domingo, 28 de enero de 2018

TRIPLE MONO







DOS PUNTO CERO.

O lo que es lo mismo: la conjura de los necios. Ya sabíamos que la estupidez, unida al instinto de depredación, es el mínimo común múltiplo de la naturaleza humana, pero las Redes han puesto en nuestras manos la posibilidad de escenificarlo y cuantificarlo. Apunta François Bousquet en la revista Boulevard Voltaire que hasta la aparición del 2.0 los idiotas no salían de su pueblo, pero que ahora recorren el mundo, entablan relaciones entre ellos y dan vida a la multinacional de la estupidez. Eso, añade el escritor, les produce una inmensa felicidad. 

Consuelo de tontos es, en efecto, el mal de muchos: siempre son unos estúpidos, dice, quienes cuelgan a otros estúpidos en su muro de estúpidos. Tocqueville, corriendo como una liebre delante del galgo de la historia, lo llamaba proceso de igualación democrática. Estamos ante una pandemia universal. Las Redes, que en sí mismas carecen de interés, son la platina de un microscopio de alta precisión antropológica utilísimo para observar y analizar la conducta de quienes in illo tempore bajaron de los árboles y ahora vuelven a subirse a ellos.

 El proceso de ilustración iniciado cuando el mono derivó a homo sapiens era reversible. Lo estamos viendo. Los reticulosos (yo, Garci y una tropilla de trasnochados no lo somos) han vuelto a poner en órbita, según Bousquet, "todas las formas rústicas del retraso mental". El coeficiente de inteligencia de los bípedos implumes desciende desde hace quince o veinte años en el mundo occidental. No dispongo de datos relativos a lo que sucede extramuros de él, pero serán similares. 

Entre 1999 y 2009 el QI de los franceses disminuyó casi cuatro puntos. La reticulosis, sugieren los sociólogos, no es la única causa del fenómeno, pero sí la principal. Lo es también la inmigración (Bastien O'Danieli en Éléments). 

Desiguales son las facultades cognitivas de los seres humanos por mucho que los progres sostengan lo contrario. El drogadicto del veneno secretado por internet subarrienda y externaliza su actividad cerebral transfiriéndola a la artificial. Imbecillis es, en latín, quien carece de báculo y por ello se tambalea. El hombre de nuestros días se ha convertido en un autómata que da tumbos hipnotizado por su smartphone. Es el triple mono del budismo, que no ve, no oye y, aunque farfulle, no habla, porque no piensa. Se questo e' un'uomo (Primo Levi), yo, como dice Brigitte Bardot en sus Memorias, no pertenezco a la especie humana.

(Fernando Sánchez Dragó/El Mundo.)

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