domingo, 14 de marzo de 2010

CARCAS: socialistas y nacionalistas.








EL ESPAÑOL. PROPIO, COMÚN Y SALUDABLE.
Lunes , 22-02-10
A. PUERTA / F. CRIADO
LA CORUÑA / SANTIAGO. El escritor coruñés y académico de la RAE José María Merino ponía los puntos sobre las íes no hace mucho en el conflicto de la lengua, que los nacionalistas se empeñan en azuzar únicamente para sus propios intereses políticos. Así, confesaba en un desayuno organizado por Efe en León, que «sinceramente» le «preocupa poco» que las formaciones frentistas «opten por perder el español», ya que, desde el punto de vista de la lengua, «no nos van a empobrecer al resto de los hispanohablantes», teniendo en cuenta sobre todo, sostenía en este almuerzo, que España en su conjunto «solamente constituye el 10% de los hispanohablantes del mundo entero».

Por mucho que les pese a los revolucionarios catalanes, vascos o gallegos, afanados en falacias autodeterministas y en excluir de sus comunidades todo lo que suene a español, incluido el propio idioma, éste goza de una magnífica salud, aunque algunos, como el Ayuntamiento de Barcelona, intenten ponerle chinitas en el camino intentando erradicarlo de su ámbito de influencia al redactar un Reglamento de Usos de la Lengua Catalana que antepone el catalán en el consistorio, y que fue aprobado en pleno.

Otros, como los nacionalistas gallegos, llevaron al Parlamento regional una proposición no de ley que recuerda a los cargos de la administración «la necesidad de hacer uso público, tanto oral como escrito, de la lengua gallega en el desempeño de su responsabilidad política». Como era de esperar, los socialistas gallegos apoyaron la moción de Lobeira, a la que se sumó en último término el grupo del PP (quizá por haber sido tachado sistemáticamente en los últimos meses de «anti-gallego» por el decreto del idioma en la enseñanza), si bien los populares rechazaron la «obligatoriedad», que consideran «un criterio general».

El Verbum
Feijóo, que nombró el pasado año en su equipo a un puñado de responsables nacidos fuera de Galicia, había defendido la libertad idiomática de sus conselleiros, y de los diputados, éstos para utilizar la lengua que les pluguiese en la Cámara. El trato al castellano en Galicia saltó también al primer plano en la jornada de ayer, cuando ABC desveló que un museo de titularidad pública, el Verbum, o la Casa de las Palabras de Vigo, arrinconaba al idioma de todos en su exposición permanente apuntando al «argentino» como lengua propia de Argentina, caso que se extrapolaba a otros países iberoamericanos. El «error» se viene manteniendo sin cambios durante los últimos siete largos años.

El texto del Ayuntamiento barcelonés, que apoyaron todos los grupos excepto el PP, distingue el catalán para las actuaciones internas, relaciones con otras organizaciones en el ámbito lingüístico catalán, selección de personal, en los estudios y proyectos a entregar, y lo hace prevalecer igualmente como criterio determinante en la adquisición de bienes y servicios. Un capitulito más en un conflicto lingüístico que pretende hurtar derechos a miles de ciudadanos de las comunidades bilingües por mucho que se empeñen algunos en ocultarlo.

Entre ellos, el propio presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, quien en una entrevista en Radio Nacional dio la clave de esta pugna al distinguir entre la «lengua propia» y la «lengua común». Montilla invitó a darse un paseo por las calles catalanas a quienes «intentan crear problemas sobre la base de la lengua», para que comprobaran que «no hay discriminación» por este asunto. Y ponía el siguiente ejemplo: «Si usted va a una librería, la mayoría de los libros son en castellano; si va al cine, es muy difícil encontrar una película en catalán y, por supuesto, si pone la televisión, verá que la mayoría de canales son en castellano». En este sentido, insistía en que se puede comprobar que, en Cataluña, se habla indistintamente tanto el catalán, que es la «lengua propia», como el castellano, que es la «lengua común» que «entienden todos los ciudadanos». Esa es la cuestión: distinguir entre «común» y «propia», razonaba entonces.

Sin «copyright»
Las lenguas no vienen inscritas en el código genético de cada persona, sino que son una cuestión de aprendizaje y, por supuesto, de tradición cultural, familiar, sentimental y de intercambio comercial, incluida la comunicación, que es su principal función. Son muchos los especialistas que coinciden en que a las lenguas no se les puede poner «copyright» en el sentido de «propiedad» que otorga la primera acepción del diccionario de la Real Academia Española a este término: «Perteneciente o relativo a alguien que tiene la facultad exclusiva de disponer de ello». Las lenguas son propiedad de cualquiera que las aprenda.
Ni, por supuesto, pueden ser propiedad de los territorios. Si por «propia» entiende Montilla, y en general todos los nacionalistas, que es la lengua que tradicionalmente han hablado durante siglos los oriundos de sus territorios, también tendrían que considerar como propio el castellano o español, porque es innegable que se habla en Cataluña, como en el resto de las comunidades aludidas, desde prácticamente su nacimiento hasta nuestros días. Incluso desde varios siglos antes de que se constituyera España como el Estado moderno actual y Cataluña como entidad regional.

