(CIERTO. ES UNA EMPRESA CORRUPTA.)
'BARSAGATE' UN ESCÁNDALO HISTÓRICO DE CORRUPCIÓN.
Una inspección de Hacienda a una empresa del exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros José María Enríquez Negreira ha destapado el mayor escándalo de corrupción de las últimas décadas en el deporte español con el Fútbol Club Barcelona en el centro de la trama.
El caso es de dimensiones tan descomunales que es perfectamente equiparable a episodios como el que le costó el descenso a la Juventus italiana en 2006, acusada de conspirar para obtener el favor de los árbitros, o el de dopaje del ciclista Lance Armstrong, por el que se les despojó de los siete Tour y se le suspendió de por vida.
Las elevadas cantidades pagadas por el F. C. Barcelona a Enríquez Negreira cuando este ejercía de segundo de los árbitros españoles (que en los inicios de esta investigación se elevan a un mínimo de siete millones de euros) desvelan la podredumbre de una competición en manos de personajes tan turbios y singulares como el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, y el empresario audiovisual y avalista en el Barça Jaume Roures.
Ya no es una sospecha fundada, sino una certeza auténtica que el club catalán ha tenido a sueldo nada menos que al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, el organismo que designa a los árbitros y decide quienes ascienden o bajan de categoría. Pero esta historia no se ciñe al ámbito deportivo, sino que tiene serias implicaciones políticas puesto que está relacionada con el exdirector general de Deportes con Pedro Sánchez y expresidente del Consejo Superior de Deportes con Rodríguez Zapatero, Albert Soler, quien también fue director general del Barça estando en vigor el singular "contrato" del club con Enríquez Negreira.
Las indagaciones de la Fiscalía revelan además que cada vez que el Barça ingresaba su abultada paga en la cuenta del dirigente arbitral, este retiraba grandes sumas en metálico. De modo que las investigaciones se centran en el reparto de estos fondos. Los detalles son absolutamente escabrosos y con la circunstancia añadida de que Enríquez Negreira dejó de cobrar del Barça en el momento en que cesó como vicepresidente del comité técnico.
Pero durante los años en los que ostentó el cargo, el Barcelona se vio beneficiado por una inaudita plaga de penaltis a favor mientras que tuvieron que pasar más de setenta partidos seguidos para que se le pitara un intrascendente penalti en contra. El hedor a amaño no se puede camuflar de ningún modo. El caso apesta de tal forma que si se pretende salvar la competición española se deberían acometer medidas drásticas.
No es de recibo alegar que muy oportunamente en la nueva ley del Deporte esta clase de conductas prescriben a los tres años. Ni la Liga, ni la Federación ni el Consejo Superior de Deportes pueden contemplar estos hechos como algo pasado.
Urge una reacción a la altura de los datos que se van conociendo y que revelan una corrupción sin precedentes en el deporte español con implicaciones y derivadas de claro contenido político en favor de un club que ha sido una de las banderas del golpismo catalán.
(Edit.LD/18/2/2023.)
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