domingo, 21 de octubre de 2007

CATALANISMO Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN


21/10/2007.




catalanismo y libertad de expresión.





Leo en BalearesLiberal que la asociación catalanista Acció Cultural del País Valenciá (ACPV) presentará el lunes en Palma la campaña que va a iniciar para protestar ante la decisión de la Generalitat Valenciana de cerrar las emisiones de Televisió Catalunya en la Comunidad Valenciana por infringir la ley ... Aseguran que personalidades económicas, académicas y religiosas de Baleares hacen un llamamiento a la solidaridad con ACPV y las emisiones de TV3 en Valenciá ... Se presentan cartas de apoyo firmadas por la Rectora de la UIB, el prior del Santuari de Lluc, el Presidente del Círculo de Economía de Mallorca ...



No soy una personalidad de Baleares, ni de ningún sitio, pero como ciudadano diré mi opinión. Me parece que apoyar a estas entidades catalanistas supone una de estas dos cosas.

Primero, supone participar del juego nacionalcatalanista, con todo lo que esto significa. Es decir, discriminación lingüística, deslealtad constitucional, transgresión sistemática de la Constitución Española, léase nuevo Estatut catalán o los intentos anticonstitucionales de incorporar otras Comunidades al Oasis Catalán. Hablo, como es sabido, de los Países Catalanes. Lo escribo como me da la gana. Además, escribo en castellano o español.

Segundo, supone no participar en este catalanismo militante, pero hacerles el juego. ¿Por qué? En el mejor de los casos por defender la libertad de expresión. En este caso, el apoyo no me parece justificado. ¿Por qué? Creo que las relaciones entre los seres humanos deben basarse, entre otras cosas, en la reciprocidad. Hay excepciones. Cuando nos relacionamos con nuestros hijos no exigimos reciprocidad. Los padres siempre damos más. Cuando los hijos se hacen mayores, si son bien nacidos, reconocen el esfuerzo paterno y esto nos basta. Algo parecido, no igual, sucede con los minusválidos. Tenemos la obligación moral de hacer algo por estas personas que han tenido mala suerte en la lotería de la naturaleza. Tampoco exigimos reciprocidad.


La pregunta es ¿son los catalanistas una especie de hijos nuestros, o una especie de minusválidos? La respuesta es, en ambos casos, negativa. ¿Por qué, entonces, tenemos que aceptar que ellos discriminen y abusen, imponiendo una dictadura lingüística, y nosotros tenemos, encima, que apoyar sus reivindicaciones lingüísticas?


La respuesta podría ser esta. No, nosotros no aceptamos que ellos discriminen y abusen. Es más, lo criticamos, pero tampoco aceptamos este recorte de la libertad de expresión. Pues bien, si este fuera el caso, estamos ante una situación de ausencia de reciprocidad. Ellos hacen lo que les da la gana y se pasan por el arco de triunfo las quejas, si es que las hay. Lo que quieren es la firma. Las quejas verbales se las lleva el viento. Verba volant, scripta manent.

Ya no quiero hablar de aquellos que niegan que en el Oasis Catalán haya una dictadura lingüística. En este caso, es que son de los suyos por mucho que lo disimulen. Son los que han mentido desde hace décadas. Son los que ignoran las protestas de padres que no pueden conseguir que sus hijos sean enseñados en castellano, la lengua de Franco. Son los que minimizan que Albert Boadella haya tenido que marcharse de Cataluña. Y se ha ido porque no podía aguantar más la opresión nacionalcatalanista. No es el único. Xavier Pericay, uno de los fundadores de Ciutadans/Ciudadanos y conocido escritor, ha preferido emigrar. Afortunadamente, está entre nosotros. ¿Tendrá que emigrar otra vez? Espero que no. Además, no es 'su problema', es un problema de todos. Sólo he citado a dos personas conocidas, pero hay muchas más.

Lamento que nuestros políticos locales no tengan el valor de oponerse a la sectaria invasión catalanista, como hacen los valencianos.


La libertad de expresión no se defiende apoyando a los liberticidas.


Sebastián Urbina.

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