NO HABLAR CLARO.
El Partido Popular no es sólo el PP. Y esto no es ninguna boutade, sino simplemente el hecho constatable de que, por primera vez en la historia, puede concurrir a unas elecciones con un nombre que no es el suyo. Se trataría presentarse a las próximas municipales con lo que se denomina una marca blanca para “atraer votos que están en nuestra misma onda, pero que se resisten a votar PP”, según asegura a El Confidencial un alto dirigente de esta formación.
La estrategia sería aplicada en Cataluña, una comunidad que siempre se le ha resistido a los populares. Pero esta estrategia ha dado óptimos resultados al Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), que ha concurrido con las siglas de Progrés Municipal (PM), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que ha concurrido con las siglas de Acord Municipal (AC), o Iniciativa per Catalunya (ICV), que se ha postulado con la formación Entesa de Progrés Municipal (EPM). A estas alturas, sólo Convergència i Unió (CiU) queda como la única gran formación que no ha utilizado nunca unas siglas que no sean las propias, porque, como reconoce un alto cargo popular, “nunca tuvo problemas para confeccionar listas en pueblos pequeños”.
La “infidelidad” de los electores en las elecciones locales es lo que ha llevado a la dirección del PP de Cataluña a estudiar esta medida, que según han manifestado diversas fuentes este diario, cuenta con el visto bueno de la dirección de Génova. Algunas fuentes consultadas confirman a El Confidencial que en la época en que Josep Piqué era presidente del partido en Cataluña ya se intentó tomar esta medida. E incluso se llegó a registrar un nombre paralelo para poder presentarse a las elecciones municipales, pero el entonces secretario general del PP, Ángel Acebes, cortó de raíz las intenciones de la sección catalana de de la formación y prohibió concurrir bajo otras siglas que no fuesen las del PP porque había que preservar la unidad del partido.
Fuentes populares aseguran que Acebes en persona cercenó los intentos de que el PP apoyara en localidades pequeñas siglas que se presentaban bajo el nombre genérico de Acord Municipal de Catalunya (ACM), que el propio PP había registrado ante notario.
Según manifiestan fuentes del PP a este diario, “en aquel momento, teníamos problemas en las poblaciones del interior de Cataluña y habíamos decidido hacer lo que hacen la gran mayoría de partidos en la comunidad. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que de los 946 municipios que había entonces, casi la mitad no tenían más e 1.000 habitantes. Y en provincias como Lérida, sólo la capital sobrepasaba los 20.000 habitantes. Y en la gran mayoría de ellos, partidos como el PSC, ERC o ICV se presentaban bajo otras siglas que no eran las suyas. Era un modo de atraer votantes, porque sumaban al programa electores que no tenían por qué sentirse votantes de un partido en particular”.
Caída de 453 concejales a menos de 300
Después del varapalo de Acebes, el PP catalán no intentó de nuevo volver a plantear el tema ante la dirección de Madrid hasta ahora, en que la presidenta de la formación en la comunidad, Alicia Sánchez-Camacho, lo ha sacado del baúl de los recuerdos. “Es una pena que no podamos utilizar formaciones de ámbito local cuyas tesis podemos apoyar sin ningún problema. Eso nos limita enormemente a la hora de presentar listas y, al final para poder conseguir votos en poblaciones pequeñas, que luego son las que determinan también la composición también de los consejos comarcales y de las diputaciones”, señala la fuente citada.
Lo que critican muchos cargos del PP es que no se haya tomado antes esta decisión. Y eso porque desde 1995, en que el PP alcanzó un récord con 453 concejales, ha ido minorando su resultado hasta los 284 de las últimas municipales. CiU es quien se lleva la palma en las elecciones locales. En las últimas, obtuvo 3.415 ediles, frente a los 2.569 de los socialistas y los 1.580 de los republicanos. ICV también cosechó en los últimos comicios un importante incremento de representantes, al conseguir 457 concejales. Y en Lérida, por ejemplo, los populares llegaron a 121 ediles en 1999, pero la caída en picado les dejó con sólo 31 representantes en toda la provincia en las últimas elecciones. (A. Fernández/El Confidencial).XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Esto confirma, una vez más, que yo no sirvo para la política. Estoy de acuerdo en que la política supone, en alto grado, dosis de pragmatismo. Pero hay pragmatismo del bueno y del malo. Esconder las propias siglas me parece pragmatismo del malo. Por supuesto, si el único fin (o el más importante) es ganar votos al precio que sea, y se ganan votos, hay que hacer esto y muchas cosas más. Pero si ganar votos es un objetivo fundamental que está limitado por los principios que, supuestamente, se defienden, no todo vale. Me parece mal que alguien no se presente como lo que es. Con la cara bien alta. Y si no puede, que se cambie de partido.
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