis.

Pues no Sr. Urbina. Por los datos de que disponemos en la actualidad, sabemos a ciencia cierta que esto no es así. Todos sabemos que es sobre esta idea de gobierno directo, sobre la que se ha intentado sustentar la inviabilidad practica del ejercicio de la Democracia directa en sociedades compuestas por un gran número de ciudadanos, o lo que es lo mismo, en una sociedad extensa como la española.

Todos sabemos que los atenienses disponían al igual que lo hacemos nosotros actualmente, de representantes públicos para gobernar su Polis. Representantes públicos, nombrados tanto por sorteo (lo habitual, excepto para los cargos militares, y para aquellos que tenían que manejar la caja de caudales pública, por las causas que todos conocemos), como por votación directa. Y por lo tanto, no es cierto que fueran los ciudadanos atenienses reunidos en asamblea quienes gobernaban directamente su Polis, como se nos quiere hacer creer insistente e interesadamente a la humanidad, por diferentes autoridades en la materia, sino sus representantes políticos.

Aunque para lo que si se reunían en Asamblea los ciudadanos atenienses en el monte Pnyx, y es en este aspecto donde radica la peligrosidad de implementar un sistema de gobierno genuinamente democrático para los PODEROSOS, era:

1.Para votar algunas decisiones que tomaba el Poder Ejecutivo. (Decidir si se iba a la guerra o no. Decidir a quién se le otorgaba el estatus de ciudadano. Decidir si se concedía o no a determinada persona la gracia del indulto penal).
2.Elegir a los cargos por votación directa. (Ya hemos dicho que la mayoría de cargos públicos se elegían por sorteo)
3.¡¡¡LEGISLAR!!!
4.Juzgar delitos y crímenes políticos.

Por tanto, la respuesta a su pregunta: ¿Qué sucede si muchos ciudadanos prefieren no dedicar tanto tiempo a la política?

Mi respuesta es: En una sociedad libre, nadie puede estar obligado a participar activamente en la administración pública de su país o su ciudad, si no lo desea. Pero en un sistema de gobierno genuinamente democrático, es obligatorio que existan los mecanismos que posibiliten a los ciudadanos que si lo deseen (sean pocos o muchos), poder llevar a cabo de forma exclusiva y entre otras, las cuatro tareas enumeradas anteriormente y que son entre otros, los pilares sobre los que se tiene que sustentar una REAL DEMOCRACIA.

Sebastián Urbina dijo...

Supongamos que hay 20.000 ciudadanos que desean legislar a tiempo completo, como usted dice. ¿Basta que lo deseen? Y si no basta ¿qué hay que hacer? ¿Elecciones?

¿En qué posición quedan los demás ciudadanos que no desean legislar, como estos 20.000?

CIUDADANOS POR LA LIBERTAD dijo...

Sebatián, si me lo permite voy a terminar de comentar el resto de su artículo y después le contesto a su réplica. Sobre todo por no mezclar ideas o conceptos antes de terminar mi argumentación teórica sobre el contenido total del mismo, y por que mi actual estado de salud no me permite hacer ya un gran despliegue de atención y memorístico.