sábado, 23 de septiembre de 2017

ASÍ HEMOS LLEGADO A LO DE CATALUÑA









ASÍ HEMOS LLEGADO A LO DE CATALUÑA.

A USTED LE PUEDEN hacer cambiar de comportamiento de diversas maneras. Por ejemplo, en una dictadura, o en un régimen autoritario, pueden darle órdenes de hacer o no hacer determinadas cosas. Por supuesto, usted puede desobedecer, pero las consecuencias suelen ser muy gravosas. Resumiendo, la mayoría de la gente se acomoda porque lo habitual, en los humanos, no es la valentía, ni la rebeldía a cualquier precio.

Esto ha pasado en todas las dictaduras. Especialmente en las más crueles y abominables, como las de Stalin y Hitler. También con Mussolini. Pasó con el régimen franquista, aunque no es comparable con el nazismo y el comunismo. Ha pasado en el País Vasco. ETA, con la ayuda de su brazo político y sus terminales mediáticas, impuso el terror durante décadas, por medio de la extorsión, el secuestro y el asesinato. Se supone que de izquierdas. 

Esto hizo que buena parte de periodistas, profesores y progresía antihispánica- que es mayoría- buscara excusas de diverso tipo al comportamiento criminal de los etarras. Recordemos una de ellas. Cuando ETA asesinaba a alguien, los progres y asimilados decían: Algo habrá hecho. O el conocido, estoy contra la violencia venga de donde venga. Venía de ETA, pero no quedaba progresista decirlo así. La frase también implicaba que, además de la etarra, había otras violencias condenables. Se referían al Estado represor. Y siguieron repitiéndolo después de la Constitución de 1978.

Pero estas líneas que escribo no van dedicadas al comportamiento criminal de los etarras y al comportamiento despreciable de los que lo comprendían de diversas maneras. Por no hablar de los que, indirectamente, les apoyaban. Incluso parte de la Iglesia vasca. Recordemos a los innobles obispos vascos, José María Setién y Juan María Uriarte. Muy comprensivos con el mundo etarra y muy poco con las víctimas de este mundo criminal.

El siguiente paso lo tenemos en Cataluña. Fracasado el intento terrorista de Terra Lliure, la idea -básicamente dirigida por Jordi Pujol- era conseguir la independencia de Cataluña con ilegalidades y chantajes, pero sin pegar tiros. Se trataba de manipular las conciencias de los catalanes. Y descalificar social y políticamente a los que pretendían decir la verdad. Una típica forma era -y es- llamar facha, españolista o anticatalán al discrepante. Claro que esto requiere controlar -en gran medida- los medios de comunicación y el sistema de enseñanza. Y las subvenciones. 

Así ha sido, gracias a la vergonzosa claudicación de PP y PSOE. ¿Y qué pretendían los catalanistas controlando medios de difusión y sistema de enseñanza? Controlar la verdad oficial. Porque fuera de la verdad oficial solamente hay fascismo y anticatalanismo. Se trata de repetirlo por tierra, mar y aire. Durante años y años. Como hacía Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, entre 1933 y 1945. O sea, tener la influencia suficiente -gracias a estos medios- para crear enemigos interiores. Y descalificarlos social y políticamente. En resumen, colocarlos en el disparadero.

Y ¿quiénes son los anticatalanistas enemigos interiores? Los que no aceptan las verdades oficiales del catalanismo. Que se transmiten en un determinado lenguaje. El lenguaje políticamente correcto. Por ejemplo, usted se pone en el disparadero si dice, en público: No es cierto que España nos robe. Al menos, es sospechoso de confraternizar con el enemigo. Es decir, España.

Cuando conviene a los intereses de la catalanidad se pasa de la violencia física a la violencia psicológica. ¿En qué consiste? Veamos un ejemplo. El del catalán Albert Boadella. Ha tenido que emigrar a Madrid porque le hacían la vida imposible en su Cataluña natal. Dice Boadella que el núcleo del «temporal» catalán gravita sobre una simple calumnia, urdida hace más de un siglo, pero cuya propagación -planificada- se ha extendido a los ámbitos culturales, políticos y sociales. 

Y esta calumnia es que España es el enemigo. La propaganda catalanista, ha servido para que la mitad de los catalanes se lo crea. Parecidas consideraciones, personales y no personales, se pueden encontrar en el libro de Boadella, Adiós Cataluña: crónica de amor y de guerra.

¿Cómo se consigue manipular las conciencias de generaciones de catalanes? Controlando los medios de difusión, el sistema de enseñanza/adoctrinamiento y si hace falta, coacciones. A partir de ahí, es fácil demonizar al enemigo interior. Basta llamarle, anticatalán. En estos primeros días de septiembre, una señora catalana escribió en Facebook que Inés Arrimadas (C's) merecía ser violada en grupo. ¿Su pecado? Haber dicho que el referéndum del 1-O, es ilegal. 

Dos ejemplos más. Hasta ahora sabíamos que los niños tienen pene y las niñas vulva. Pues resulta que no. La izquierda y sus aliados, gays, lesbianas, etcétera, están imponiendo su neolengua y las ideas que van con ella. Si usted se atreve a decir lo que todos sabemos, es un facha. Y como mucha gente tiene miedo a que se lo digan, acepta una nueva realidad. Es el mundo de la posverdad. Algo parecido a lo que les sucede a los catalanes que denuncian los atropellos catalanistas. Esto da miedo porque usted puede ser socialmente marginado. Al menos. Otros han tenido que marcharse de Cataluña. 

Último ejemplo. En los días finales de junio de 2017, además de sufragar con dinero de nuestros impuestos el día del orgullo gay, los autobuses hacían sus trayectos con la bandera arcoíris de gays y lesbianas. Nos atrevemos a preguntar si el día de la Hispanidad podrían llevar la bandera de España. 

¡No! Llevar la bandera de España es facha. Llevar la bandera arcoíris es guay. Esta es la dictadura políticamente correcta. Propio de un país políticamente estúpido. 

Si quiere salir de la pocilga políticamente correcta, necesitará coraje. Si no lo tiene, chapoteará en la posverdad y las mentiras de progreso. A cambio, desde su atalaya moralmente superior, podrá descalificar a los discrepantes. 

Llamándolos fachas. No hace falta razonar.

PD. Los cachorros de la CUP (Arran) han estampado logotipos amenazando con pegar un tiro en la frente al Rey y a Rajoy. Es la revolució dels somriures.


Sebastián Urbina es doctor en Filosofía del Derecho./ElMundoBaleares.(15/Septbre/2017.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ud. es de las pocas personas que, con el paso del tiempo, no me ha desencantado.
Un saludo

Sebastián Urbina dijo...

Muchas gracias. Es lo que siempre he intentado. Por mí y por los demás.