Edurne Uriarte
‘Hemos pasado de la prohibición dictatorial del uso de una segunda lengua en la escuela a la prohibición democrática de otra lengua en la escuela, en este caso, el castellano en Cataluña’
16:59 07/09/2011 (LaVozdeBarcelona.com)
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PROHIBICIONES.
Aquí hay un error. Edurne Uriarte acierta en la primera parte de su frase. Hubo una prohibición dictatorial del catalán, vasco, gallego, durante la etapa franquista. No absoluta, pero la hubo. Para enterarse bien y no soltar chuminadas progres, recomiendo la lectura de, 'Desde Santurce a Bizancio', Jesús Lainz, ed. Encuentro.
Pero Edurne se equivoca en la segunda parte, cuando habla de 'prohibición democrática', para referirse a la prohibición (al menos de facto) de la lengua española en el sistema educativo de Cataluña. No es un 'prohibición democrática'.
Es una prohibición anticonstitucional. Y, encima, los poderes políticos catalanes-catalanistas se niegan a obedecer una sentencia del Tribunal Superior de Cataluña. No es la primera vez que no respetan el Estado de Derecho. Ya lo hicieron con una sentencia del Tribunal Constitucional que no les convenía. Con manifestación callejera incluida. En resumen, son jugadores de ventaja. Dicho en plan finísimo.
¿Cómo llamar a los que no respetan las reglas democráticas y niegan derechos básicos a una parte de la población? ¿Fascistas? ¿Fanáticos identitarios?
Imaginemos que el gobierno español prohibiera que en la Comunidad Autónoma catalana hubiera asignatura de catalán, o que tuviera la consideración de lengua extranjera, como ahora la tiene la lengua española? Contesto por adelantado a los gilipollas que hablan de 'lengua propia'. La lengua propia es la lengua de los hablantes, no de la tierra, que no tiene lengua. Y, además, tan propia (impropiamente hablando) es el catalán como el español. En Cataluña.
Esperemos que los catalanistas se rasguen las vestiduras. En estos tiempos de crisis hay que incentivar el consumo.
Que conste que no intento convencer a los enfermos identitarios. Sé que es imposible y no me gusta perder el tiempo.
Sebastián Urbina.
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EL TOTALITARISMO LINGÜÍSTICO.
En pocas ocasiones se puede contemplar con tanta nitidez un ejemplo de cerrazón intelectual y moral tan palmario como el empeño de los nacionalistas catalanes en mantener el sistema de inmersión lingüística como si se tratase de un santo grial. La defensa de un sistema educativo que se opone frontalmente a las libertades básicas de las personas, y que excluye efectivamente de la enseñanza a la lengua común de los españoles, no se puede basar en nada que no sea el interés mezquinamente político de los nacionalistas catalanes, y de los socialistas que les hacen la corte, por alcanzar en exclusiva y sin alternativa posible el dominio político, cultural y moral de la sociedad catalana.
Pretenden forjar una comunidad que no existe, por más que se empeñen, porque quieren que el uso y el disfrute del poder estén permanentemente vedados para quienes no rindan culto a esa deidad tan mediocre y provinciana, a esa religión secular, a su teología nacionalista, al mito identitario.
Cataluña es una sociedad plural que goza pacíficamente de la gran ventaja de que sus ciudadanos puedan hablar con facilidad dos lenguas distintas, aunque hermanas. Esto, que es una riqueza indiscutible, molesta sobremanera a los políticos que ven en el catalán la peana de su independentismo, la palanca de cambio para, en la práctica, actuar como si de una nación independiente se tratase.
Su pretensión choca frontalmente con la sociedad catalana y con los deseos de sus ciudadanos, pero los nacionalistas catalanes han adquirido un largo entrenamiento en imponer sus condiciones y deseos a las mayorías y no se aquietan a renunciar a sus propósitos por más que sea evidente que constituyen un atentado a la libertad, a la ley, al sentido de la justicia, a la integración social de los que tienen el catalán como lengua materna –españoles y emigrantes de muchos países– y al bienestar colectivo de la sociedad catalana.
Son ellos quienes politizan hasta la náusea un tema que debería estar claro como el agua: que cada cual pueda expresarse y educarse en la lengua de su preferencia y que el sistema educativo debería procurar a los alumnos el dominio de ambas lenguas, sin preferencia ni discriminación alguna.
Este periódico publica hoy los resultados de una encuesta hecha en medio de la polémica artificialmente inflada a consecuencia de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre el particular, que, lógicamente, confirma punto por punto lo que han establecido todos los estudios y las encuestas independientes, a saber, que los catalanes prefiere el bilingüismo, en un porcentaje que supera ampliamente los dos tercios de la población, y que son una minoría los que, por el contrario, apoyan un sistema como el que se impone a todos por las bravas.
