martes, 11 de septiembre de 2018

BASURA SOCIALISTA


(Los socialistas- al menos los que mandan- tratan siempre de complacer a los separatistas antiespañoles. Y, al mismo tiempo, dicen que defienden el Estado de Derecho.


Encima, en estos graves momentos, golpe de Estado incluido, se atreven a ser ‘comprensivos’ con los golpistas. Jamás tendría que haber dicho que prefiere libertad condicional para esta cuadrilla de delincuentes, ni que Cataluña es una 'nación'. Todo esto es echar leña al fuego.

 Lo peor de todo es que, todavía, hay gente que confía en ellos.



Lea ‘La izquierda y la nación. Una traición políticamente correcta’, de C. Alonso de los Ríos. Verá lo que se puede esperar de los socialistas.)






LA BASURA SOCIALISTA DE SIEMPRE.


El portavoz del partido naranja, Juan Carlos Girauta, ha contestado en las redes sociales y en declaraciones ante los medios a la entrevista del ministro de Exteriores en la BBC.

Girauta asegura que "los socialistas siempre defraudan" tras haber hablado Borrell de Cataluña como nación, contestando a una pregunta específica en la televisión pública británica.


En los pasillos del Congreso, Girauta lamentaba igualmente que el ministro hubiese dicho que prefería ver a los autores del golpe secesionista en libertad condicional: "Si a uno le preguntan por una cosa así, que compromete a su país, que compromete a la división de poderes, que compromete a la fiabilidad del sistema de justicia independiente, pues parece que lo lógico es decir que uno se atiene a las decisiones de los jueces, y si los jueces consideran que tienen que estar en prisión preventiva, pues así será".  

(LD/11/9/2018.)



CATALUÑA NO ES UNA NACIÓN NI ‘UN

 SOL POBLE’.


La multitudinaria manifestación de la Diada de 2012, que llevaba por lema "Catalunya, nou Estat d'Europa", supuso el pistoletazo de salida del proceso separatista; desde entonces, los impulsores del golpe de Estado tratan de inflar todos los años el número de asistentes al aquelarre antiespañol y vuelven comprometerse a "llegar hasta el final" en su inicuo desafío a la soberanía nacional y al Estado de Derecho.

Pero por mucho que los impulsores del golpe inflen las cifras, y por orwelliana que sea la cobertura que de semejantes episodios de delirio colectivo liberticida hacen medios de comunicación como la descalificable Televisión Española, la realidad es que los partidarios de la independencia no han ganado correligionarios desde 2012 y que más de la mitad de los catalanes siguen queriendo que el Principado no se desgaje de España.

Aun cuando la totalitaria ingeniería social nacionalista ha conseguido, después de cuatro décadas, que casi la mitad de la población catalana abrace la secesión, el número de separatistas parece, en efecto, haberse estancado en los últimos años, circunstancia aún más llamativa si se tiene en cuenta el deplorable desempeño de una clase política sedicentemente constitucionalista que, para empezar, en su día no tuvo reparo alguno en que se diera a la Diada carácter de fiesta nacional de Cataluña, pese a que remite a una guerra de sucesión –que no de secesión– en la que los catalanes –como el resto de los españoles– combatieron en ambos bandos y con la mente puesta en lo que consideraban mejor para España.

El desprecio o directamente el odio a España inoculado durante décadas por los nacionalistas desde las escuelas y los medios de comunicación no ha podido sin embargo aniquilar a esa mitad de catalanes que quieren seguir siendo españoles, pese a la orfandad y el desamparo que reciben de un Gobierno y de una clase política nacional que se muestran impasibles ante el envenenamiento de la convivencia perpetrado por el separatismo y que hasta consienten que un cabecilla del golpe siga ostentando la máxima representación del Estado en Cataluña como presidente de la Generalidad.

Pocos ejemplos más graves y elocuentes

 de la actitud del Gobierno español que 

las declaraciones de Josep Borrell único ministro supuestamente combativo con el nacionalismo– a la BBC, en las que se ha permitido criticar la prisión preventiva dictaminada por el juez Llarena contra los miembros del anterior Gobierno golpista de Puigdemont y, sin vergüenza, ha afirmado que Cataluña es una "nación".

Si hasta un ministro como Borrell finge ignorar que la parte nunca puede ser igual al todo, que Cataluña ni es ni fue nunca una nación, y hasta se permite criticar las medidas de un juez en defensa del orden constitucional¿qué se puede esperar del resto del Gobierno? ¿Qué critica cabe hacer a los separatistas sin hacerla extensible a unos gobernantes españoles que hacen suyos los delirios de los primeros y toleran una independencia de facto a la Cataluña nacionalista tanto o más repugnante que la independencia de iure que andan estos persiguiendo?

Pese a las quimeras de los separatistas y a la condescendencia y pusilanimidad de los partidos constitucionalistas, lo cierto es que la soberanía nacional la sigue ostentando el pueblo español y que Cataluña no es "un sol poble" que clama por la secesión.

 Lo cierto, en fin, es que la población de esa parte de España está profundamente dividida y enfrentada, debido tanto a los proyectos totalitarios de los nacionalistas como a la cómplice dejadez de quienes deberían combatirlos con todas las armas del Estado de Derecho.

