viernes, 26 de marzo de 2010

GREGORIO MARAÑÓN.










GREGORIO MARAÑÓN, MEDIO SIGLO DESPUÉS DE SU MUERTE.



Gregorio Marañón:

‘Inútil discutir: no se convence a nadie por el razonamiento, sino por la emoción’.



No es fácil llegar a esta conclusión. Durante mucho tiempo he creído que sí se podía. Mi opinión actual es distinta. Por eso escribo para los convencidos y para los que tienen dudas. Creo que es posible convencer a los dudosos sinceros. Por el contrario, los adversarios políticos son imposibles (prácticamente hablando) de convencer. Aunque no puedo evitar que (algunos) me lean, no escribo para ellos.


Esto se comprueba en las tertulias televisivas. Incluso en las mejores, en las que suele haber personas de prestigio, bien en el campo del periodismo, la empresa o la universidad. Una y otra vez, una y otra semana, se repiten los mismos argumentos. Se repiten las mismas posiciones. Por ejemplo. Cuando se habla de la crisis económica, algunos dicen que la desregulación de los mercados es una de las causas fundamentales de la misma. Otros dicen que los mercados financieros están reguladísimos. Parece que lo pertinente sería comprobar si los mercados financieros estuvieron sin regular durante, por ejemplo, entre 2005 y 2009. Pero parece ser que esto no interesa. Lo que se hace es seguir repitiendo lo mismo, semana tras semana. Machaconamente.


Creo que esto muestra que no hay interés por avanzar, por aprender, por reformular planteamientos. No interesa la verdad, en definitiva.


Otro ejemplo lo tenemos en la constante referencia, en estos debates, a cuestiones distintas a las que se están debatiendo. Por ejemplo. Alguien habla de que, ahora, el Partido (B) ha cometido el error de hacer (X). En vez de analizar si esto es cierto, lo que suele hacerse es recordar que el Partido (A) hizo, supuestamente, lo mismo, hace diez años. La consecuencia es que los debates sirven poco para los ciudadanos. Porque para aprender hay que centrar un debate. Si alguien se desvía tiene que justificar el abandono del tema a debatir y su incursión en otro aspecto de la realidad. Por supuesto, todo tiene que ver con todo, pero así no se llega a ningún sitio. Sin embargo, esto es lo normal. Este es el ejemplo de discusión ‘inteligente’ que se da a los ciudadanos a través de los medios de difusión.


Los contertulios de los debates televisivos (especialmente si se trata de tertulias de cierto renombre) tienen la obligación moral de ser claros en sus planteamientos, porque así ayudan a que los ciudadanos entiendan lo que proponen o defienden. De este modo pueden ayudar a mejorar la comprensión de los problemas que afectan a la sociedad. Recordemos que la comprensión ilustrada (por parte de los ciudadanos) es una de las exigencias para el buen funcionamiento de la democracia.

Bien, y si es inútil discutir ¿por qué digo esto? ¿No es contradictorio?


Sigo pensando que no se suele convencer a nadie por el razonamiento, pero se aumenta la comprensión ilustrada de los ciudadanos. Un debate en el que las partes expongan con claridad y rigor sus respectivas posiciones ayuda a la sociedad. No es necesario convencer a nadie. Basta clarificar. Ya es mucho. Pero ni siquiera esto se hace. Lo normal es que hablen tres o cuatro contertulios a la vez, lo que dificulta la comprensión de los problemas discutidos. Es una falta de respeto a los espectadores. Por cierto, algo que necesitamos mucho, respeto. Y algunas cosas más.


Dado que la emoción juega un papel más importante que el razonamiento, un político que, en mi opinión, es un desastre para España, como Zapatero, tiene más capacidad de ‘enganche’ que Rajoy. Y no me gusta Rajoy, ni pienso votarle. Estoy hablando de otra cosa. Estoy comparando la respectiva capacidad de convencer. Rajoy suele ser más racional que Zapatero. Zapatero, en vez de contestar a las interpelaciones parlamentarias (no siempre, por supuesto) apela a ‘la guerra de Irak’, al ‘Prestige’, o cosas parecidas. A mi me parece algo estúpido pero, dado el auditorio que tenemos, es efectivo. Hay, por desgracia, millones de votantes que se emocionan al oír mencionar ‘la guerra de Irak’. A mi me parece una muestra de estupidez preocupante, pero esto solamente evidencia las enormes diferencias que hay entre unos ciudadanos y otros.


Esto es grave. Lo que es beneficioso es que haya diferencias pero no cualquier diferencia. El pluralismo es consustancial a la democracia. El problema aparece cuando se tienen que discutir cuestiones que deberían ser indiscutibles, cuestiones que deberían ser aceptadas por todos. Porque toda sociedad necesita un ‘fondo’ compartido sobre el cual construir la convivencia. Sin este fondo común compartido, la sociedad está desarticulada, desvertebrada. Y esto es muy preocupante.


Sebastián Urbina.

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