viernes, 19 de agosto de 2011

EL SEÑORÍO DEL BARCELONA









EL SEÑORÍO DEL BARCELONA. (hartos del victimismo anti-Mou)


los 52 que cuidan el césped funcionaron a tope tras el pitido del árbitro



Los aspersores impiden la celebración final del Inter




· La 'vuelta olímpica nerazurra' inundada · Los de Mourinho sufren un aguacero antes, durante y después del encuentro · Los italianos no salían de su asombro



29/04/10 - 07:12. Marca)





El Inter ganó al Barça, pero perdió la batalla del agua, ya que el líquido elemento se acabó convirtiendo en el principal enemigo de los de Mourinho tanto dentro como fuera del terreno de juego.




Portada del diario MARCA del 29 de abril



Apenas pasaron unos instantes desde que el colegiado belga De Bleeckere señaló el final del partido hasta que los 52 aspersores que cuidan el césped del Camp Nou empezaron a funcionar a pleno rendimiento.




El propio técnico portugués debió de sentir aquello de 'no he mandado mis tropas a luchar contra sus elementos', porque mientras los interistas se dirigían hacia la parte del campo donde estaban sus aficionados, miles de litros de agua les enguachinaban y apenas les permitían avanzar.



Estaba claro que los aspersores no estaban dispuestos a que el Inter hiciera más leña sobre el caído árbol azulgrana y contribuyeron decisivamente a reducir en tiempo y en intensidad las celebraciones nerazurri.

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HIPOCRESÍA Y AUTORIDAD MORAL.




ANTONIO GARCÍA FERRERAS 19/08/11 - 18:35.



Puede que una provocación verbal no justifique una determinada reacción física pero sin duda ayuda a contextualizarla. Es evidente que José Mourinho se equivocó con su acto reflejo voluntario ante Tito Vilanova. El entrenador portugués se dejó agitar por la adrenalina, y las bravatas rivales, y el enfado le pudo con un gesto prescindible en medio de una tangana totalmente absurda.




Sin embargo, resultan paradójicas las diferentes e hipócritas varas de medir que se aplican para dimensionar los hechos futbolísticos en función de quien sea el protagonista de los mismos. Si es Mourinho el que comete un error, la hipersensiblidad se eleva a cotas cercanas al Everest y lo ocurrido se sitúa en la categoría de una catástrofe nuclear o una amenaza DEFCON 1. En cambio, si es alguien como Pep el que intenta pegarse con un entrenador rival en un encuentro de Champions League, o llama mentiroso a un árbitro, o vacila a Cristiano Ronaldo negándole el balón en mitad de un partido, o rompe el cristal de un banquillo a codazos, la volatilidad de la polémica es acompañada de coros celestiales.




Fariseos de salón


Desde el Barcelona algunos han aprovechado el suceso para arremeter contra Mou intentando convertirle en el origen de todos los males del fútbol universal en el pasado, presente y futuro inmediato. Críticas y descalificaciones que, en estos casos, construyen y despliegan quienes carecen de autoridad moral e intelectual para ello. Los directivos del Barcelona, que ahora se rasgan las vestiduras como fariseos de salón, son los que hace unos meses llegaban a mentir públicamente, sin enrojecerse, cuando aseguraban que Sergio Busquets no había llamado "mono" a Marcelo sino que había dicho "mucho moral".




Uno de ellos, Carles Vilarrubí, vicepresidente, concluye que el entrenador luso es “una lacra para el mundo el fútbol”, que el club blanco no puede apoyarle y que Casillas está trastornado al estilo Doctor Jekyll y Mister Hyde. Las cuestiones en este caso se agolpan: ¿Apoya el Barça el puñetazo de David Villa a Mesut Özil? ¿Apoya los insultos racistas que volvieron a escucharse en el CampNou? ¿Apoya los balonazos a los aficionados del equipo contrario o los salivazos a un rival?




Vamos, que si aplicamos la inteligencia, la lucidez y la mesura, muy pocos deberían adjudicarse aquí el hábito de predicador de moral y de buenas costumbres a menos que esté dispuesto a asumir las numerosas vigas que también podemos hallar en el interior de sus ojos. Y entre ellos Guardiola, que en el campo insulta a los jugadores del Real Madrid al grito de “sois una banda” y después, en rueda de prensa ante los periodistas, resalta que “si esto no se frena, va a acabar mal”. Pues que cada uno empiece por donde le toca. Y sin hipocresía. (Marca)

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