sábado, 8 de enero de 2011

LA IGLESIA Y LOS PROGRES.





La Iglesia, de víctima a verdugo

22:02 (07-01-2011) (La Gaceta)

El profesor Navarro se ha convertido en uno de los arietes del laicismo más exacerbado.

Uno de los apóstoles de la mal llamada Memoria Histórica es un tal Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra. En su autobiografía informa de que se exilió de España por razones políticas. No dice cuál fue el motivo de su exilio, pero su lucha contra el franquismo no debió ser ni muy heroica ni muy prolongada en el tiempo, si se tiene en cuenta que en 1967, a la edad de 30 años, se doctoró en Políticas Públicas y Sociales en una de las Universidades privadas más elitistas de Estados Unidos como es la Universidad Johns Hopkins, después de estudiar Economía Política en la Escuela de Economía de Londres, en Oxford y en Edimburgo, (periplo educativo que sólo estaba al alcance de unos pocos privilegiados españoles), y de haber residido y trabajado en Upsala (Suecia).

El caso es que el profesor Navarro se ha convertido en uno de arietes del laicismo militante y del anticlericalismo más exacerbado a través de las páginas del diario Público, estrechamente vinculado al círculo íntimo del presidente Zapatero. Pues bien, en un artículo publicado el día de Reyes, Navarro –que se declara no creyente– se permite interpretar el mensaje de Jesús de Nazaret para concluir que existe una clara contradicción entre las prácticas de la Iglesia y las enseñanzas de su fundador. Afirma que “es una falsificación de la Historia presentar a la Iglesia como víctima durante la Guerra Civil”, porque la Iglesia formaba parte del grupo de privilegiados cuyos intereses se vieron afectados por las reformas sociales de la República en materia agraria y de Educación, lo que le llevó a alentar públicamente al Ejército a sublevarse contra el orden legalmente establecido.

Y es que la Iglesia poseía en los años treinta, según él, 12.000 fincas rústicas y 8.000 edificios urbanos. Además, era la institución que ejercía “un monopolio en la enseñanza, también afectado por las reformas educativas del Gobierno democráticamente establecido que favoreció el establecimiento de la escuela pública, medida también altamente popular”.

Y en el colmo del disparate viene a decir que la Iglesia recibió su merecido por haberse alineado con los golpistas: “No era de extrañar, por lo tanto, que cuando tuvo lugar el golpe militar sectores de las clases populares atacaran a las iglesias y al clero. Los excesos que ocurrieron en estos ataques (que deben criticarse) no debieran obstaculizar el entender (aunque no justificar) la enorme hostilidad existente hacia la Iglesia por parte de las clases populares que, traicionando el mensaje de su fundador, se había aliado con las fuerzas más explotadoras y oprimentes (sic) existentes en España, alianza que continuó durante la Dictadura”. Navarro acusa a la Iglesia de facilitar a la Falange listas de personas para ser fusiladas.

Intentaré sintetizar en los estrechos límites de este artículo las tremendas falsedades del profesor Navarro, que de Historia no demuestra tener grandes conocimientos.

1. Es falso afirmar que la Iglesia formaba parte de un grupo privilegiado explotador de las clases populares. La labor social benéfico-docente llevada a cabo por las órdenes religiosas en favor de las clases populares con el producto de sus bienes era impresionante. Por otra parte, la doctrina social de la Iglesia rechazaba tanto el marxismo totalitario como el capitalismo explotador así como la acumulación de la riqueza en pocas manos.

2. En el mes de mayo de 1931, al mes de proclamarse la República, la izquierda proletaria incendió cerca de 100 iglesias y conventos, siendo el inicio de la gran persecución religiosa. Durante todo el periodo comprendido entre 1931 y 1936 fue constante el acoso a sacerdotes y religiosos, que tuvieron que renunciar a vestir ropa talar en público.

3. Es radicalmente falso que la escuela pública fuera una creación de la II República. El sistema educativo público se implanta en España en la primera mitad del siglo XIX.

4. La Constitución de 1931 privó a la Iglesia del derecho a crear y mantener centros educativos. Introdujo un precepto específico para poder expulsar a los jesuitas de España, lo que tuvo lugar en enero de 1932. Prohibió las manifestaciones públicas de carácter religioso.

5. Es falso de toda falsedad decir que la Iglesia alentó públicamente al Ejército a sublevarse contra la República. 6. La sublevación cívico-militar de 1936 fue rápidamente sofocada en grandes capitales como Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, entre otras. A pesar de ello, las milicias populares socialistas y anarquistas llevaron a cabo una labor de exterminio, no espontánea sino perfectamente organizada, contra la Iglesia y sus servidores. Lo que Navarro califica de “excesos” fue el martirio de cerca de 10.000 sacerdotes (12 obispos), religiosos y religiosas.

7. No es cierto que la Iglesia confeccionara en la Zona Nacional listas de personas para ser fusiladas por la Falange.

8. Si Navarro es comprensivo –aunque dice no justificarlo– con este auténtico genocidio, pues se realizó con el propósito de exterminar el culto católico en España, también debiera ser comprensivo ante el hecho de que la Iglesia reaccionara calificando al alzamiento cívico-militar como “cruzada” en defensa del cristianismo y defendiera después la confesionalidad del Estado, como lo habían hecho todas las Constituciones españolas desde 1812, a excepción de la de 1931.

*Jaime Ignacio del Burgo es ex diputado por Navarra y abogado.

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