La «Encuesta de la Región de Barcelona 2000», publicada en 2003, es bastante ilustrativa. En el sondeo se reflejaba que para el 30% de los barceloneses, el catalán era su lengua habitual, frente al 56%, cuya lengua habitual era el castellano. Y lo más sorprendente, según recoge Irene Lozano en su obra «Lenguas en Guerra», es que el 13% de los barceloneses consideraban «propias» ambas.

Lo que se denuncia no es la «discriminación» de una lengua, sino la falta de libertad para elegir, por ejemplo en la Educación, la que cada uno quiera para sus hijos, dentro de las dos oficiales «propias» de todas estas comunidades bilingües mencionadas. Y alguien miente. O Montilla o los numerosos ciudadanos que a través de los medios de comunicación denuncian esa falta de libertad. Si no existiera tal conflicto, como dice Montilla, no habría una sentencia del Tribunal Supremo, ratificando otra del TSJC, que obliga a la Generalitat a disponer los medios necesarios para que miles de niños catalanes puedan ejercer su derecho a estudiar en español, también lengua «propia», como idioma vehicular.

Ni existirían suculentas multas a comerciantes por rotular sus locales en castellano y no en catalán. Multas que la Generalitat quiere incluso hacer extensivas a todas las empresas públicas o privadas que no emitan sus facturas, contratos, pesupuestos, publicidad o resguardos en catalán. Un caso que generó también polémica en Galicia durante la etapa del bipartito, cuando comerciantes se quejaron de haber recibido misivas de la Mesa por la Normalización Lingüística amenazando con sanciones públicas.

Paradojas. Sin duda los turistas hispanoparlantes encuentran menos trabas lingüísticas en muchas capitales europeas, donde ya se incluye el español como una de las lenguas de referencia en todo el entramado turístico. Por mucho que les pese a los nacionalistas, el español es la segunda lengua del mundo en implantación y, por tanto, en oportunidades para las generaciones futuras de todas las comunidades españolas. Si vascos, gallegos o catalanes, afirma el académico José María Merino, «quieren perder el castellano a mí no me preocupa», pero les recuerda a los que no dudan en mostrar su rechazo que «les sirvió, por ejemplo, para ir a Cuba, y viajar por todo el planeta».

Obama en clave española
Hoy ese «todo el mundo» incluye Estados Unidos, donde Barack Obama, nada más tomar posesión de la presidencia del país, emitió un comunicado oficial de la Casa Blanca que, por primera vez, era leído en español, consciente de que es el segundo idioma de Estados Unidos y el segundo en implantación en todo el mundo, con un mercado potencial de 450 millones de hispanohablantes.

Por eso surge cada vez más demanda de aprendizaje del español. Por ejemplo, el Instituto Cervantes ha firmado recientemente un acuerdo para enseñar español a los 100.000 empleados que la cadena de cafeterías «Starbucks» tiene en Estados Unidos. Otro ejemplo significativo de esta demanda es que Alemania se quejaba hace unos meses de que sufre una fuerte escasez de profesores de español en sus centros educativos a todos los niveles. Los datos de la Oficina Federal de Estadísticas eran contundentes: en el curso 2000/2001 unos 115.000 escolares alemanes estudiaban español, mientras que en el curso 2007/2008 esta cifra se había disparado hasta los 285.000 alumnos, lo que suponía un incremento de casi un 150% en un período de apenas ocho años.

Más espectacular, si cabe, es el caso de Brasil, donde según los últimos datos del Instituto Cervantes, se ha pasado del millón de estudiantes de español en 2006 a cinco millones en la actualidad y con una demanda de 12.000 profesores para continuar con esta progresión del castellano.
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CARCAS: SOCIALISTAS Y NACIONALISTAS. Obama hizo lo que hizo por que no es un imbécil, como muchos, muchos, socialistas españoles (?) y nacionalistas periféricos antiespañoles. Esperemos que, de cada vez, más gente se entere de los sectarios y enfermos políticos que son.¡Qué desgracia! Sebastián Urbina.

2 comentarios:

María dijo...

Afortunadamente, la lengua es un instrumento de comunicación, que se utiliza al margen de la voluntad de totalitarismos. La gente la usa si le sirve para comunicarse con otro. Le duela a quien le duela. Sobrevivió el catalán an franquismo por eso. Y, por supuesto, sobrevivirá el español a pesar de Montilla, la OCB y sus secuaces.

Anónimo dijo...

Esto de la libertad de elección de lengua en la escuela suena muy bonito, pero ¿cómo lo hacemos a efectos prácticos, creando guetos? A mi me parece que sería mucho más respetuoso con la legalidad y con los ciudadanos, que se enseñasen las dos lenguas, por igual (50 y 50, o 60/40), tanto castellano como catalán son oficiales, no lo olvidemos.

Jimi