jueves, 28 de junio de 2007

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA





EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA. ¿QUÉ CIUDADANÍA?

Da la impresión de que la educación no interesa. Al menos en la práctica. De boquilla sí, por supuesto. Se dice que muchos padres no asisten a reuniones en las que se tratan cuestiones educativas que afectan a sus hijos. Sin embargo, basta una propuesta como ‘Educación para la Ciudadanía’ para que suenen las alarmas y mucha gente, padres incluidos, se pongan en guardia. ¿Hay algún peligro? ¿De qué se trata?

J.A. Marina escribe un artículo ‘Una lección práctica de Educación para la Ciudadanía’ en la que justifica, o parece justificar, esta nueva asignatura de la que es autor de sus contenidos. Estoy de acuerdo en lo que dice al final: ‘Aunque E.C. sólo sirviera para haber planteado apasionadamente en el ámbito público un debate sobre los fundamentos éticos de nuestro convivir, ya habría justificado su existencia’.

Estoy de acuerdo con otros planteamientos suyos pero este último aspecto me parece importante. Tal vez esta asignatura deba retirarse, dado que ha cumplido (o cuando haya cumplido) la importante labor que se cita. Motivo de debate.

¿En qué estoy de acuerdo con él? Dice que ‘uno’ de los objetivos de la nueva asignatura es enseñar a nuestros jóvenes a desarrollar un pensamiento crítico y a saber argumentar sobre temas éticos. Estoy de acuerdo con esto. Pero desconozco cuáles son los otros objetivos de la asignatura. Tal vez Marina podría haberlos enunciado, ya que parece que es el autor de los contenidos de la asignatura.

También dice que el Código Penal llena un vacío ético y que cunde la idea de que son aceptables todos los comportamientos que no sean delictivos. Dice que esto es un disparate. También estoy de acuerdo con esto. Pero aquí entramos en un terreno resbaladizo, que comentaré más tarde.

También estoy de acuerdo en que hay principios éticos universales y que la Declaración de Derechos Humanos los recoge. Pero hay que distinguir entre la existencia de tales principios y su aceptación. ¿Qué sucede si hay una parte de la población mundial que no los acepta, como la mayoría de los países árabes? Marina afronta directamente el problema cuando dice: ‘La polémica surge cuando los contenidos se consideran subjetivos o partidistas. Por lo tanto, lo decisivo es saber si la ética es un saber universal o sectario. ¿Hay un conjunto de principios éticos universalmente válidos? Si no lo hay, la ética debe eliminarse de la escuela; si lo hay, debe incluirse en los programas educativos’.

Creo que Marina plantea mal el problema. Una cosa es que existan principios éticos universalmente válidos y universalmente reconocidos como tales, y otra cosa es que haya principios éticos que pretendan ser universalmente válidos pero que no sean universalmente aceptados como tales. Actualmente, hay unos principios éticos con un prestigio superior a cualquier otro código ético, los Derechos Humanos. Hasta tal punto que se han convertido en una especie de metaética. Es decir, los demás códigos morales serán aceptables si, son conformes, o no contradicen la Declaración de Derechos Humanos. Por brevedad dejamos aparte la cuestión de las diversas generaciones de Derechos Humanos.

No hay, pues, que eliminar la ética (entendida como los Derechos Humanos) porque haya un sector de la población mundial que no los acepta. La formulación de Marina es confusa: ‘¿Hay un conjunto de principios éticos universalmente válidos?’. La respuesta es que, como cuestión de hecho, no son universalmente válidos. Como pretensión moral, sí lo son. Y tienen, de cada vez, mayor aceptación en todo el mundo. Entre otras cosas porque a todo el mundo le gusta que le traten con respeto, que respeten su dignidad, que no le torturen, etcétera. Aunque haya modalidades concretas que puedan cambiar de un sitio a otro.

Si los Derechos Humanos son tan importantes, y yo creo que lo son ¿por qué no dar como asignatura ‘Los Derechos Humanos’? Aunque esta asignatura, con la que estaría de acuerdo, no evita que sigan vigentes los artículos 154 del C. Civil y el 27.3 de la Constitución, que dicen, respectivamente:

‘La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y comprende los siguientes deberes y facultades:

1º. Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral’.

‘Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones’.

