Carta abierta a unos jueces infames
Creado el 25 septiembre, 2019 por Pío Moa
Ruego a mis lectores y oyentes difundirlo del modo más amplio y reiterativo posible:
Ustedes saben perfectamente que el sujeto que aspira a profanar la
tumba de Franco es un falso doctor. Es decir, que ha estafado a la
universidad, a la opinión pública y a la democracia. Lo saben ustedes,
entre otras cosas, porque ese sujeto amenazó con acciones legales a
quienes pusiesen en duda su doctorado, amenaza que no fue capaz de
cumplir. Un estafador y profanador de tumbas, aupado además al poder por
los grupos más totalitarios y separatistas, no puede gobernar una
democracia sin causarle los mayores perjuicios.
Dicho Estafador se apoya en una llamada ley de memoria histórica, y
ustedes saben perfectamente que esa ley es a su vez una estafa a la
democracia. Porque solo en regímenes totalitarios tipo Corea del Norte
se impone desde el poder a los ciudadanos la historia que deben creer.
Ustedes saben además que esa versión de la historia es falsa. Lo
prueba el mero hecho de que precise imponerse desde el poder y de
forma totalitaria, tiránica. Es una Ley de la Estafa Histórica.
Ustedes saben bien, porque es su obligación como jueces, que dicha
ley amenaza las libertades de opinión, expresión, investigación y
cátedra. Amenaza que el citado Profanador y su gobierno intentan
desarrollar en persecución abierta a quienes defendemos la verdad de la
historia.
Asimismo saben ustedes de sobra que dicha ley pretende convertir en
mártires de la libertad a los asesinos, torturadores y chekistas que,
abandonados por sus jefes, fueron juzgados y fusilados al terminar la
guerra. Por tanto, los autores de la Ley de Estafa Histórica se
solidarizan precisamente con tales “mártires de la libertad”; y, como
estos antaño, tratan hoy de privar de libertad a los españoles.
Ustedes saben perfectamente que el pretexto invocado por el
Estafador, de que una democracia no puede admitir un monumento que
honre a un “dictador”, es tan falso como el doctorado o la ley en que se
apoya el desmán.
Ustedes saben que una institución importante de la democracia
española es la monarquía, y que la misma se debe a Franco, por lo que la
profanación de los restos de este es un ataque evidente a la monarquía.
Y a la democracia.
Ustedes saben que Franco salvó a la Iglesia y la cultura cristiana
del exterminio genocida a que la sometían aquellos “demócratas” con
quienes se identifican el Profanador y su ley. El ultraje a los restos
de Franco humilla así a la Iglesia y agrede de nuevo a la raíz cultural
de España y de Europa. Muchos pueden fingir indiferencia, ustedes como
jueces no pueden.
Ustedes saben que el paso del franquismo a la democracia se hizo
en referéndum de 1976 “de la ley a la ley” por abrumadora mayoría. Es
decir, se hizo DESDE el franquismo y CONTRA las pretensiones rupturistas
de antifranquistas similares al Estafador. Y se hizo así porque la
vasta mayoría del pueblo español tenía memoria inmediata y real del
franquismo, opuesta a la memoria-estafa que intentan implantar hoy ¡por
ley!
La memoria del franquismo era entonces la de un régimen que había
vencido a un Frente Popular salido de elecciones fraudulentas, el cual
había asesinado al jefe de la oposición y a cientos de personas más, que
se había entregado, con el oro, a Stalin, organizado las chekas y
llevado a varias regiones al borde de la secesión. Después, el
franquismo había mantenido a España al margen de las atrocidades de la
guerra mundial, había derrotado al maquis comunista, había reconstruido
el país sin depender de nadie, había vencido a un delictivo aislamiento
internacional, había presidido la época de mayor desarrollo económico
vivido por España antes o después y había creado una sociedad próspera y
políticamente moderada. Los votantes en el referéndum de 1976 querían
precisamente una democracia fundada en los logros anteriores, de ningún
modo una vuelta a un viejo pasado añorado solo por demagogos
irreconciliables y a menudo alucinados como el Profanador.
Ustedes saben muy bien que ninguna democracia funciona en
sociedades de miseria, grandes diferencias sociales y plagadas de odios
políticos, como fue la república. Y saben que el franquismo creó las
condiciones para una democracia estable y no caótica, y que por eso el
pueblo decidió esa evolución. Y también por eso el Profanador y sus
huestes, y los separatistas que añoran un pasado nefasto, se retratan en
toda su sordidez moral al intentar vengarse ultrajando los restos de
un gran estadista.
En cambio, ¿qué debe la democracia a gentes como el Estafador y su
partido? Les recordaré algunos de sus “méritos”, que no deben olvidarse.
Empezaron con la gravísima ilegalidad de la expropiación de Rumasa,
madre de mil corrupciones, y con la declaración de la muerte de
Montesquieu, es decir, de la independencia judicial. Esto debieran
tenerlo ustedes muy en cuenta, por lo que les atañe y nos atañe a todos.
La corrupción se extendió como una mancha hasta institucionalizarse en
alguna región.
Ese partido ofreció a la ETA la “salida política”
reconociendo así sus crímenes como actos políticos, contra la
Constitución y el estado de derecho. Tal medida no impidió al mencionado
partido practicar el terrorismo de estado en un bandazo que no excluía
el anterior. Su primera experiencia de gobierno se saldó con tres
millones de parados y una grave crisis económica. Y su segunda
experiencia fue peor: llegó a los cinco millones de parados, rescató a
la ETA de la ruina a que la había llevado el gobierno anterior, primer
gobierno que desde la transición había aplicado el estado de derecho a
los etarras, promovió los separatismos como nunca antes,
reconociéndoles una soberanía práctica, promovió el islam y una
inmigración salvaje, entregó ilegalmente soberanía a la burocracia de
Bruselas… Por no seguir: estas son las contibuciones del partido del
Estafador a la democracia, contribuciones continuadas por el partido
teóricamente opositor. Julián Besteiro, un socialista demócrata –rara avis–
reconoció que el poder de los suyos se había asentado en “un Hilamaya
de falsedades”. Ese himalaya opresivo y venenoso ha vuelto a cubrir en
gran parte el clima social de España.
Ustedes deben saber, por oficio, que no hay libertad ni democracia
sin estado de derecho; y ustedes deberían ser los garantes de ese
estado contra los abusos, las demagocias y las estafas de personajes
como el Doctor y su partido. Ustedes debían elegir entre defender el
derecho o defender a los estafadores. Ustedes han optado por defender a
estos últimos, en nombre, para más injuria, del “interés general”. El
interés general de los profanadores y separatistas. Para perpetrar el
gran desmán, todos juntos han debido vulnerar la decisión popular de
1976 y las normas más básicas de la convivencia libre y civilizada. De
hecho han culminado ustedes la demolición del estado y la legalidad
construidos en la transición, rematando de paso a Montesquieu. Han
echado ustedes sobre sus hombros una tremenda responsabilidad que no es
solo política, sino histórica. Y la historia demuestra que estas
infamias no suelen salir gratis a sus autores ni, por mayor desgracia,
a las sociedades víctimas de ellas.
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