domingo, 3 de marzo de 2019

NO QUEREMOS IMPOSICIONES CATALANISTAS



EL ODIO HACIA TODO LO MALLORQUIN.

FRANCINA ARMENGOL desprecia profundamente cualquier símbolo de identidad mallorquina. No es la única. Ese es un sentimiento que comparte todo el Pacte de Progrés. La mallorquinidad les molesta. La consideran provinciana. La verdadera cultura superior, para ellos, es la catalana. Por eso hay algunos que se identifican como «catalans de Mallorca», un calificativo que personalmente me causa tristeza. Que un tipo nacido aquí, de padre y madre mallorquines, renuncie a su propia tierra para abrazar la de otra Comunidad Autónoma es para echarse a llorar.
Es la consecuencia de más de tres décadas de adoctrinamiento. Les enseñan desde muy pequeños que el camino correcto es el que dicta la Generalitat, y que defender el uso del artículo salado o las peculiaridades lingüísticas de la isla es algo «que está bien a nivel coloquial, pero que no es correcto en el uso formal». ¿Y quién decide lo que es el uso formal? Comisarios políticos disfrazados de profesores. Al final, o la influencia en el hogar propio es muy fuerte, o acaban decantándose hacia el otro lado porque además saben que si insisten demasiado lo único que conseguirán es que les señalen con el dedo y les acusen de gonelles, un término con el que, en el fondo, pretenden marcarles como fascistas.
Viene todo esto al nuevo veto del Govern de Francina Armengol a la presencia de la Fundació Jaume III en la Diada, que comienza hoy y que se extenderá durante todo el fin de semana. En los cuatro años de una legislatura que ya toca a su fin (tic tac, tic tac...) la Fundación no ha conseguido superar el bloqueo de un ejecutivo al que no le importa conceder espacio a otras Comunidades Autónomas, pero al que le molesta sobremanera otorgárselo a una entidad que promociona la cultura y las modalidades lingüísticas de Baleares. ¿Por qué? Precisamente por eso, para que nada pueda enturbiar la pancatalanización que han llevado a cabo durante un cuatrienio lamentable en el que su fanatismo les ha llevado incluso al extremo de anteponer el catalán a la salud pública.
Es bastante posible que el próximo año la Fundació Jaume III sí pueda estar en el Día de ses Balears porque lo lógico es pensar que las urnas castigarán a este grupo de extremistas, pero por desgracia la raíz del problema sigue ahí porque en los colegios públicos se continúa practicando el adoctrinamiento sin ningún pudor, y con toda seguridad en alguna aula están sentados ya las Francinas Armengol del día de mañana. Los futuros catalans de Mallorca.

(Tomeu Maura/ElMundo/1/3/2019.)

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