domingo, 30 de enero de 2011

SIGNOS DE ESPERANZA.



Día 30/01/2011
La confusión sobre la compatibilidad entre democracia e Islam es moneda común en los países occidentales, sobre todo por culpa del terrorismo fundamentalista y la consiguiente tendencia a mezclar el islamismo con el Islam. Cuando tal compatibilidad ha sido probada por grandes países como Turquía o Indonesia. Y cuando el problema de la democratización está en el mundo árabe, no en el mundo musulmán, muchísimo más amplio que el espacio árabe. Es ahí donde reside el enorme interés de lo que está sucediendo en los países árabes estos días.

Sobre todo, en Egipto. Como escribiera Fareed Zakaria, si tuviéramos que elegir un país cuyo éxito democrático sería esencial para arrastrar al resto de la región, ese es Egipto, el núcleo intelectual del mundo árabe. Un mundo árabe que, año tras año, no ha dejado de revalidar su título de excepción al proceso de democratización del mundo. Ni un solo país de la Liga Árabe es una democracia, y, en el último informe de la Freedom House (sobre 2010), tan solo Líbano y Marruecos alcanzaron la categoría de parcialmente libres, pero no de libres.

Y, sin embargo, lo ocurrido en Túnez, lo que está ocurriendo en Egipto, demuestran que quizá estemos asistiendo al fin de esa excepción democrática del mundo árabe. Algo, por otra parte, evidente desde hace tiempo en los estudios de opinión pública de esos países. Que mostraban un apoyo mayoritario al sistema democrático, en contra, una vez más, de ciertas simplificaciones occidentales sobre la cuestión.

La última encuesta de la Pew Research Center, publicada el pasado diciembre, es nuevamente reveladora. El apoyo a la democracia es mayoritario en los países musulmanes, aunque en Egipto, un 59 por ciento, sea bastante menor que en Turquía, un 76 por ciento (como referencia, en España es del 79 por ciento).

Y tan importante como lo anterior, el apoyo al terrorismo fundamentalista, a Al Qaeda y Bin Laden, ha descendido en los últimos años y es minoritario en la mayoría de países musulmanes, de un 20 por ciento en Egipto. Lo que hace pensar que el temor al auge del fundamentalismo tras las revueltas se haya exagerado más allá de los datos de la realidad.

Incluso el fundado temor israelí a un nuevo poder en Egipto debería ser matizado. La misma encuesta de la Pew revela que la opinión pública de los países árabes está muy dividida sobre Hamás y sobre Hezbolá. En Egipto, con una mitad de la población favorable a Hamás y tan solo un tercio favorable a Hezbolá.

En realidad, el aspecto más negativo de las actitudes en los países árabes, la auténtica excepción árabe y la más contradictoria con la democratización está en la visión sobre la igualdad de hombres y mujeres. Es ahí, en la resistencia a la igualdad de las mujeres, donde aún reside la diferencia, como lo prueban ésta y todas las encuestas. Y, sin embargo, seguramente ni siquiera eso impedirá el imparable avance de la libertad. (Edurne Uriarte/ABC)
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SIGNOS DE ESPERANZA.



Los recientes acontecimientos en Túnez y Egipto indican que algo importante sucede en estas sociedades. Parece que un aspecto fundamental de las protestas se centra, no solamente en la comida o condiciones de vida, sino en la libertad y la dignidad.



En la medida en que esto sea cierto, es de una importancia extraordinaria. Ahora bien. Se nos dice que en Egipto, el 20% de la población apoya a los terroristas de AlQuaeda. No es de extrañar que Egipto (y los países árabes, en general) tengan tantas dificultades para vivir en democracia.



Por poner un ejemplo cercano. En el País Vasco no hay democracia. ¿Por qué? Porque, por ejemplo, los candidatos populares y socialistas no pueden ir a bastantes pueblos, a hacer propaganda electoral, porque la policía no les puede garantizar la seguridad. Entre otras cosas. Por ejemplo, una Batasuna que se pasea tranquilamente por las calles, cuando el tribunal de Estrasburgo ha sentenciado que es una organización que pertenece a ETA.


En resumen, todavía hay miedo a ser libre, excepto que uno sea nacionalista. Aunque es cierto que también hay gente que les apoya porque piensa (?) como ellos. A pesar de las mejoras, que las hay, desde que gobiernan pesoe y pepé.




Pero este fanatismo no es de extrañar, después de treinta años de cesión de competencias educativas. Utilizadas para meter el odio a España en las mentes de las jóvenes generaciones. Algo parecido ha sucedido en Cataluña con las competencias educativas.
O sea, que este odio y fanatismo no han caído del cielo.



En Egipto la cosa es peor. No solamente un 20% apoya el terrorismo islámico de AlQuaeda. Es que la mitad de la población es favorable a Hamás (terroristas) y un tercio favorable a Hezbolá (terroristas).



No, la democracia tiene serias dificultades en los países musulmanes. Aunque los recientes acontecimientos son esperanzadores. Y hay que ayudar a los sectores que desean la democracia. No a los demás. Que son los que nos quieren matar. Por infieles.



Una vez que los musulmanes entiendan que no hay que matar a los discrepantes (si quieren vivir en democracia), queda el problema de la mujer. Sin igualdad jurídica entre hombres y mujeres, la democracia será una engañifa.



Hay mucho camino que andar. Pero, parece, que se han puesto en marcha. Esperemos que no se cansen.


Sebastián Urbina.

2 comentarios:

filósofo dijo...

Sebastián,

Mucho ojo, que al igual que pasó en Irak, el dictador de Egipto puede ser el único que mantenga a raya a los fanáticos musulmanes. El problema puede grande si Egipto cae en manos radicales musulmanes. Incluso puede haber islamistas disfrazados de demócratas que se postulan como gobernantes.

Saludos

filósofo dijo...

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