(LD/edit/12/9/2018.)



PEDRO SÁNCHEZ LO ESTÁ HACIENDO BIEN.

Hay que agradecerle a Pedro Sánchez su empeño en acabar con el PSOE. Si la destrucción es suficientemente intensa, el okupa monclovita habrá rendido un gran servicio a la patria... por supuesto sin proponérselo, que para eso es socialista. No socialista "de toda la vida", porque, según cuenta alguna compañera de instituto, cuando el joven Sánchez batallaba con los latines del Bachillerato era más de derechas que un paraguas negro. La conciencia socialista le nació después, ya talludito.
Su radicalismo desnortado al frente del Gobierno, tratando de ahormar con podemitas y separatas una coalición que le permita llegar hasta el final de la legislatura, tiene toda la lógica, tratándose de un político desoficiado que conoce bien al votante medio de izquierdas. Su victoria en las primarias socialistas se forjó precisamente ofreciendo al militante un programa similar al de Podemos, con la promesa firme de erradicar de su gestión cualquier atisbo de sensatez o centralidad. Por supuesto, ganó. Y ahora que manda en España está haciendo honor a sus promesas con enorme satisfacción de los que le eligieron para dirigir al PSOE. En eso no cabe achacar a Pedro Sánchez ninguna deslealtad.
Pero una cosa es hacerse con los votos de los militantes socialistas, un cuerpo electoral tan degradado desde Zapatero que hasta Sánchez se ha convertido en su líder, y otra algo distinta contar con el favor de una amplia mayoría de españoles para afrontar con garantías unas elecciones generales.
Sánchez ha decidido contribuir decisivamente a que el hueco electoral en la zona socialdemócrata del arco político tenga ya las dimensiones de la Fosa de las Marianas. El PSOE, en sus manos, es un partido radical dirigido por personajillos sin fuste dispuestos a todo con tal de mantener a su líder en la Moncloa, sobre todo ahora que ha colocado a la parentela y a decenas de amiguetes en puestos con los que, de otro modo, jamás habrían podido soñar.
La profanación de los restos del anterior jefe del Estado es solo un paso más en esa estrategia de podemización socialista, que amenaza con dejar a los de Iglesias sin discurso político. A este paso, los podemitas tendrán que pedir el encarcelamiento inmediato de todas las personas que no piensen como ellos para distinguirse del PSOE. Todo se andará.

(Pablo Molina/ld/12/9/2018.)
 

4 comentarios:

Arcoiris dijo...

Manejar a esos borregos, pastorear al humano rebaño, gobernarlo, es decir, chuparle la sangre y vivir a su costa cuidando de que no alborote, más o menos como hacen los masai con sus vacas, no me parece nada fácil; antes bien, creo que ha de ser un muy duro quehacer y alejado de las posibilidades o virtudes del común de los cabritos (y no tan jóvenes). Desde el hombre de las tabernas para acá, se han puesto en práctica distintas “apps” para tal fin; ahora toca probar con la “app” de la democracia, que, en mi modesta opinión, algo dudoso y sospechoso ha de tener cuando los USA tienen tanto empeño en imponer el sistema entre los países de su imperio. Entre sus cosas divertidas está su propio nombre: se le llama ”democracia” y hay mucho cándido, catalán o no, que se lo cree a pies juntillas. Viene todo esto a cuenta de la lectura de este artículo (https://www.abc.es/internacional/abci-cuadernos-corrupcion-kirchner-apuntan-madres-plaza-mayo-201809111823_noticia.html) en un día en que una buena parte del rebaño trisca y retoza de alegría porque cree más allá de cualquier duda razonable que están al caer los verdes prados prometidos por su President, elegido a dedo por un fugitivo, mientras un Gobierno okupa observa el espectáculo y busca las palabras para venderle la moto al pagafantas “soberano”. Y no es que vea el vaso medio vacío; es que sobra vaso.

Sebastián Urbina dijo...

En mi opinión, quiera lo que quiera el imperio, el sistema político menos malo, hoy por hoy, es el democrático. Con muchos defectos, pero así es.

Elegimos entre malos y peores. Y los experimentos 'con gaseosa'.

Arcoiris dijo...

“¡No es esto, no es esto!” ¿A quién se le atribuye? ¿A Ortega? ¿A Marañón? Pues, en mi modesta opinión, también, no es esto. Yo no menosprecio un sistema político que parece el menos malo; yo, desde mi insignificancia, simplemente opino que lo que se conoce como esta “joven democracia española”, la que se practica en este país y en todas sus tierras, se parece a la idea que yo tengo del sistema como un huevo a una castaña, quizás aún menos. Claro que sólo se trata de un simple parecer, el mío. (Quizás esos manifestantes,que nunca faltan, y que siguen pidiendo "¡Democracia!" y "¡Libertad!" no anden muy desencaminados).

Sebastián Urbina dijo...

Los dos. La situación social, política y económica de la II República era mucho peor que la actual.

Dicho esto, nuestra democracia- con un toque partitocrático deplorable- tiene mucho que desear. Especialmente, corrupción, despilfarro y desmembramiento de la nación española que- si sigue- dará muy negativos resultados. Esperemos que no violentos.

A pesar de todo, no veo ningún sistema político alternativo mejor.