sábado, 16 de julio de 2016

ALIANZA DE CIVILIZACIONES.











Revelar algo un viernes por la tarde en el mes de julio es la mejor forma de hacer que la noticia pase desapercibida. Y eso es lo que ha hecho la Casa Blanca que ayer, tras resistirse durante meses, difundió 28 páginas del informe oficial de la Comisión de Investigación del 11-S, que estuvo formada por varios expertos independientes y fue creada por el Congreso de ese país. 

La clave de esas 28 páginas (que han sido publicadas pero con censuras de algunos párrafos y frases) es la participación de Arabia Saudí en los atentados. Es algo que no sólo es controvertido políticamente, sino que también tiene implicaciones legales, dado que hay familias de fallecidos en el 11-S que quieren llevar al Gobierno saudí a los tribunales por presunta cooperación con los terroristas de Al Qaeda que asesinaron a 3.000 personas aquel día. 

El resultado de la publicación es que agentes de los servicios de inteligencia de Arabia Saudí cooperaron con varios de los secuestradores del 11-S, y que el líder de Al Qaeda Abu Zubaidah tenía en su poder el teléfono de una empresa encargada del mantenimiento de una de las residencias oficiales del embajador saudí en Washington cuando fue arrestado en 2002. 

El embajador en aquella época era el príncipe Bandar, muy cercano a la familia Bush y, en general, uno de los personajes más influyentes de Washington en la década de los noventa. Los documentos divulgados ayer también prueban que Bandar entregó varios cheques a financiadores del 11-S. 

Todas esas alegaciones, sin embargo, no indican que el régimen saudí cooperara con Al Qaeda, aunque sí que los terroristas estaban, al menos, bien conectados. Asimismo, los documentos explican que las agencias de inteligencia de EEUU llegaron a la conclusión de que Arabia Saudí no estaba interesada en cooperar en la búsqueda de Osama Bin Laden. 

Ese último punto parece confirmar las controvertidas afirmaciones del periodista Seymour Hersh, que afirma que Bin Laden vivía en la ciudad de Abbotabad, en Pakistán, bajo arresto domicilIario de Pakistán, pagado por Arabia Saudí.

(Pablo Pardo/El Mundo)

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