¿CÓMO LO HAN HECHO OTROS?
España no es la única nación que ha experimentado, en los últimos años, choques negativos de muchísima categoría. Ahora mismo contemplamos cómo la crisis actúa sobre el Reino Unido. En el año 2011, el crecimiento de su PIB fue sólo de un 0’5%. O bien en Holanda, donde descendió un 0’4%. Sin embargo otros, como sucede con Suecia y Finlandia han logrado, después de encontrarse en situaciones parecidas, actuar de manera tal que ellos no sólo han dejado atrás la crisis, sino que se convierten en algo así como profesores de lo que se debe hacer. ¿Es, pues, preciso, aprender de ellos?
Tengamos en cuenta que lo han conseguido gracias a una acción decidida en seis ámbitos simultáneos y muy concretos, que sirven precisamente de ejemplo para lo que, actualmente, debemos hacer los españoles. Veamos la relación.
El primero de estos ámbitos fue poner orden en el sector financiero, reorganizando el mercado crediticio para que no presentase situaciones de oscuridad, dejando de proceder de cualquier bolsillo ajeno, e incluso convirtiéndose en prestamistas a países en dificultades. Piénsese esto, en España, concretamente con lo sucedido hasta ahora con las Cajas de Ahorros.
El segundo, abordar sin miedo reformas estructurales esenciales. En España sería el caso de una modificación radical del funcionamiento del mercado de trabajo, prosiguiendo lo ya iniciado por Fátima Báñez.
El tercero fue reducir a medio plazo las cifras del déficit del sector público, precisamente la música que ha comenzado a oírse en el que se podría denominar Presupuesto Montoro para 2012.
El cuarto es el fomento de las exportaciones. Es una cuestión básica que por cierto está unida a la importancia de la educación rigurosa que existe en esos países. Para España es básico salir de un déficit que está situado entre los más altos mundiales, en cifras absolutas y en porcentaje del PIB, del mundo.
El quinto consiste en crear las bases que eliminen todo tipo de trabas para que se incremente la inversión privada en actividades económicas de cualquier índole. En el caso de España aconseja esto un cuidado especial para impedir las dispares disposiciones de las autonomías de tipo intervencionista.
Finalmente, el sexto es la observación de que la tarea había concluido, al contemplar una estabilización del mercado inmobiliario, con incluso una especie de revitalización de la actividad del sector de la construcción, tanto en el ámbito público como en el privado.
Estos seis retos los tenemos los españoles delante. Intentar soslayarlos sería, sencillamente, una temeridad. Pero, desde luego, acometer su superación supone desarrollar una política económica con molestias evidentes para una serie muy amplia de ciudadanos y de entidades. Es preciso que la política económica no se arredre ante las voces de estos grupos, que no tienen, por supuesto, el menor apoyo científico, porque no hay salida por otro lado. Y por supuesto es obligado que los dirigentes de la política económica, como hicieron los suecos y los fineses, persistan en sus acciones, sin dar un paso atrás. Si así hicieran, los laureles, con seguridad, vendrán después. (Juan Velarde/ld)
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