martes, 28 de agosto de 2012

QUE SE LARGUEN DE UNA PUTA VEZ


 

 

 

Opinión

Diez argumentos contra la independencia

La lista podría ser más larga. Pero la conclusión es clara: meterse en los andurriales de la independencia, lo que Mas dice “terreno desconocido”, es una simple burrada. O peor: una temeridad. Oído al oráculo: los dioses ciegan a los que quieren perder. El viaje a Ítaca lleva directo al naufragio’.
Jesús Royo
Sábado, 11 de agosto de 2012 | 13:50
 (LaVozdeBarcelona)

Hace años, un título como este era impensable, por simple pudor del escribiente. Pero hoy las cosas han cambiado, la independencia se jalea como una cosa buena y deseable, además de justa y necesaria. Continúa siendo mentira, claro: pero los políticos catalanes, en el ejercicio del más difícil todavía, o de maricón el último, no dudan en usar la mentira como argumento, si ello les va a dar un puñado de votos y algunos metros de margen de maniobra.

Por eso ha llegado el momento de sacudirse el pudor y entrar en liza: si ellos no tienen embozo en plantear una independencia imposible, nosotros no debemos tenerlo en descubrir el pastel, que todo al final se resuelve en un plato de lentejas, en mantener el poder adquisitivo y, sobre todo, el diferencial con el resto de España: mantener el estatus propio, no el común. Esa es la triste realidad.

Aquí va un decálogo de argumentos sobre la imposibilidad o inconveniencia de la independencia, con la esperanza de que sirvan para algo. Optimista irredento que es uno.

Uno. Cataluña no es sujeto de soberanía. La independencia catalana solo puede dictarla el pueblo español, del que los catalanes formamos parte. Aunque se decidiera por amplia mayoría en un referendo, eso solo valdría como dato a tener en cuenta por el depositario de la soberanía, España.
Dos. Ser nación, como ser persona, es algo relacional: las naciones lo son en la medida en que las demás naciones lo reconocen. 

Cataluña, ¿de qué país tendría avales? No se me ocurre ninguno.
Tres. El derecho de autodeterminación, base de la soberanía, se aplica automáticamente a las colonias. ¿Es Cataluña una colonia de España? ¿O no será al revés, España una colonia de Cataluña? “Que en som, de fenicis!“, qué fenicios somos, que decía aquel.

Cuatro. La historia suele ser decisiva: si puede exhibirse una época larga como Estado independiente, eso será un buen argumento para la independencia. Pero Cataluña nunca ha sido reino aparte. Al incorporarse a Aragón, Ramón Berenguer IV no era rey de Cataluña, sino conde de Barcelona, Gerona y Osona. No de Pallars, Ampurias ni Rosellón. Escocia, por ejemplo, fue un reino hasta 1707.

Cinco. Un hecho decisivo es el hallazgo de un tesoro: petróleo, por ejemplo. La independencia sería el expediente para no compartirlo, para disfrutarlo en exclusiva. Así se explica la existencia de Kuwait. Y es la razón de fondo del independentismo escocés.

Seis. La separabilidad geográfica: las islas, por ejemplo, acceden más fácilmente a la independencia. No es el caso de Cataluña, cuya mitad pertenece a la cuenca del Ebro (el río que da nombre a Iberia). El territorio donde se dibuja Cataluña continúa hacia el Midi francés, hacia Aragón y Valencia, sin saltos abruptos.

Siete. Ser el centro de una disputa internacional puede ayudar: este fue el caso de la Guerra de Sucesión, que acabó mal porque nuestro padrino (el archiduque de Austria) resolvió su problema. Actualmente Cataluña no es bocado de ningún conflicto.
Ocho. La implicación de Cataluña en España es muy fuerte a lo largo de la historia. Tarraco fue capital de la Hispania romana. Barcelona lo fue de la Hispania visigoda, antes de serlo Toledo. La única guerra separatista fue la de Els Segadors, 1640, en una monarquía en crisis (Flandes, Portugal, Andalucía). El separatismo actual es moderno, de apenas un siglo, al socaire del desastre del noventayocho (Filipinas, Cuba).

Nueve. Económicamente, Cataluña está integrada totalmente en España. El capital para la industrialización se ganó en las colonias americanas. Las leyes proteccionistas españolas preservaron España como mercado para Cataluña y el País Vasco. Incluso, siendo malévolos, cabe señalar el salto económico que supusieron las dos dictaduras (Primo de Rivera y Franco) para la burguesía catalana. O la implicación del capital catalán en la funesta aventura colonial de África (Marruecos y Guinea). Semana Trágica incluida.
Diez. Los últimos 100 años Cataluña ha conocido una explosión demográfica gracias a la emigración española, que ha concentrado en Cataluña capital humano y genético, ahorros y plusvalías provenientes de España. La integración ha sido rápida y profunda: más del 80% de catalanes tiene algún abuelo no catalán.
La lista podría ser más larga. Pero la conclusión es clara: meterse en los andurriales de la independencia, lo que Mas dice “terreno desconocido”, es una simple burrada. O peor: una temeridad. Oído al oráculo: los dioses ciegan a los que quieren perder. El viaje a Ítaca lleva directo al naufragio.
Jesús Royo es catedrático de Instituto de Lengua catalana y licenciado en Filosofía

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo le diré de qué país tendría avales; de España. Así de podrido está el asunto.