Mi país, tu país
ANTONIO ALEMANY DEZCALLAR
Lo han contado todos los periódicos: en el último partido Barça-Madrid, el nuevo presidente del club blaugrana, Sandro Rosell- más cordial y educado que el desaforado Laporta- recibió cordialmente al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, con un “bienvenido a mi país”. Todos sabemos perfectamente lo que esta frase significa en boca de un catalán catalanista, incluso en un catalán catalanista cordial como Rosell. Lo llamativo, sin embargo, de esta cordialidad no es que la pronunciara Rosell, sino el silencio de Florentino Pérez. Si a mi, un catalán catalanista me dice “bienvenido a mi país”, mi respuesta sería rápida: “Gracias por la acogida, pero tu país es mi país y mi país es, también, tu país”.
El catedrático de Filosofía Política y Moral de la Universidad del País Vasco, Aurelio Arteta, ha publicado un libro- El mal consentido. La complicidad del espectador indiferente ( Alianza Editorial, 2010, 320 páginas) en el que analiza la cobardía ideológica como mal social que está en la base de buena parte de las cosas desagradables que nos ocurren. Es este libro, en el fondo, una inteligente reflexión entorno a lo que Hanah Arend definió como la “banalidad del mal”, sólo que Arteta se refiere especialmente al contexto vasco.
Pero esta equidistancia política y moral, esta cobardía ideológica, esta, en definitiva, complicidad con el mal, no es privativa de la atemorizada sociedad vasca, sino de toda la sociedad española. Florentino Pérez debió haber respondido a Rosell que Cataluña era también “su” país, es decir, suelo español y no sólo catalán. No lo hizo por cobardía ideológica y complicidad con el mal. Es lo que nos ha ocurrido en Baleares con el PP y su cobardía ideológica y moral respecto a la lengua y otras libertades fundamentales de los ciudadanos.
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