Tras la sentencia sobre el Estatuto del Tribunal Constitucional, era obvio que menudearían las sentencias favorables a la sustitución del sistema educativo imperante. Es penoso que haya que defender las ventajas del bilingüismo. El derecho a recibir educación en español no puede sacrificarse en aras de la conveniencia política de quienes tratan de capitalizar un sistema inicuo.
La Generalidad tendrá que cambiar una organización educativa centrada exclusivamente en el catalán, y los poderes constitucionales deberán estar especialmente atentos a que no se pisoteen derechos tan fundamentales, con tanta más razón cuando los ciudadanos prefieren una enseñanza más rica y bilingüe al trágala pueblerino y absolutamente contrario a los vientos de la historia. (Editorial La Gaceta).
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CDC denuncia un intento de "genocidio lingüístico" contra la lengua catalana'.
(LaVozdeBarcelona.com).
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Cuando la enfermedad identitaria. cat, se convierte en ridículo hazmerreir. cat.
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EL SELECTIVO RESPETO A LA LEY DE LOS NACIONALISTAS.
En un Estado de Derecho son los políticos quienes deben someterse a la ley y no los ciudadanos quienes son aplastados por la discrecionalidad de los políticos. Algo falla, por consiguiente, cuando las normas son respetadas según le convenga al gobernante de turno.
En este sentido, el caso de los nacionalistas catalanes es paradigmático. Después de pasarse semanas poniendo el grito en el cielo porque PP y PSOE, que representan al 90% de los españoles, los dejaban fuera de la reforma constitucional, pasaron a incumplir por enésima vez una sentencia del Tribunal Supremo –que a su vez emanaba de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut– que les inquiría a convertir el español en lengua vehicular dentro del sistema educativo catalán.
Tras el pertinente llamamiento a la desobediencia civil –que incluso se produjo desde los nacionalistas del PSC presentes en el Gobierno de España– volvieron a rasgarse las vestiduras por que el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, se negó a celebrar la Diada tras el boicot de las formaciones nacionalistas a la bandera española (boicot asimismo ilegal).
Y, finalmente, al terminar una Diada plagada de hipócritas quejas y abiertos insultos hacia los no nacionalistas, unos jóvenes independentistas han seguido instalados en la ilegalidad quemando banderas de España y fotos del Rey.
Por desgracia, cada vez está más claro que la cesión permanente ante el nacionalismo no ha servido ni para apaciguar su radicalismo ni para integrarlos en España. El Gobierno central, sea del PSOE o del PP, no debería dejarse amilanar por los sollozos de una casta que no tiene ningún interés en cumplir y hacer cumplir la ley salvo cuando resulta compatible con su proyecto de construcción nacional y de enfrentamiento con el resto de España. Cada año nos lo recuerdan con una Diada celebrada de manera sectaria. (edit/ld)
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EL SELECTIVO RESPETO A LA LEY DE LOS NACIONALISTAS.
En un Estado de Derecho son los políticos quienes deben someterse a la ley y no los ciudadanos quienes son aplastados por la discrecionalidad de los políticos. Algo falla, por consiguiente, cuando las normas son respetadas según le convenga al gobernante de turno.
En este sentido, el caso de los nacionalistas catalanes es paradigmático. Después de pasarse semanas poniendo el grito en el cielo porque PP y PSOE, que representan al 90% de los españoles, los dejaban fuera de la reforma constitucional, pasaron a incumplir por enésima vez una sentencia del Tribunal Supremo –que a su vez emanaba de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut– que les inquiría a convertir el español en lengua vehicular dentro del sistema educativo catalán.
Tras el pertinente llamamiento a la desobediencia civil –que incluso se produjo desde los nacionalistas del PSC presentes en el Gobierno de España– volvieron a rasgarse las vestiduras por que el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, se negó a celebrar la Diada tras el boicot de las formaciones nacionalistas a la bandera española (boicot asimismo ilegal).
Y, finalmente, al terminar una Diada plagada de hipócritas quejas y abiertos insultos hacia los no nacionalistas, unos jóvenes independentistas han seguido instalados en la ilegalidad quemando banderas de España y fotos del Rey.
Por desgracia, cada vez está más claro que la cesión permanente ante el nacionalismo no ha servido ni para apaciguar su radicalismo ni para integrarlos en España. El Gobierno central, sea del PSOE o del PP, no debería dejarse amilanar por los sollozos de una casta que no tiene ningún interés en cumplir y hacer cumplir la ley salvo cuando resulta compatible con su proyecto de construcción nacional y de enfrentamiento con el resto de España. Cada año nos lo recuerdan con una Diada celebrada de manera sectaria. (edit/ld)
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