La “memoria histórica” se ha convertido en un suculento negociete para muchos avispados. Se crea una asociación o una fundación; se redacta un proyecto con excavaciones en no se sabe bien qué lugares y luego se piden subvenciones al Gobierno, a la Comunidad y al municipio. A continuación, viene el paripé de remover algunas tierras para justificar el saqueo público. Se gasta en la camelancia el 10% del dinero recibido y el resto se dedica al generoso reparto entre los promotores del abuso. Hay excepciones, claro, y sería injusto generalizar.
Se cuentan por centenares las asociaciones que se han creado para explotar las ocurrencias de Zapatero. Hace sólo unos días el Gobierno obsequió con subvenciones a doscientos proyectos. El presidente dadivoso dilapidó otros 6.000.000 de euros en beneficiar a sus amigos de la memoria histórica. La crisis económica nos afecta a todos menos a las ocurrencias zapatéticas. Para las camelancias más pintorescas el dinero corre ligero.
Los doscientos agraciados con el último maná ya se están dirigiendo a las respectivas Comunidades Autónomas, así como a los municipios, para que completen la lotería. A los ancianos que han trabajado toda la vida se les congela la pensión. A los listos que corean las ocurrencias de Zapatero se les cubre de prebendas y subvenciones. Suma y sigue. El cuento de nunca acabar. El despilfarro del dinero público continúa en plena crisis. (El Imparcial)
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