jueves, 16 de abril de 2020

LLÁMELE BULO





LLÁMELE BULO.

 
Quinta semana de confinamiento. Se alumbra una prórroga o no ¿por qué?

19.000 muertos contabilizados. No se ve el pico de la curva, ni la meseta, ni una mísera loma.

En Grecia el número de muertos por millón de habitantes es 35 veces menor que en España. 102 fallecidos en total a día de hoy.

Tienen un sistema sanitario mucho peor que el nuestro, una situación económica más que precaria, una población incluso más envejecida que la nuestra, un elevadísimo número de refugiados, un punto de partida, en suma, infinitamente peor que el español. ¿Dónde está el misterio? ¿En su orografía? ¿En su clima? ¿En su historia?

 Me atrevo a hacer una suposición: A lo mejor resulta que el modo como actúa el gobierno de cada país sí tiene algo que ver con el avance de la enfermedad.

Quizás, sólo quizás, puede que no sea lo mismo tener como primer ministro al conservador Kyriakos Mitsotakis que a la joint venture Pedro Sánchez-Pablo Iglesias. Y puede que en el avance de la pandemia y en sus efectos por países, haya más determinismo en el voto que en la situación de partida.

Pero lo digo a título de mera hipótesis, que no quisiera yo que el párrafo precedente se interprete como “discurso de odio” y sea objeto de censura o, como oportunamente puntualiza el ministro Grande-Marlaska, de “monitorización de las redes sociales”, por si acaso se me ocurre compartirlo y contribuir al desánimo y a la desmoralización y echar por tierra la alegría de la España de los balcones.

Y no sólo eso. De creer la última encuesta de Tezanos, esa que no tocaba pero que se publicó oportunamente ayer (quizás para entretenernos el confinamiento), yo misma y cualquiera que se atreva a poner en duda la gestión del Gobierno con el Covid-19, deberíamos callarnos, “apoyar al Gobierno y dejar las críticas para otro momento”. Lo dice casi el 88% de los encuestados (y no se llega al 100% porque hasta en la cosa bolivariana hay que guardar cierto decoro).


Por seguir con la ficción, casi un 67% de la muestra cree que “habría que restringir y controlar las informaciones, estableciendo sólo una fuente oficial de información”, llámese NODO o informativos de RTVE.


Todo lo cual nos dibuja un país que mientras ve morir o enfermar a los suyos, suplica a su gobierno –que según la misma encuesta, lo está haciendo fenomenal– que le diga lo que es verdad y lo que no. Y que los partidos de la oposición miren y callen por el bien del pueblo, y por supuesto, se presten a cualquier ficción de acuerdo al tiempo que se les insulta.


Pero supongamos que las afirmaciones del argumentario que ha repartido el PSOE son ciertas y que no se ha hecho mejor porque la pandemia no se vio venir y que en realidad todo el mundo lo ha hecho igual.


Admitamos todo eso ¿Y ahora qué? Sánchez lo mismo habla de prorrogar el estado de alarma que de desescalada. Seguir teniéndonos encerrados en casa tiene infinitos beneficios para quien nos quiere callados, pero hasta para quien no entiende nada, es obvio que no hay economía que aguante un mes o dos más de congelación forzosa.


Imaginemos que se opta por acabar con el confinamiento. Si el Gobierno supiese y admitiese lo que “podía haber hecho mejor” y estuviese dispuesto a corregirlo. Si no anduviese en un magma de contradicciones, improvisaciones y propaganda. Si nos dijese cuál es su plan y cómo pretende llevarlo a cabo. Si no se desmintiese a sí mismo al día siguiente. Si todo eso ocurriera, tan disciplinados como nos hemos confinado, saldríamos de nuestras casas, como nos indicasen. Sin miedo.


Quiero que esto acabe de una vez, pero no del mismo modo en que empezó. No con la misma improvisación. Y no me fío, no.

(Gary Durán/El Español/16/4/2020.) 



4 comentarios:

Arcoiris dijo...

Entonces, aún era adolescente; o sea, ha pasado mucho tiempo desde que "Destino" publicó una noticia que me impresionó vivamente: un Presidente de Suráfrica rechazó firmar un acuerdo para construir un ferrocarril transafricano, desde El Cairo hasta Ciudad del Cabo por que en la Biblia no se decía ni palabra del tema.Ha pasado mucho tiempo. Es ahora cuando creo que en el gobierno de una nación debe estar la eficacia muy por encima de los idearios. Quizás así podrían seguir vendiendo en USA sin graves dificultades nuestros olivareros, quizás, también, tendríamos una manifa feminista menos pero no tantos muertos, etc. claro que, muy probablemente, vivo en el error.

Sebastián Urbina dijo...

Me alegra tenerlo de comentarista-seguidor de este blog. Incluso si- en alguna ocasión- no estamos de acuerdo.

Yo también creo que la labor política exige un alto nivel de pragmatismo. Pero el pragmatismo sin ideario permite hacer cualquier cosa. Y no cualquier cosa es aceptable. De ahí que un buen político- además de honesto y competente- ha de saber combinar el pragmatismo con unos límites, que vienen dado por el ideario, o los principios. Saber dónde están, en cada momento, es lo propio de los hombres de Estado. Que son pocos.

Arcoiris dijo...

Durante la España imperial, creo, tuvimos un claro ideario (ojo, según mi criterio); yo diría que procedimos como brazo armado de la Iglesia, estuvimos dando cristazos por medio mundo mientras perdíamos posesiones y no inventamos el yelmo-bomba o la pica-bomba por falta de tiempo. De otra parte, desde la muerte de Franco hasta hoy, ¿cuántos índices de calidad de vida (si se admiten las listas de espera, capacidad adquisitiva de salarios y pensiones, paro, deuda, edad de emancipación de los hijos, etc.), repito, cuántos de ellos han mejorado durante el gobierno de tantos ideólogos?

Sebastián Urbina dijo...

En cuanto a la primera parte, mi comprensión de la historia de España cambió bastante- en ciertos aspectos- gracias a los libros de Elvira Roca, 'Imperiofobia y leyenda negra' y 'Fracasología'. Muy buenos.

En cuanto a la segunda parte, no dispongo de datos pero en muchos aspectos materiales no hemos mejorado. Tan es así que en 1975 conseguimos el mayor acercamiento a los niveles económicos de la UE, hasta hoy. Pero, a pesar de qyw la mayoría de los políticos no me gustan- demasiados, por otra parte- prefiero una democracia imperfecta. Reconozco que ciertas cosas, como el haber pemmitido el crecimiento de los separatismos antiespañoles me indigna profundamente.
En resumen, la democracia no era tan maravillosa como mucha gente creía, ni el régimen de Franco fue tan negativo- al menos en los aspectos socioeconómicos- como mucha gente dice. Al contrario, en estos aspectos funcionó bien.