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sábado, 19 de noviembre de 2011
PARTIDAS SIMULTÁNEAS
Tres partidas simultáneas: Economía, política, comunicación social
18-11-2011
Hagamos una apuesta aparentemente segura: la de que, por fin, con los resultados del próximo 20 de noviembre, habrá quedado claro que los españoles no tienen una disposición irracional ni masoquista. No son irracionales porque habrán conectado el dato de una crisis terrible con la responsabilidad que de ella tienen los siete años de gobernantes socialistas y con su propia capacidad de hacer algo al respecto mediante su voto (y no sus quejas), y habrán votado, por lo pronto, justo lo opuesto de los socialistas. Su argumento, como tal impecable, e implacable, contiene, además, el mensaje moral saludable de que tampoco los españoles son masoquistas, y quieren sobrevivir, o al menos intentarlo.
A renglón seguido, los nuevos gobernantes tendrán que dejar de decir cosas y empezar a hacerlas. Hacerlas con inteligencia, con rotundidad, y muy rápidamente. Y lo que tienen que hacer es jugar, y ganar, tres partidas simultáneas y conectadas entre sí.
Primero, por supuesto, la economía. Lo sabemos todos, poco más o menos, a grandes rasgos (aunque “el diablo” esté precisamente en los detalles): controlar el gasto público e impulsar el crecimiento, porque se incentive la creación y la ampliación de empresas y, por ello, se estimule la contratación, y porque fluya el crédito. Hacer sus deberes.
Pero, segundo, al tiempo que se comienzan a hacer, ya y con determinación, esos deberes, hay que vender la nueva política y la nueva credibilidad a Europa, y los mercados. Con la idea, muy clara, de que España, haciendo sus deberes, tiene que establecer una oferta plausible de entendimiento estratégico con Alemania. Alemania necesita a Europa como necesita respirar, y necesita de socios fiables en la Europa mediterránea. No países periféricos que le den un “sí, pero no”, sino un “sí” rotundo, y un “sí” a una Europa capaz, unida y animosa. Y no como países que se enrocan en un papel de eternos demandantes de auxilios, sino dispuestos a pesar en las decisiones del conjunto, y deseosos de hacerlo. Sólo si lleva adelante esta estrategia de persuasión, y de auto-afirmación, basada en hechos, resolverá España, a su vez, su problema económico.
Tercero, España no hará ni una cosa ni otra, ni arreglará su economía ni será creíble en Europa, si sus gobernantes no saben, porque nunca han sabido o nunca han podido o nunca han querido, establecer una comunicación continua, de ida y vuelta, con la sociedad española. Una sociedad que les da, no un mandato sin reservas, sino una confianza condicionada y perpleja, repleta de una esperanza enorme y soterrada, pero también incierta. La comunicación entre políticos (responsables) y ciudadanos (activos) es indispensable desde el primer momento, y tenemos necesidad, todos, de que se mantenga sin interrupciones, y supere las mil pruebas de contratiempos y ruidos y distracciones y sentimientos mezclados que, como no puede ser menos, nos llegarán de todos lados.
Las tres partidas están entrelazadas. Tienen que ser jugadas, y ganadas, al mismo tiempo. (Victor Pérez Díaz/El Imparcial)
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