domingo, 6 de enero de 2008

EN TODAS PARTES CUECEN HABAS




6/1/2008.





EN TODAS PARTES CUECEN HABAS.


Andrew Anthony, escritor y columnista de The Observer, dice:
'Ser progresista está directamente vinculado al sentimiento de culpa' ... 'En Occidente nos consideramos la raíz de todos los problemas'.

Nada enardece más a la tribu que contemplar cómo uno de los suyos abandona la trinchera y rasga sus vestiduras ideológicas a la vista de todo el mundo. Esa es la osadía que ha cometido Andrew Anthony con «The Fall-Out» , uno de los ensayos más polémicos del año que acaba de terminar. Tras presumir durante cuatro décadas de impecables credenciales progresistas, el periodista del dominical británico «The Observer» se formuló una pregunta tan sencilla como desconcertante: «¿por qué pienso lo que pienso?» Y su respuesta le dejó perplejo: en muchas ocasiones, su fe progresista era un mero amasijo de clichés, prejuicios y traumas sin resolver. (LaRazón)





Me parece correcta la idea de que el discurso (por decir algo) progresista es un amasijo de clichés, prejuicios y traumas sin resolver. Esto indica los niveles de rigor intelectual de esta cuadrilla. Cuadrilla que tiene ramificaciones por todos lados. Los idiotas políticas se extienden como las grandes compañías transnacionales. Y suelen decir las mismas bobadas en todos los sitios.
Pero hay algunas precisiones que conviene hacer.

Primera.
Una característica bastante generalizada en este rojerío transnacional es su actitud ante los típicos tópicos. Recuerdo haberlo escrito en uno de mis artículos pero lo repetiré brevemente. Estaba hablando con un catedrático de Universidad y le comenté que Gabriel Tortella, en uno de sus libros 'Economía para historiadores', decía que la responsabilidad mayor y más importante de la pobreza de los países pobres correspondía a los propios países pobres.

¿Por qué? Hay cosas que se pueden pedir a los países pobres y otras que no se les puede pedir. No podemos pedirles que hagan grandes inversiones en infraestructuras, investigación, tecnología punta y similares. Pero sí podemos pedirles que no metan a la oposición en la cárcel, que traten a las mujeres con los mismos derechos jurídico-políticos que los hombres y que den seguridad jurídica. Por ejemplo, que no cambien las leyes cada dos por tres.

Si se dan estas, y similares, condiciones, habrá inversión extranjera y será posible el despegue económico. La fórmula no es nueva.

Pues bien, la respuesta de este catedrático de izquierdas fue: 'No me lo puedo creer'. Era un asunto cerrado. La ortodoxia progre exige creer que los culpables de la pobreza son los países capitalistas. En especial Estados Unidos. No hay nada que hacer. Es como hablar con un frontón. Lo mismo sucede con los temas tabú. Por ejemplo, el cambio climático y otros.

Segunda.
La culpa no es de Occidente, como dice A. Anthony. Es, según los progres, del capitalismo y la propiedad privada. También de la familia cristiana. Estos son los males concretos de los que emana la miseria del mundo.

En parecido sentido, no es que 'nos consideremos' la raíz del mal. Afortunadamente, hay millones de personas que no son idiotas y que no se pasan el día dándose golpes de pecho. Lo que sucede es que las minorías progres suelen ser activas (véase los titiriteros españoles, con perdón) y suelen estar bien situadas en prensa, radio, cine y televisión. O sea, son un peligroso virus.

Por supuesto, las personas que no comulgan con sus típicos tópicos, son fachas.


Sebastián Urbina.

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