miércoles, 12 de octubre de 2022

SENTIDO COMÚN Y NUDISMO

 

Sentido común y nudismo

Por Sebastián Urbina

“Nosotros no creemos que sea obsceno ir por la calle desnudo. Sí masturbarse o hacer actos obscenos. Entendemos que ir desnudo es ejercer la libertad ideológica”, explica Pablo Mora, quien lamenta que recientemente “el director de un colegio de Torrent le ha denunciado por pasar ‘a propósito’ desnudo por delante del colegio, cuando realmente acude a un huerto que tiene allí”.

Este letrado advierte que “la ley no es clara. Desde que en 1988 se derogó el escándalo público el vacío legal ha de ser cubierto por ordenanzas municipales que la mayoría de ciudades no tienen, por eso entendemos que se vulnera el principio de legalidad”. (Periodista Digital/27/9/2022.)

Cualquier sociedad con unos mínimos de estabilidad y convivencia pacífica requiere que haya algunas cuestiones que se den por sentadas. Si tuviéramos que discutirlo todo, nos volveríamos locos. Yo creía que no ir desnudo por la calle era de sentido común, pero…

El sentido común es un conocimiento del que disponen todos los seres humanos. Se trata de un conocimiento sobreentendido, que no está escrito en ninguna parte, en el que prácticamente ni reparamos. Lo vamos adquiriendo de manera imperceptible, desde el día en que nacemos. Comprende conceptos como “los animales no conducen” o “mi madre es mayor que yo”. (Open Mind/BBV)

El siguiente paso complica las cosas. ¿Por qué? Porque en las sociedades democráticas, el pluralismo es una característica estructural. Esto supone que no hay un único sentido común sino varios. Pero no en todas las cosas, lo que añade otra complicación. Pondré un ejemplo antes de seguir.

No sólo es una obligación jurídica pararse ante el semáforo en rojo, es algo que cualquier persona (que no esté loca) lo considera obvio. Algo de sentido común. Y esto incluye a la gente de izquierdas y a la gente de derechas. Simplifico derecha/izquierda porque es más cómodo.

Sin embargo, no todos los ejemplos (como el del semáforo) implican a gentes de derechas y gentes de izquierdas. En el sentido de que todos lo vean obvio, de sentido común. Pondré otro ejemplo.

Se ha puesto de moda, entre la izquierda, que los niños puedan tener relaciones sexuales consentidas. Tan es así, que la ministra de igualdad, Irene Montero, así lo dijo públicamente.

En un artículo mío, titulado: ‘Pinker, ilustración y religión’, escribí esto: ‘En enero de 1977, Le Monde mostraba su indignación porque tres hombres habían sido condenados a una prisión «excesivamente larga» por haber mantenido relaciones con menores a los que, además, habían fotografiado. El artículo era una suerte de manifiesto pedófilo, firmado por los intelectuales «comprometidos» más destacados de Francia: Louis Aragon, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Roland Barthes, Jack Lang y André Glucksmann, entre otros. El partido alemán de Los Verdes pidió (noviembre 2014) públicamente perdón por su tolerancia ante la pedofilia en los años 80. Un año después de disculparse por primera vez, la formación se ha excusado ante las víctimas del abuso infantil y ha lamentado que hubiera personas que en aquella época pudieran justificar sus actos con programas de la formación ecopacifista.

Lo anterior, permite ver que lo que para la izquierda es obvio y de sentido común (y por ello lo defienden y reclaman), para otros es repulsivo. Aquí vemos que el ‘sentido común’ se diversifica claramente. Creo que hay dos maneras básicas de diversificación de creencias en las sociedades democráticas y pluralistas. Una diversificación enriquecedora y una diversificación tóxica.

Creo firmemente que la discrepancia civilizada (argumentada y no violenta) es fundamental para la mejora de la sociedad. El problema es que hay algunas cuestiones que provocan un fuerte rechazo que dificulta la discrepancia civilizada.

Antes de volver al principio, pondré otro ejemplo. Con alguien que defienda que los niños pueden tener relaciones sexuales sólo tengo rechazo. Me da tanto asco que no quiero entrar en materia. Me repugna el daño que se pueda hacer a los niños. Pues bien, si hay más gente como yo, tendremos dos maneras de ver un serio problema, dos ‘sentidos comunes’. El de la izquierda (como la ministra Irene Montero y otros, otras y otres) y el de personas que rechazamos estas propuestas sexuales. Este conflicto es de difícil solución. No estoy dispuesto a consensuar.

Y vuelvo al principio. A mí no me repugna (como en el caso de los niños) que un señor, o una señora, se paseen en pelotas por la calle. Me parece innecesario, exhibicionista, y generador de problemas. Añado que, si son gordinflas, es de mal gusto que me impongan sus michelines.

Seguramente recuerdan la idiotez (una de ellas) de la ministra feminista Irene Montero: ‘Sola y borracha quiero llegar a casa’. Ahora imaginemos que, además, quiere llegar en pelotas. Para mí, todo esto es idiota, absurdo y peligroso. O sea, dos ‘sentidos comunes’ radicalmente diferentes. Me parece que apoyar lo que dice Montero es de locas/locos/loquis de atar, y ellas/ellos/elles, deben pensar que soy un peligroso fascista.

¿Podría una persona ir desnuda a un partido de fútbol? ¿Se puede ir al dentista desnudo? ¿Se puede ir desnudo en autobús? ¿Pueden los tenistas jugar en pelotas? ¿Pueden los golfistas jugar en pelotas? ¿Pueden los futbolistas jugar en pelotas ¿Puede un camarero servirme desnudo? ¿Puede un maestro dar clases desnudo? ¿Por qué los niños tienen que ver a personas adultas desnudas por la calle? Etcétera.

¿Deberían los sistemas educativos promocionar algunos mínimos de convivencia respetuosa y civilizada, o deberían promocionar el todo vale, porque yo lo valgo? Una sociedad que no valora la intimidad, es una sociedad guarra y sin pudor. Sería una especie de ‘telebasura’, en vivo y en directo, por todas las calles y plazas de la ciudad. Las sociedades pueden degradarse, como sucede ahora. Aunque algunos no se enteren, porque ya están aborregados, por medio del sistema educativo/adoctrinador y los medios de comunicación/manipulación. Y la inacción de la ‘derecha centrada’. La degradación depende del nivel cultural, de la sensatez de sus ciudadanos, y del respeto que se tengan entre ellos.

PD. Pablo Iglesias (exvicepresidente del gobierno de España, nombrado por el socialista Pedro Sánchez) presenta al aspirante de Podemos a la Generalitat catalana, Héctor Illueca, que dice: «Me cago en Dios y en la puta Virgen».

Son capaces de cualquier infamia, socialistas incluidos.

Todo pueblo tiene el gobierno que se merece, si puede elegirlo.

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