EL NACIONALISMO YA NO TIENE MÁRTIRES.
El pasado viernes tuvo lugar en los juzgados de Vía Alemania el juicio de Jorge Campos contra nueve Maulets. Los hechos denunciados se remontaban al 20 de marzo de 2010 cuando una veintena de separatistas, que se habían concentrado en la Plaza de España a la espera de comenzar una manifestación convocada contra la corrupción, insultaron y amenazaron gravemente a quienes estábamos aquel día en el balcón desde donde desplegamos una pancarta gigante con el lema “Contra la corrupción. Elecciones anticipadas”. El Círculo Balear había dado un sensacional golpe de efecto. El grupillo reseñado se apartó de la concentración, se dirigió al edificio donde estábamos y empezó a vociferar contra nosotros.
La Policía tuvo que impedir que algunos de ellos subieran para pegarnos. Días después, la fachada del edificio desde donde habíamos desplegado la pancarta aparecía pintarrajeada con nuevas amenazas. Campos denunció los hechos para que no se siguieran repitiendo más demostraciones de violencia como la vivida.
El pleito había sido interpretado desde los sectores nacionalistas, con el Grupo Serra dándoles la cobertura acostumbrada, como un juicio “político” auspiciado por la extrema derecha que pretendía “criminalizar a la izquierda independentista”. De nuevo los nacionalistas, pocos pero ruidosos, han demostrado que son unos maestros en el arte de la agitación y propaganda. Los nueve Maulets acusados se convirtieron en los “9 de Palma”, resucitando la épica revolucionaria tan habitual en los movimientos guerrilleros de Sudamérica. Redactaron un manifiesto al que se adhirieron una treintena de grupúsculos separatistas, anarquistas, feministas e izquierdistas. Y convocaron una concentración el día del juicio con la intención de apoyar a los acusados y de paso amedrentar a los denunciantes. Marca de la casa.
La habilidad del nacionalismo para la mentira sigue intacta. Ha tratado de vender que las víctimas eran los verdugos y que los verdugos eran las víctimas, en una de estas vueltas de calcetín a las que son tan aficionados, aprovechándose de esta mezcla de cinismo para creerse las mentiras más fabulosas y de incredulidad para admitir los hechos más prosaicos, una mezcla característica en quienes han caído en el redil de una determinada ideología. Causa estupor su destreza para inventarse razones morales para justificar comportamientos punibles. El victimismo funciona así. Si eres víctima, exprimes esta condición hasta la saciedad. Si no lo eres, te haces pasar por víctima inventándote la realidad.
No sería ecuánime si escamoteara otras impresiones que me asaltaron a la luz de todo lo que rodeó el juicio. Pude constatar la degradación que ha sufrido el nacionalismo en Mallorca. La calidad humana de sus integrantes ha degenerado hasta extremos sonrojantes para cualquier observador objetivo. Sin ningún referente de peso, ni cultural, ni intelectual, ni político, debe ser muy doloroso para el nacionalismo en general ver cómo ha terminado y en manos de quiénes ha terminado la OCB. Lo mismo puede decirse del partido que durante treinta años ha encarnado el nacionalismo en las Islas, el PSM. Tal vez los Morro, Damià Pons, López Casasnovas o Sebastià Serra nunca fueron de nuestra cuerda, pero todo el mundo reconocerá que, al lado de sus actuales dirigentes, pasarán con todo derecho como unos gigantes.
Esta decadencia ha alcanzado también a los más nobles y menos interesados, a sus cachorros activistas. Había un rasgo que siempre había admirado de los Maulets: eran el único grupúsculo separatista que reivindicaba sus acciones abierta y públicamente. Pintarrajeaban una pared y acto seguido explicaban en nota de prensa las razones de su acción, por repulsiva que fuera. Su coherencia estaba en las antípodas del tacticismo y la politiquería que reina entre el catalanismo institucional, de ahí que esperara un juicio formidable donde estos once gudaris de los Países Catalanes tendrían la gran oportunidad de explicar los motivos políticos de su odio feroz hacia todo lo que representa el Círculo Balear.
Cuál no fue mi decepción al escuchar atónito como nuestros héroes negaban todos los hechos. Ni siquiera, aseguraban, conocían a Jorge Campos. Sólo les faltaba decir que no habían estado allí, sólo que unas fotos, un vídeo y unos testigos les impedían esgrimir tamaña coartada. Los once acusados, uno por uno, negaban ante el juez que nos hubieran insultado y amenazado acompañando sus gritos con gestos ostensibles de dispararnos y cortarnos el cuello, tal como yo había visto con mis propios ojos y sufrido en mis propias carnes. Nuestros héroes de ayer se hacían ahora pis en los pantalones. ¡Vaya héroes!
Los “9 de Palma” negaban todas las acusaciones, la forma más mezquina de admitir la inmoralidad de su comportamiento. ¿Y para esto se habían desplazado medio centenar de simpatizantes de su causa para brindarles su apoyo a la puerta de los juzgados? ¿Qué causa es ésta que convierte en héroes a cobardes y mentirosos? ¿Será que el nacionalismo se ha hecho pequeñoburgués y que la cobardía y la mentira más descaradas forman parte de su evangelio? Nuestros héroes convertidos en unos angelitos.
Hace unos años las verdaderas causas tenían a sus mártires, a los que celebraban por su sangre derramada. El martirio es algo muy serio. Significa preferir morir (o resistir) antes que abjurar de tus principios. No tengo ninguna duda de que los acusados nos siguen considerando “fachas” e “hijos de puta”. Antes y ahora. ¿Por qué no explicar al juez las razones que nos hacen a los miembros y simpatizantes del Círculo Balear merecedores de tales lindezas? ¿Por qué no convertir el pleito en un auténtico juicio político como denunciaban, revelando el sentido de sus acciones políticas, como son la agresión verbal y la coacción? De haber reconocido los hechos, el coste de la condena, apenas 400€ de multa –se trataba sólo de un juicio de faltas-, tampoco parecía excesivo. Hasta en esto estos catalanes de Mallorca encarnan aquella “avara povertà dei catalani”. Más penoso resulta que la cobardía goce de tanto predicamento entre las filas nacionalistas. El nacionalismo ya no es lo que era. Ya no tiene héroes, tampoco mártires. Sólo niñatos que se envuelven en su bandera para justificar sus gamberradas.
Joan Font Rosselló. Patrono de la Fundación Nacional Círculo Balear (FNCB)
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