jueves, 13 de enero de 2011

MEMORIA SOCIALISTA.












MEMORIA ZAPATERIL: OLVIDO Y MENTIRA.

Usted militó (Juan Carlos Girauta) en su juventud en el PSC, después renegó y ahora ha escrito este libro en un tono aparentemente sosegado y ecuánime.
-Al menos lo he intentado. Como le puse el título de «La verdadera historia del PSOE», algunos entendieron eso como una especie de gran venganza por la que yo iba a explicar cosas ominosas. Y no. «Verdadera» se refiere solo a contar la historia cierta del PSOE.
-¿Cree entonces que solo escocerá a quienes confundan historia con propaganda?
-¡Efectivamente! La gran operación de «memoria histórica» de Zapatero se resume en trasladar las categorías de la Guerra Civil a la España actual, lo que es un disparate morrocotudo. Y se presenta a la Segunda República como una democracia ideal que fue traicionada por unos obispos, por unos militares rebeldes, por unos latifundistas perversos y por los «fascistas». Ellos llamaban fascista a la CEDA, al Partido Radical de Lerroux e incluso al partido de Andreu Nin, imagínate. Lo de «fascista» servía, ya avanzada la guerra, para cualquiera que se opusiera a la estrategia proestalinista del Gobierno de Negrín.
-Y sin embargo, el socialismo traicionó a aquella República a la que hoy enaltece.
-La gran paradoja en la campaña de la «memoria histórica» es que, a pesar de su nombre, quiere decir no recordar una serie de cosas sobre la izquierda. Y el PSOE dio un golpe de Estado violento y revolucionario en 1934, algo reconocido por sus protagonistas. También «memoria histórica» quiere decir olvidar que fueron militantes socialistas los que asesinaron a Calvo Sotelo, episodio que fue el desencadenante último del estallido de la guerra.
-¿Más desafueros?
-Las checas. Muchos socialistas y miembros de la UGT fueron destacados chequistas. Hay tantos ejemplos de barbaridades, que realmente es muy extraño que el PSOE haya escogido esta etapa para venderla como de excelencias, porque con ello están obligados a mentir sistemáticamente. Cuando podrían haber reivindicado otras cosas muy honrosas: ese partido que nace en la Restauración con una honda preocupación social, la travesía del desierto durante el franquismo en Francia, e incluso el felipismo, periodo en el que (como ya se da por descontado que no van a reconocer lo del GAL ni lo de la corrupción) se consolidó la democracia y quedó conjurado definitivamente el peligro de involución. ¡Y van y escogen lo peor! Es algo que responde a la mentalidad tortuosa de Zapatero y, seguramente, a un escaso conocimiento histórico.
-¿Cómo pudo desembocar el PSOE en ZP?
-Cuando ganó el Congreso de 2000, Zapatero era tan insignificante que nadie le detestaba, de manera que siempre se prefería votarle a él que votar al otro. ¡Muchas fuerzas perversas confluyeron para que el peor saliera elegido! De ahí viene esta etapa posmoderna, caracterizada por un PSOE difícil de relacionar con cualquier cosa que haya sucedido antes en el partido. Salvo el vínculo de Rubalcaba. Ahora es el partido de las ocurrencias de Pajín...
-Hace mención en el libro a lo que le dijo Zapatero a la madre de Irene Villa: «Sé cómo te sientes porque también asesinaron a mi abuelo». ¿Lo considera especialmente significativo?
-Sí, porque es algo que en una sola imagen te dice mucho del personaje, tanto de su índole moral como de su visión política. Ahí él está equiparando a ETA, a un movimiento terrorista que actúa en democracia, con la Guerra Civil española. Y como lo dice mirando a los ojos a una víctima, está demostrando que su equiparación no es instrumental, sino que él lo ve así.
-Pues ha ganado dos elecciones generales.
-Porque Zapatero representa algunos de los rasgos de la sociedad española contemporánea. ¡Muchas personas comparten ese sentido sentimentaloide y tontaina de la realidad!

Con conocimiento de causa

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