lunes, 9 de julio de 2018

PP: O REFUNDACIÓN O MUERTE

 (Si el ganador no es capaz de refundar el PP, dejará de ser un partido de gobierno. Rápida. o lentamente.)




 PP: O REFUNDACIÓN O MUERTE.

Los populares tienen que aprovechar esta oportunidad para refundar el partido sobre el ideario liberal conservador que lo inspiró desde su creación, con el objetivo de reforzar el centro derecha, pero para ello es necesario que Casado y Santamaría discutan sobre ideas, no solo sobre su idoneidad para el cargo".  

Isabel San Sebastián refleja la desolación de los peperos auténticos. "¿Cómo es posible que haya ganado la candidata que gusta a la izquierda, la que entregó a nuestros enemigos el control de los medios de comunicación que llevan años machacándonos? Yo no me reconozco en este partido. No es mi PP". Y lo ve negro con los compromisarios. "Apoyarán a quien perciban que puede ganar".

 Y esa, al parecer, es Soraya. Albiac tampoco está para muchas fiestas. "¿Qué eligen los militantes del PP? Eligen entre morir (Santamaría) o ir tirando (Casado)".

(libertadigital.) 




LO QUE SANTAMARÍA PUEDE OFRECER AL PP.
Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado se disputarán la presidencia del PP en el congreso extraordinario que dicho partido afrontará los próximos días 20 y 21. Ambos fueron los candidatos más votados en la primera vuelta de las elecciones internas del PP, celebrada el pasado día 5 y en la que Sáenz de Santamaría acabó imponiéndose por un estrecho margen gracias, principalmente, a Andalucía, escenario de grandes descalabros populares.
En su sonrojante campaña electoral, la ex vicepresidenta anda defendiendo su gestión en el Ejecutivo de Mariano Rajoy, especialmente su manejo del conflicto provocado por el separatismo catalán con su reférendum insurreccional del pasado 1 de octubre, que tuvo por consecuencia la intervención de la autonomía catalana, que pasó a estar bajo el control de la gran amiga del golpista Oriol Junqueras. Como es bien sabido, la apuesta de Santamaría para superar el desafío planteado por unos liberticidas que pretenden dinamitar España y su Estado de Derecho y convertir a la mitad de los catalanes en extranjeros en su propia tierra consistía en dialogar con ellos, en hacer como si España no estuviera sufriendo una de sus más graves crisis políticas e institucionales y tomar posiciones en Cataluña para que nada cambiara y entregar cuanto antes la Generalidad, los Mozos de Escuadra y la ominosa TV3 a los peores enemigos de Cataluña, es decir, a su amigo Oriol Junqueras y el resto de la canalla separatista. Solo hay que ver cómo están las cosas ahora, con Cataluña en manos de un fanático racista empeñado en proclamar la República Catalana, para aquilatar la magnitud del fracaso de la política catalana de la fatua Santamaría.
Las consecuencias de la gestión de Santamaría ya fueron devastadoras para el PP en las inexplicables elecciones regionales catalanas de diciembre, en las que sólo consiguió cuatro escaños y de las que salió como firme candidato a próxima fuerza extraparlamentaria. Las perspectivas electorales a escala nacional también son pésimas para el partido hundido por Rajoy y Santamaría, de hecho hay encuestas que ya lo sitúan como cuarta fuerza parlamentaria, incluso por detrás de los neocomunistas de Podemos. La deshonrosa espantada de Rajoy, que prefirió entregar el Ejecutivo a una delirante coalición de ultraizquierdistas y separatistas antes de dimitir, es un baldón que debería descalificar definitivamente a quien se ufanaba de ser su mano derecha. Aun más, si cabe, debería hacerlo la infame foto del bolso sorayesco sobre el sillón presidencial en el banco azul, que retrató y de qué manera a ambos personajes.
Soraya Sáenz de Santamaría no puede prometer otra cosa que más de lo mismo, los tremendos errores y las formidables traiciones que han herido de muerte a un partido que ha tenido por ministro a un Cristóbal Montoro que presumía de haber adelantado por la izquierda a la extrema izquierda; un Cristóbal Montoro que, ni que decir tiene, apoya a Soraya Saénz de Santamaría en su empeño por acabar de una vez por todas con el partido que refundó muy exitosamente en los años 90 José María Aznar, al que ambos, por supuesto, desprecian.
Si Santamaría se sale con la suya, sería un milagro que el PP no acabara como acabó la UCD, partido igualmente socavado por sus traidores.

(Edit.ld.)

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