martes, 16 de octubre de 2007

FELICIDAD Y VOLUNTAD







FELICIDAD Y VOLUNTAD.






Ernesto se propuso, firmemente, ser feliz. Descubrió la seriedad de su deseo un día cualquiera. Ya ni lo recuerda. Tal vez un lunes, un martes... Fue repentino. Salió de la oficina a las cinco en punto, como siempre, pero decidió no irse a casa. Caminó por la calle Verdasco hasta el cruce con la avenida Los Cedros, y desde allí dio una rodeo por el parque Las Colinas. Iba pensando en su dormitorio, en la cama sin hacer, en los cacharros sucios de la cocina, en la bolsa de la basura que ayer olvidó meter en el contenedor ...

El ruido de los neumáticos, al rodar sobre el asfalto mojado, lo transportó a una especie de sopor. Siguió bordeando el parque, ensimismado, cuando creyó oír un sonido familiar que pareció acercarse por momentos ¡Ernesto! ¡Ernesto! Ernesto despertó de su letargo y paró de caminar. Miró a su izquierda y vio a su amigo Luis que agitaba sus brazos.




L. ¿Estás dormido, o qué?
E. No ... estaba pensando en mis cosas.
L. ¿Qué cosas?
E. No te lo vas a creer.
L. ¿Una tía?
E. No, nada de eso. Verás ... no sé cómo decirlo.
L. ¡Coño, dilo!
E. Espera, hombre. Te lo digo a ti porque eres un buen amigo y me entiendes ...
L. Estoy en ascuas. ¡Suelta!
E. Estoy decidido a ser feliz.
L. ¿Has bebido?
E. No te lo tomes a broma. Lo he pensado bien.
L. ¿Lo has pensado bien? ¿Estás majareta? ¡Todos queremos ser felices!
E. Es diferente ... No se trata de algo inconsciente, algo irreflexivo ... Es algo consciente y firme. He decidido ser feliz.
L. ¡Muy bien! ¡Y yo quiero pasar un fin de semana con esa tía que pasa por allí!
E. O dejas de decir chorradas o no te cuento nada más.
L. Vale, vale.
E. El problema es que no resulta nada fácil.
L. ¡Toma, ya lo sé!
E. No, no se trata de la dificultad en la que piensas.
L. ¿No?
E. Se trata de la felicidad entendida como subproducto.
L. ¿De qué coño me hablas?
E. De que hay cosas que no podemos conseguir si las deseamos directamente. Resulta frustrante y maravilloso a un tiempo. Mira, te leo lo que he copiado de Stuart Mill, hace más de un siglo: ‘’Pero ahora pensaba que la felicidad sólo puede lograrse no haciendo de esto la meta directa. Sólo son felices los que tienen la mente fijada en algún objeto que no sea su propia felicidad ... Así, apuntando a otra cosa, encuentran incidentalmente la felicidad’’.

¿Lo entiendes? Me pregunto cómo puedo hacer para que algo como la felicidad de otros, la felicidad de la Humanidad, o la obsesión por la escultura, que tú conoces, puedan conducirme a la felicidad.

L. O sea, que para ser feliz te tiene que importar un bledo ser feliz.

E. Más o menos, creo que es así. Para ser feliz no tienes que dedicarte a ser feliz. Puede llegarte como un subproducto, o no. Es algo distinto a preparar la cena ¿entiendes?

L ¡Joooder! Te invito a un café. Aquí nos quedamos empapados.


Las luces del asfalto se encienden y apagan al paso interminable de los coches y la lluvia, monótona y pertinaz, desvela escondidos aromas del parque vecino.



Sebastián Urbina.

2 comentarios:

Joan Mesquida Sampol dijo...

Creo que hace tiempo leí, o tal vez lo pensé, que uno puede hallar la felicidad en la mirada de aquellas personas a las que ha echado una mano.
Siguiendo la conversación tras el café, me atrevería a sostener que la felicidad es un subproducto del amor, entendido en un sentido tradicional o cristiano (perdón por ser de esa secta)de entrega al otro.

Sebastián Urbina dijo...

El problema es si el amor es, también, un subproducto. En este sentido, no enamoramos (necesariamente) a quien queremos enamorar. A veces sí, a veces no. Con otras palabras, no por mucho insistir o repetirse 'quiero enamorarme de X', se consigo. O bien, 'quiero que X se enamore de mí'. En cambio, alguien puede proponerse ser un competente filósofo del Derecho, y si trabaja y es inteligente, como es tu caso, lo consigue.

En cambio, me parece correcto afirmar que la entrega es la base del amor. Claro que la entrega ha de ser recíproca para que el amor sea pleno. Conmigo no hay que pedir excusas, como sabes, por ser cristiano.