jueves, 11 de octubre de 2018

FACHAS DE IZQUIERDAS


(La izquierda reaccionaria es así. Les importa un comino eliminar la presunción de inocencia para los hombres. Un principio básico de los sistemas democráticos.

No les importa. No son demócratas. Son fachas de izquierdas. Todavía hay gente que no se entera. O no se quiere enterar.

PD. Si usted quiere tener relaciones íntimas con una mujer, que le firme en un papel- con su nombre, apellidos y fecha- que sí quiere tener relaciones sexuales. Que sí. Así y todo, pueden joderle, de otra manera. Ella siempre podrá alegar que cambió de opinión y usted, macho degenerado, no le hizo caso.

PD. En la foto pueden ver un robot sexual. ¿Habrá que pedir, también, un papel firmado? ¡Los robots sexuales unidos jamás serán vencidos!

Vote progreso.)






Los juristas avisan: el «sí» expreso sobre el consentimiento sexual ataca la presunción de inocencia.

Tres expertos jurídicos consultados por ABC cuestionan la intención del Gobierno. En su opinión, los planes desvelados por Calvo suponen que el acusado tendría que probar su inocencia, en lugar de que la acusación deba acreditar el delito. 

Esta situación dejaría en papel mojado la presunción de inocencia, un principio básico según el cual todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

(Nati Villanueva/ABC/11/7/2018.)

5 comentarios:

Arcoiris dijo...

Nuestra izquierda, que tanto vela por nosotros, ha dado con la solución para estos problemas, la piedra filosofal, si no es redundancia. Se trata del viejo recurso romano, ese de entrechocar con fuerza dos piedras interponiendo, ¿cómo diría yo?, bueno, interponiendo. Eso sí, nuestra izquierda, que tanto piensa por nosotros, se encargará de informar acerca del procedimiento más eficaz para que el personal no se pille los dedos y no se haga daño. (¡Es que son unas madres!).

Sebastián Urbina dijo...

Vela tanto que nos quema.

Atónito dijo...

Con la venia,
Entro muy de tarde en tarde en este blog y siempre encuentro lo mismo: diatribas contra la izquierda, no exentas de insultos a calzón quitado; invariables condenas al progresismo por su maldad moral (intrínseca parece); descalificaciones personales, etc.
Los artículos con que ilustra sus opiniones están extraidos, casi sin excepción, de medios de comunicación conservadores o ultraconservadores. Suelen estar cortados por el mismo patrón ideológico.
Todo ello es legítimo, nada hay que objetar. Libertad de expresión, sólo faltaría.
La cuestión es otra: ¿que interés puede tener su blog para alguien que no piense como Vd.? Supongo que no esperará convencer a nadie con el modus operandi que utiliza y la clase de argumentos (argumento es mucho decir, a veces) que emplea. Si el punto de partida es la estupidez o maldad del otro, y así se le trata y se le califica (como "gilipollas", malvado, o estúpido), ¿qué clase de discusión racional y productiva cabe establecer con él? Sólo los que ya son de la cuerda, los que ya están convencidos, pueden encontrar interés y satisfacción en este blog. Su lectura servirá, no para poner en duda sus propias ideas (sano ejercicio crítico), sino para reafirmarse en ellas.
Claro que a lo mejor lo que busca con este blog no es convencer, persuadir, o incitar al razonamiento crítico, sino desahogarse. El blog cumpliría así una función terapéutica, terapia psicológica en concreto. Desestresarse, soltando cuatro frescas. Legítimo también.

En fin, disculpe la intromisión. No he pretendido molestarle ni hay acritud en mis palabras. No es necesario que haga pública esta entrada. Simplemente me deja perplejo que una persona tan inteligente como Vd. sea el autor de un blog como este.
Me quedo con sus excelentes libros de filosofía del derecho, de los que se puede aprender mucho. Salud.

Sebastián Urbina dijo...

Agradezco mucho su comentario. Primero, el lenguaje de los blogs es un lenguaje de combate. Por ejemplo, cada quince días escribo un artículo en El Mundo, pero el lenguaje es diferente. Y el lenguaje de los libros académicos también lo es.

Dicho esto, mis críticas a la izquierda, en general, son por convencimiento. Hay excepciones y muchas veces lo digo. Pero los 'buenos' socialistas no mandan. No me repetiré pero lo he dicho bastantes veces.

¿Por qué soy tan duro con la izquierda? Creo que, por ejemplo, Sánchez es un peligro para España. ¿Motivo? Depende para durar en la silla de los votos de comunistas, separatistas y golpistas. Podría romper con esta soga, pero no quiere elecciones. Prefiere depender de estos grupos cuyo objetivo es desmantelar España. El que todavía no se ha enterado es inútil decírselo.

Por abreviar y simplificar, nada más. No pretendo comparar. En la II República había impresentables como Largo Caballero y había, también, socialistas admirables, como Julián Besteiro. Como ahora. Lo que pasa es que mandan los malos. Y pueden hacer mucho daño.

Creo, como K. Galbraith, que no votamos entre buenos y malos, sino entre malos y peores. Simplificando, Rajoy es malo, Sánchez es peor, Iglesias es pésimo.

Yo firmaría que gobernasen socialistas con Leguina, Nicolás Redondo y similares, que los hay. Pero mientras gobiernen impresentables como Sánchez seguiré como hasta ahora. Lamento que no esté de acuerdo. Reciba un cordial saludo.

Atónito dijo...

Le agradezco la respuesta y la explicación.
Sin duda en el plano ideológico estamos Vd y yo bastante alejados, pero ése no es el tema que me animó a escribirle.
Escribió R. Dworkin en "La democracia posible" (2006), a propósito de la situación del debate político en EEUU:
"La política estadounidense se encuentra en un estado lamentable. Discrepamos, ferozmente, sobre casi todo. Discrepamos sobre el terror y la seguridad, sobre la justicia social, sobre la religión en la política, sobre quién es apto para ser juez y sobre qué es la democracia. Estos desacuerdos no transcurren de manera civilizada, ya que no existe respeto recíproco entre las partes. Hemos dejado de ser socios en el autogobierno; nuestra política es más bien una forma de guerra".
El resto del libro de Dworkin es, como bien sabe, un intento de argumentación sobre temas calientes (religión, impuestos, terrorismo, etc.) partiendo de unos principios políticos muy básicos, mínimos, que puedan ser aceptados por todos. Partiendo, cómo no, del respeto al otro. Me parece que es el camino adecuado, sean cuales sean las conclusiones a las que después se llegue (es decir, sean de "izquierdas" o de "derechas"). No la guerra de trincheras, lamentablemente tan en boga hoy.
No le cansaré más. Seguiré con sus libros. Un cordial saludo.