lunes, 20 de mayo de 2019

MUNDO IDEAL Y MUNDO REAL






MUNDO IDEAL Y MUNDO REAL.


Todos sabemos distinguir entre lo real y lo ideal. Esto no significa que no pueda haber problemas identificatorios, pero los obviaré. Mi interés, aquí, es mostrar que un excesivo énfasis en uno u otro aspecto, puede conducir a consecuencias negativas.

Hay personas que incorporan a su mente un esquema ideal acerca de cómo debe ser el mundo. Algunas de estas personas llegan a considerar intocable este esquema ideal. Podríamos decir que lo sacralizan, aunque sea desde una perspectiva no religiosa.

Tal vez un ejemplo ayude a entender lo que pretendo decir. Lenin: ‘El marxismo es todopoderoso porque es cierto’. Para el filósofo de la ciencia, Mario Bunge, ‘la ciencia es conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y, por tanto, falible’. Se refiere a las ciencias empíricas. Fijémonos en la crucial diferencia. El mejor conocimiento del que disponemos los humanos, la ciencia, sería falible. En cambio, para Lenin, una teoría política (que no es, ni puede ser, científica), como el marxismo, sería cierta. Por tanto, no sería falible.

Una consecuencia es que el mundo podría cambiar, como de hecho sucede siempre, mientras que la teoría marxista se mantendría intocable, como una especie de biblia laica.

Digamos, de paso, para que no haya malentendidos, que existe una enorme diferencia entre una biblia religiosa y una biblia laica. La biblia religiosa se refiere a un mundo trascendente. La biblia laica se refiere a un mundo inmanente. Al mundo de aquí. ¿Y qué importancia tiene esta diferencia? Que los creyentes en esta biblia laica (como la teoría marxista) impondrán- si tienen el poder- este esquema a todo el mundo. Por las buenas o por las malas. Normalmente por las malas ya que a la gente no le suele gustar que le impongan un modo de vida. Pero como la biblia laica tiene la verdad porque es cierta, nadie razonable se puede oponer. Y si se opone, recibirá una fuerte colleja progresista. Al menos.

 Este planteamiento, que tiene sus parecidos y cercanías con la izquierda más casposa y totalitaria- y la derecha no democrática-, tiene importantísimas consecuencias, como es de ver.

Una de ellas es el intento, cuando la izquierda reaccionaria alcanza el poder, de cambiar la sociedad y las personas, de cabo a rabo, a golpe de leyes, decretos y propaganda. Por nuestro bien. Según la interpretación autorizada de los comisarios políticos progresistas. ¿Y cómo es la izquierda reaccionaria que quiere llevar a cabo esta totalitaria empresa?

H. Vázquez Rial (en su libro ‘La izquierda reaccionaria), Andrew Anthony (en su libro ‘El desencanto), y muchos otros, llegaron a un punto de no retorno. Y este crucial momento fue el atentado terrorista de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. La izquierda, en general, hizo una condena formal del atentado- a veces, ni eso-, adornada con alguna sonrisa cómplice. En fin, que USA se lo había buscado, como dijo la comunista Ángeles Maestro, cuando miraba el atentado por televisión, en el Congreso de Diputados. Estos comportamientos de muchos izquierdistas produjeron asco y repugnancia moral en las gentes de izquierda decentes. Y la decencia les obligó a dejar este lodazal de la izquierda reaccionaria.

Antes de comentar las negativas consecuencias de sacralizar ‘el mundo real’, es decir, lo que sucede aquí y ahora, como algo distinto de lo que yo creo que debe ser, me referiré a otra anécdota que muestra la indecencia moral de una parte de la izquierda. En el mes de marzo de 1976, el presentador de televisión José María Iñigo, entrevistó al escritor y Premio Nobel ruso Aleksander Solzhenitsyn, en el programa ‘Directísimo’ de televisión española.

Entre otras cosas, Solzhenitsyn dijo: ‘Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos’. El novelista Juan Benet contestó, en Cuadernos para el Diálogo, de esta manera: ‘Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Aleksander Solzhenitsyn, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir’.

¿Por qué el progre Juan Benet escribió estas repugnantes palabras? Porque el rojerío español- o antiespañol, según se mire- tenía interiorizado, como dogma de fe- que peor que el régimen franquista, no había nada. Y decir-como decía Solzhenitsyn- que en la España de Franco había más libertad que en la comunista Unión Soviética, era un insulto intolerable. De ahí que Solzhenitsyn mereciera sufrir el Gulag, el campo de concentración soviético.

¿Por qué una persona inteligente- como Juan Benet- pudo decir estas monstruosas idioteces? Porque había internalizado un esquema sacralizado. O sea, un esquema intocable. Cualquier evidencia o argumento en contra era repelido inmediatamente.

El 25 de agosto de 1609, Galileo Galilei presentó en sociedad- en Venecia- un telescopio con el que realizó numerosas observaciones. Pero esas observaciones pusieron en entredicho las tesis aristotélicas tradicionales sobre la perfección del mundo celeste, que residía en la completa esfericidad de los astros. Sus múltiples observaciones confirmaron, entre otras cosas, la validez del sistema heliocéntrico de Copérnico, que defendía que la Tierra no era el centro del sistema solar.

Sus enemigos de las altas jerarquías de la Iglesia Católica (aunque tuvo apoyos de los jesuitas) estaban tan indignados con Galileo que ni siquiera quisieron mirar por el telescopio. Porque ellos ‘ya sabían’ que lo que decía Galileo era falso. ¿Por qué? Porque poseían la verdad absoluta. Como Juan Benet. Por eso Sozhenitsyn era un intolerable mentiroso, como Galileo.

Terminemos con los adoradores del mundo real. De lo que hay, aquí y ahora. Son los políticos que, ayunos de ideas y de principios, se alimentan exclusivamente-o casi - de los informes sociológicos, sondeos, encuestas y similares. Seguramente no hacen tanto daño como los fanáticos portadores de la verdad inmutable, pero hacen una política de cortos vuelos. De vuelo de gallina. Corrupciones y deuda/déficit aparte.

La mejor política necesita buenas dosis de realismo, pero también caminar prudentemente hacia un ‘mundo mejor’. Es decir, el ser humano no puede vivir solamente con el ‘es’, ni solamente con lo que ‘debe ser’. Necesita una mezcla prudente e inteligente. El buen político-escasea- es el que sabe cuál es.

Sebastián Urbina.

  (ElMundo/Baleares/20/Mayo/2019.)

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