Leo (LibertadDigital/24/8/2006) un artículo de Pío Moa en el que comenta diversas acusaciones del historiador Juan Pablo Fusi.
Dice Fusi que hay, en España, un 90% de acuerdo entre los historiadores sobre la visión de la guerra civil. Luego ha habido algunas operaciones de mercado con libros que no han aportado nada al debate serio y contrastado.
Dice Moa:
1. Puede ocurrir y ha ocurrido que la ínfima minoría tenga razón.
2. ¿De dónde ha sacado este 90% de acuerdo? Fusi no se molesta en indicarlo.
3. Hasta hace pocos años se había impuesto en la Universidad una determinada visión del pasado. Discrepar en público suponía suicidarse profesionalmente.
4. Su 'debate' (el de Fusi) ha consistido en pedir la censura de mis libros. En lanzarme andanadas de insultos y descalificaciones.
Dice Fusi:
'La revolución del 34 fué un acontecimiento muy negativo que reveló el carácter bastante poco democrático de la izquierda española y contribuyó decisivamente a deslegitimar la República. Que no es poco. Pero de ahí a decir que fué el primer episodio de la guerra, hay un salto inadmisible'.
Sigue diciendo Fusi:
'La sublevación del 36 se produce porque una parte importante del Ejército no aceptó la victoria del Frente Popular'.
Pues tampoco, dice Moa:
'Habría que preguntar por qué los mismos que defendieron en 1934 la legalidad republicana, empezando por el propio Franco, cambiaron de actitud en 1936' ... 'Sólo a medida que los peores augurios se iban cumpliendo con un sangriento proceso revolucionario desde la calle y el campo, y una sistemática destrucción de la legalidad desde el Gobierno, sólo entonces, ya a finales de Abril, fué cobrando importancia la conspiración y el rechazo al Frente Popular'.
Añade Moa que el propio Fusi reconoce:
'A ello/al supuesto rechazo a la victoria del Frente Popular/ hay que añadir algunos factores que la propiciaron, como la descomposición del orden público'.
Finalmente, recuerda Moa que la venta de sus libros no se ha debido a subvenciones ni a la compra obligatoria por parte de los estudiantes.
Si rechazamos la idea de que alguien (o algún grupo) tiene el patrimonio o el monopolio de la 'verdad histórica' podremos admitir que tales verdades suelen ser el resultado (provisional) de un consenso colectivo. Ahora bien, si este consenso no se realiza en condiciones ideales (y nunca es así), tenemos que aceptar que lo que manejamos son 'consensos fácticos'. Pero los consensos fácticos están entreverados de prejuicios y asimetrias de diverso tipo.
Una actitud honesta (la que se supone en los investigadores) debe tomar con gran precaución las 'verdades históricas' derivadas de los consensos reales o fácticos. Y de ahí, analizar con rigor y respeto las opiniones que se desvían (o presentan alternativas) de la 'verdad oficial'.
Estamos cansados de oir los desprecios de la izquierdona a la Iglesia Católica por su actitud con Galileo. ¡Qué carcas! ¡Satanizaron al discrepante! Pues bien, la izquierdona (dogmática y excluyente) incurre en los mismos defectos que critica. No permite que nadie ponga en duda su 'verdad oficial'. Espero que no se me diga que Moa no es Galileo. Sería una respuesta demasiado estúpida y no voy a comentarla.
Con esta actitud dogmática de la izquierdona, la Historia se presenta anquilosada, petrificada.
¿Por qué? Porque está sustentada en dogmas indiscutibles. El que se atreva a desafiarlos es un 'facha'. Palabra mágica que excusa cualquier debate público en condiciones de imparcialidad. Ya dijo el historiador Stanley Payne que había oido muchos insultos contra Moa pero pocos argumentos. Por tanto, insultemos y descalifiquemos a los que se atrevan a desafiar nuestra 'Verdad Progresista'. O sea, 'La Auténtica'.
¡Y esto sucede en la Universidad, para mayor vergüenza! ¡Cómo serán las oposiciones! Pero estas tropelías no son nuevas. Karl Popper tuvo que marcharse a Nueva Zelanda y Australia, y no sólo por la guerra. Sus críticas al positivismo lógico no fueron bien recibidas por los sacerdotes filósofos. Es el destino de los que ya detentan la Verdad. ¿Para qué buscarla si ya la tenemos?
Aprendamos la lección: 'O estás conmigo o estás contra mí'.
Recordemos, finalmente, que puede haber acuerdo en los hechos y desacuerdo en las valoraciones de estos mismos hechos. Y que tales valoraciones no son deducciones de tales hechos. Por supuesto, también puede haber desacuerdo en los hechos. En este caso habría que ver qué hemos seleccionado como relevante y con qué criterios.
Sebastián Urbina.
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