miércoles, 10 de mayo de 2017

LA JUSTICIA DE PROGRESO EN ESPAÑA.






LA JUSTICIA DE PROGRESO DEN ESPAÑA.

El abogado de Familia  Javier Pérez-Roldán denuncia en una entrevista en La  Contra TV que la aplicación de la  ideología de género  en los  juzgados de familia  produce graves injusticias contra uno de los cónyuges (normalmente el varón) y, sobre todo, contra los  hijos. 

En ella, Pérez-Roldán  se muestra como un firme partidario de que en los procesos de separación o divorcio, la norma respecto a los hijos sea la  custodia compartida, algo que está muy lejos de suceder en la realidad de los tribunales españoles. 

El abogado de familia Javier Pérez-Roldán afirmó ante  La Contra TV   que  “con carácter general y salvo circunstancias muy excepcionales, el régimen que se debe pedir y el que debiera conceder el juzgado es el de custodia compartida”, régimen que cada vez más mujeres piden, aunque todavía muchas lo rechazan “ aunque eso suponga perjudicar a sus hijos“.

Pérez-Roldán entiende que  para el abogado de familia “ el primer cliente es el que no te paga, que son los hijos ” por lo que los abogados de familia tienen que defender por encima de todo el interés de los menores y no el de los padres que se quieren separar.
Destaca que en la práctica cotidiana de los tribunales, para los padres varones es frustrante comprobar que  “lo que ellos dicen no se escucha y lo que dice la mujer sin pruebas se da siempre por hechos ciertos”.

Igualmente, llega a afirmar que  “todos los hombres, cuando concluye el proceso de separación, acaban con  una imagen muy negativa de la Justicia“,  imagen que también comparten las mujeres  “porque muchas veces los tribunales  les dan la razón y ellas saben que no la tenían“.

Otra de las denuncias que formula Pérez-Roldán es que  los jueces rechazan pruebas  que permitirían esclarecer los hechos, como en el caso de un hombre que estuvo tres años imputado por unos supuestos insultos a su mujer por vía telefónica cuya falsedad solo pudo verificarse cuando, aprovechando una baja temporal del juez titular que denegaba la correspondiente pericial, el juez sustituto la autorizó. Inmediatamente el caso quedó cerrado al comprobarse que se trataba de una manipulación de la esposa.

Una de las razones de esta indefensión es que  “los juicios de violencia son juicios rápidos“, y en ocasiones se sacrifican las pruebas en aras de una decisión inmediata. Pero luego está la otra cara de la moneda: la lentitud de la justicia en otros casos produce daños irreversibles en caso de órdenes de alejamiento de los hijos.

El abogado de familia Javier Pérez-Roldán cita el caso de un padre que no pudo ver a sus hijos durante cinco años por una orden de alejamiento decretada por unos supuestos malos tratos. Cuando finalmente resultó absuelto (el mismo tribunal afirmó que no se debería haber llegado a juicio porque  “no había ninguna acusación concreta”), se encontró con que su hijo, de 2 años al inicio del pleito y ahora con 7, no quería verle porque durante un lustro su mujer le había intoxicado contra él.

Al aplicar la ideología de género  “se han retorcido los principios generales del Derecho”,  sostiene Pérez-Roldán:  “La legislación ya es de por sí es injusta  porque agrava la pena por el simple hecho de ser hombre el agresor y víctima la mujer, cuando las penas deberían establecerse en función de la entidad del delito cometido”.

Pero aún es “más grave” cuanto se refiere a los jueces, continuamente “reciclados” en cursos sobre violencia de género y machacados con la “alarma social”. “Su libertad queda muy disminuida” porque toda esa presión ideológica  “acaba cargando su conciencia a la hora de interpretar las pruebas”; así, en caso de archivo de una causa, reciben quejas de organizaciones feministas y presiones mediáticas que llevan a muchos a tirar la toalla y pedir el cambio de juzgado. En Madrid acaba de darse un caso.

El origen de toda esta situación es una  “ley ideológica, como todo lo que llame al género“.  Javier Pérez-Roldán hace durante la entrevista un pequeño resumen histórico del origen de la ideología de género como una traslación de la filosofía comunista del ámbito económico al ámbito de la familia, creando una segregación entre hombres y mujeres en virtud de la cual “ a un hombre hay que condenarle no por lo que haya hecho, sino por lo que hicieron sus antecesores”.

La familia es el objetivo último de esas “ideas disolventes”.  “Buscan hacer una sociedad de individuos, no de familias”,  y donde las  “verdades absolutas”  no tengan cabida.  “Este  pensamiento líquido  de constante cambio”, concluye,  “acaba convirtiendo al hombre en un despojo empujado por cualquier viento que sople, un hombre sin arraigo ni certidumbres”.

(La Gaceta/Javier Pérez Roldán/RM.)

 

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