Finalmente, no es lo mismo exigir una moralidad pública que hace referencia a las conductas que afectan a terceras personas y que son, fundamentalmente, de abstención, que exigir una moralidad privada, que tiene que ver con virtudes personales y con ideales de excelencia. En resumen, si la Educación para la Ciudadanía se limita a exponer y comentar la Constitución Española y los Derechos Humanos, estoy de acuerdo. Si es algo más, no lo estoy, porque entra en terrenos que son responsabilidad de las familias. En tal caso, desaparecen o se difuminan los padres, cuyos deberes y derechos están recogidos en los artículos que antes mencioné.

Además, las utopías totalitarias siempre han seguido un camino parecido. Limitar, debilitar o suprimir el papel de las familias en la educación de sus hijos y sustituirla por el Estado. O sea, políticos y funcionarios que monopolizan la configuración moral de las nuevas generaciones. La excusa suele ser que los padres no cumplen con su cometido. Lo que es cierto en algún tanto por ciento. Lo que sucede es que es peor el remedio que la enfermedad. La historia nos lo enseña, repetidamente. Pero es cierto. Algunos no quieren aprender.

He escuchado unas declaraciones (en TV1) de la Ministra de Educación, Cabrera, sobre esta asignatura. Después de enunciar una serie de generalidades con las que resulta difícil discrepar, se han mostrado, en la pantalla, unas declaraciones del Obispo Cañizares en las que decía que impartir esta asignatura era ‘colaborar con el mal’. Al menos por ahora, no comparto lo que dice el Obispo. Ahora bien creo que la Ministra Cabrera no dice toda la verdad. Se queda en unas cuantas generalidades que, por cierto, podrían cubrirse con una asignatura que enseñase Derechos Humanos y nuestra Constitución. Además, la táctica de ‘la izquierda’ consistirá en equiparar cualquier crítica, a la crítica de Cañizares. O sea, situar al crítico en la Inquisición o en la derecha extrema, o en el Concilio de Trento. Esta táctica-basura es bien conocida. Lo que hace falta es que la gente no caiga en la trampa y piense por sí misma, a pesar del rojerío mediático, que es amplia mayoría. Insultos y manifestaciones aparte.

Además, la Ministra ha dicho que no cabe la objeción de conciencia por que ‘Es una ley votada en el Parlamento y, por tanto, de obligado cumplimiento’. Me parece que la Ministra despacha con gran facilidad un derecho muy importante en las democracias.

Aunque no está recogido expresamente por nuestra Constitución, el derecho a la objeción de conciencia, en materia religiosa, deberíamos atender a estas consideraciones.

A pesar de que en la ley del aborto no estaba reconocida expresamente la objeción, toda la doctrina, siguiendo al Tribunal Constitucional, entiende que está tutelada por el artículo 16 de la C.E. Sentencia objeción aborto de 11 Abril de 1985.

En su sentencia (177/1996/11 Noviembre) el Tribunal Constitucional trata la negativa de un militar profesional a participar en un acto (una procesión) que lesionaba su libertad religiosa. El T.C sentenció que ‘debió respetarse el principio de voluntariedad en la asistencia’. En consecuencia, dio la razón al militar.

¿Por qué no ha de respetarse la libertad religiosa de los que afirman que la asignatura en cuestión va en contra (aunque sea en algunos aspectos) de su libertad y creencias religiosas?

Me reafirmo en que sería más deseable una asignatura (en vez de Educación para la ciudadanía) que enseñase nuestra Constitución y los Derechos Humanos. Podría llamarse así: ‘Constitución y Derechos Humanos’.

Por cierto, quien conozca y respete la Constitución y los Derechos Humanos, será un buen ciudadano.

Sebastián Urbina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo ha dicho usted todo tan claro y tan completo, que va a resultar muy dificil hacerle comentarios.

Tiene usted razón: Que enseñen la Constitución y los Derechos Humanos, y tendrán a los españolitos perfectamente educados para ser buenos ciudadanos.

Todo lo demás no será más que adoctrinamiento político.

Se le ha criticado a Franco su asignatura de Formación del Espíritu Nacional. Pero esto que pretenden es lo mismo, aunque mucho más tendencioso y cutre. Y es que estos sociatas solo saben copiar a Franco para hacer lo mismo pero al revés.

Anónimo dijo...

Yo discrepo. Hacer los mismo pero al revés no. Hacer lo mismo y punto. La diferencia es que en FEN probablemente el nivel formativo sería mayor que en EplC.

Esto va de mal en peor.