lunes, 22 de marzo de 2010

REFORMA SANITARIA.


Actualizado Lunes , 22-03-10 a las 09 : 21
La reforma sanitaria aprobada por EE.UU. cambiará el sistema sanitario del país norteamericano en muchos puntos. Estos son los más importantes:

1. Cobertura actual
De los 308 millones de ciudadanos estadounidenses un total de 46 millones carecen de cobertura médica; 42 se benefician del programa Medicare, dirigido a los mayores de 65 años; 37 están cubiertos por el programa Medicaid, destinado a la gente sin recursos; y 15 millones tienen seguro privado.

2. Cobertura futura
La reforma entrará en vigor a partir de 2014, y para 2019 hasta 32 millones de ciudadanos más tendrán cobertura sanitaria. Ésta alcanzará al 95% de la población, por lo que aún quedarían 15 millones de estadounidenses sin seguro, a expensas de futuras reformas.
3. Seguro obligatorio

La reforma aprobada implanta la obligatoriedad de que ciudadanos sin cobertura de empresa, y empresas con más de 50 empleados, contraten seguros sanitarios privados. Para ello se creará un fondo de subvenciones dotado con 600.000 millones de dólares.
4. Extensión de Medicaid

El sistema público Medicaid —para los pobres— se amplía a los individuos que ganen menos de 16.500 dólares, y a las familias de cuatro miembros que ganen menos de 39.000 dólares al año (el 133% del umbral de pobreza).
5. Extensión de Medicare

El programa público Medicare, que beneficia a los mayores de 65 años, será ampliado de forma gradual, hasta 2020, para cubrir también la parte proporcional de los gastos de farmacia aún no cubiertos.
6. Subvenciones

La suscripción de seguros privados será facilitada mediante subvenciones para individuos que ganen menos de 43.000 dólares anuales, y familias de cuatro miembros que ingresen por debajo de 88.000. Las subvenciones beneficiarán a unos 19 millones de ciudadanos.
7. Cobertura familiar

Los hijos adultos de hasta 26 años quedarán cubiertos por los seguros de sus padres.
8. Plazos de aplicación

La reforma empezará a aplicarse en 2014, y en 2019 su aplicación será completa.
9. Financiación


Los 940.000 millones de coste se financiarán con subidas de impuestos para las rentas más altas; con recortes en gastos superfluos y mayor vigilancia de la corrupción.
10. Rechazo popular
Las últimas encuestas reflejan que el 53% de los ciudadanos rechazan la reforma.
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NOCHE EN AMÉRICA.

Si la "mañana en América" de la que habló Ronald Reagan fue un período de liberalización económica y prosperidad para Estados Unidos, la aprobación hace unas horas de la ley de sanidad de Barack Obama marca la "noche en América". Esta ley es la encarnación del antiliberalismo más rampante y la prueba de que, por si alguno no se había enterado, la izquierda socialdemócrata llegó verdaderamente a la Casa Blanca con Obama. Porque la aprobación de esta ley (a falta de unos ajustes en el Senado y la firma presidencial esta semana) representa el modo de hacer política de un partido y de un presidente de espaldas a la voluntad del sujeto político de la nación, o sea de los ciudadanos.

La ley y su contenido, sin ser todo lo radical que Obama y los demócratas inicialmente pretendían, sigue siendo en sí un asalto a la libertad individual y una bofetada a la Constitución de Estados Unidos. Obliga a los estados y a los ciudadanos a contratar un seguro médico estipulado bajo las regulaciones federales de Washington y controlado por el Servicio de Impuestos Internos (IRS)... como si éste supiera algo de medicina. La ley falla tanto en sustancia como en los métodos usados y saca adelante de forma unilateral y sectaria un mamotreto legal de supuesta reforma que no hará sino deteriorar la economía norteamericana con más impuestos y peores servicios médicos. La ley socializa así un asunto individual que históricamente jamás estuvo antes en Estados Unidos en manos del Gobierno. Obama pone los regalitos de la ley ahora y guarda lo problemático para 2014, a fin de asegurarse la reelección.

La prueba de que la sanidad bajo control gubernamental es un oxímoron en esta tierra norteamericana se observa en los fallidos experimentos de "Medicare" y "Medicaid", ambos en números rojos. Lo mismo cabe decir de una "Seguridad Social" en total bancarrota y así también de cientos de programas federales impuestos por las diversas presidencias y congresos demócratas que sólo suponen más gasto, más impuestos y peores resultados. Pero de eso vive la socialdemocracia: de crear ciudadanos dependientes y de minar poco a poco la libertad individual. De ahí lo de la noche de América transformada en pesadilla para el sueño americano.

La aprobación final de esta horrenda ley se ha logrado gracias a los múltiples tratos tras las cortinas de los líderes demócratas, Nancy Pelosi, y aun del propio presidente Obama. Varios congresistas demócratas como Bart Stupak y una docena más de representantes, quienes hasta sólo unas horas antes de la votación prometían no apoyar esta ley alegando su personal posición a favor de la vida y contra el aborto, han probado el nulo valor de sus promesas haciendo reverencias a la disciplina de su partido y cediendo al chantaje presidencial de una efímera "orden ejecutiva" para no usar dinero público para abortos. Sólo con pasajeros trucos como este desde la Casa Blanca se ha podido aprobar esta ley que marca el inicio de una especie de eurosocialización de la sanidad en Estados Unidos. En la agenda de Obama se encuentra lo mismo para los asuntos educativos, energéticos y de inmigración.

Una media de las encuestas más fiables sobre esta ley muestra que sólo el 40% de los ciudadanos apoya esta legislación y que la mayoría de los norteamericanos la rechazan. En siete meses y medio, esos mismos ciudadanos tendremos la oportunidad de hablar en las urnas. Aunque falta por ver cómo termina el texto final de esta ley al deberse ahora "reconciliar" en el Senado, la única solución que la mayoritaria oposición popular y los políticos republicanos tienen ante sí es el rechazo total y legislativo de esta ley en los próximos años. Eso requerirá de una mayoría del Partido Republicano en el Congreso y a esa labor se han puesto ya manos a la obra sin dudarlo.

Obama, los demócratas y sus variados amigos mediáticos juzgan que este triunfo legislativo es un éxito político del presidente. Puede que lo sea a primera vista, pero el éxito es el de una política al estilo de Chicago. No hay sensación de éxito en el sentir ciudadano pues éste sigue sin ver con buenos ojos la intromisión del Gran Gobierno en un asunto tan personal y privado como la salud. El pueblo norteamericano, muchos de los estados y la oposición republicana buscarán a la larga rechazar esta ley y reponerla con otra auténtica reforma que no sea ni tan unipartidista ni tan abyecta como la ahora aprobada.

Eso no podrá ser hasta 2013 y siempre que Obama no salga reelegido y que los republicanos tengan supermayorías. Sólo así, de esta "noche en América" se podrá pasar a la "mañana en América" de la que habló Reagan. El problema es que Reagan ya no está y Obama se encuentra decidido a hacer trizas la América constitucional. De momento, ya ha dado un paso y será difícil echar abajo una ley que tiene de histórica el ser la pesadilla del sueño americano.

Alberto Acereda es catedrático universitario en Estados Unidos y editor de Semanario Atlántico / Atlantic Weekly.

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