Pasemos a la acción civil y democrática en defensa propia
para librarnos de los insensatos y farsantes que nos gobiernan.
Parece que el temporal Sánchez no va a pasar nunca,
sobre todo porque este hace lo que quiere hacer por convicción, por
capricho o conveniencia sin desinhibición alguna. Desde 2019, no hay día
sin decreto, sin proyecto, sin anuncio, sin maniobra de distracción,
sin farsa, sin vergüenza, pero también sin miedo, sin complejos, sin
consideración, sin medida, sin respeto alguno por los millones de
españoles a los que les impone tasas, normas, reglas de comportamiento,
palabras o hechos consumados sin tenerlos en cuenta. Lo destacaba Federico Jiménez Losantos
con toda razón: en tres días, ley trans, ley animalera y ley de
discordia y amnesia históricas. Tres buches de un trago y queda más de
un año para las elecciones generales y medio para las autonómicas y
municipales.
En su vademécum floral Manual de Resistencia, Pedro
"el guapo" –que así lo dice el interesado—, no menciona en ningún
momento las palabras Hispanidad, Iberoamérica ni Hispanoamérica. Sólo
habla, y no demasiado, de Latinoamérica. Sigue así la operación
antiespañola intensificada por los estados europeos que ambicionaron
siempre desgarrar la presa iberoamericana y a los que tanto ayudaron el
obtuso y dictador Bolívar y el infame Fernando VII. Fueron los ideólogos
de esos países los que convinieron en eliminar el nombre de España, y
también el de Portugal, de las nuevas provincias de las monarquías
hispanas. Debe parecerle reaccionario hablar de "hispanidad" sin
percatarse que hasta el propio Simón Bolívar impulsó lo que alguien ha
llamado la "partida de bautismo" de la Hispanidad.
Atormentado por
las continuas intromisiones de Sánchez y sus socios en mi conciencia,
en mi lengua, en mi honor, en mi cartera, en mi género, en mis animales
domésticos y en mi futuro, y no encontrando en las derechitas, ni en las
cobardes ni en las valientes –no digamos nada del ya centro de la nada,
nadita, nadea Ciudadanos—, motivo alguno para la esperanza porque o no
saben o no pueden o no quieren o son unos inútiles o no les interesa ser
otra cosa que opositores permanentes de quienes nos están
descivilizando golpe a golpe, recurrí a lo pequeño, que puede ser
hermoso y lo es a veces, pero que es pequeño. Lo sé. Hasta que deje de
serlo.
Asistí ayer vía Youtube
y en riguroso directo a las jornadas organizadas sobre la Hispanidad
por los valerosos hispanistas que pueblan la asociación Cultural Héroes de Cavite
de Cartagena, nombre que responde a los últimos caídos españoles de la
Cuba de 1898 con monumento escultórico en la misma ciudad, erigido
gracias a una colecta popular inspirada y encauzada por el republicano,
luego exiliado, Rafael Altamira. Sorpresa, Pedrito, ni fue Franco ni los Primo de Rivera. Otra cosa más que tapar con la losa histórica de tu ley de Memoria.
Los que pasamos demasiado tiempo ensimismados y
desesperados por el esperpento que vivimos, que ni siquiera hubiera
podido imaginar Max Estrella, a veces caemos en la
tentación de creer que nada puede hacerse, que todo está consumado y que
España se encamina hacia la descomposición ansiada por sus enemigos
desde hace siglos. Y no nos convocamos, no nos emplazamos, no nos
correspondemos seguramente porque hemos vivido tantas decepciones que no
nos fiamos ni de nuestra propia sombra.
Pero estos nuevos héroes
de Cartagena se han atrevido a organizar unas jornadas, imagino que
tiesos de dinero pero ricos en ilusiones, en las que se está hablando
–que no han terminado todavía—, de la Hispanidad, libre, ardientemente,
sin continencias ni inhibiciones y, lo que es más importante, no a la
defensiva sino, al contrario, usando la verdad como disolvente de la
infame leyenda negra tejida por mercenarios para desmerecer a una España
con errores pero no con los horrores que otros, sus acusadores, estos
sí, cometieron.
Pude ver y escuchar, por ejemplo, al autor del documental sobre la primera globalización, obra de España, José Luis López Linares; al profesor argentino Marcelo Gulló, cuyos libros Madre Patria y Nada por lo que pedir perdón ("el único genocidio que hubo en América fue el que detuvo Hernán Cortés" o a la —iba a decir sublime—, sorprendente, Elisa Gómez Pedraja, sobre
los detalles no contados de la primera vuelta al mundo. Hubo muchos
más, y los habrá hasta el día 12. Usamos poco los milagros de la
tecnología que rompe soledades, pero todo pueden verlo en Youtube y comunicarse, si quieren.
Eso sí, pocos habrán visto un "bautizo" hispánico en directo, el de la rusa Natalia K. Denisova, autora de un completo Diccionario de los cronistas españoles de América y, además, crítica taurina, que anunció que cambiaba su nombre por el de Inés Montano. Por si fuera poco, se presentó en sociedad el canal Res Hispánica,
del que bien pronto oirán hablar y al que pertenezco. Así que, cuando
terminó el día, estaba hasta contento y consolado. Así que Viva España y
la Hispanidad y pasemos a la acción civil y democrática en defensa
propia para librarnos de los insensatos y farsantes que nos gobiernan.
Estamos dispersos, pero podemos juntarnos. Sea.
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