¿Se les puede llamar sinvergüenzas? ¿Qué calificativo sería el adecuado?
2 comentarios:
Arcoiris
dijo...
Alguna vez, y desde hace ya bastante tiempo, planteo a quien quiere oírme, si viene a cuento por la deriva de la conversación, planteo, digo, dos preguntas aterradoras: ¿De dónde es tu reloj, tu coche, tu móvil, tu PC, tu TV, …? y ¿Crees que fuera de este país hay alguien que haya comprado algo hecho en España? Las respuestas a esas preguntas me llevaban a maravillarme porque España se considerara entre las ocho economías más poderosas del mundo. Creía en los milagros. A la fuerza. Por eso no me sorprende el abrupto aterrizaje a la miseria real que estamos viviendo. Muchos, supongo, nos plantearíamos que el chiste de los precios “gastronómicos” de nuestras viviendas y las hipotecas dinásticas, más que vitalicias y familiares, tenía muy poca gracia y menos futuro. Y a cualquier criatura con cuatro dedos de frente se le ocurriría que en un montón de países de esta cuenca mediterránea se podría uno solear y bañar rodeado de exotismo a mejores precios y, quizás, en ambientes más limpios. De manera que montar una economía sobre la base de dos grandes actividades, la construcción y el turismo, podía ser un proyecto muy azaroso y de final fácilmente predecible. Vivir de dos grandes industrias, aparte la de la usura en sus diferentes aspectos, tiene unos riesgos que ahora padecemos casi todos y a conciencia. Bastaba con ser un poco avisado para sospecharlo. Así, por ejemplo, recuerdo que en TV3 se proyectó a mediados de los ochenta un estremecedor documental alemán que reflejaba una opinión muy pesimista sobre nosotros. En las secuencias finales se veía a un españolito, ocioso, paseando por la arena de alguna de nuestras playas, esperando la llegada del próximo verano… Y bien. Si no era tan difícil el análisis de nuestra miserable realidad económica, ¿qué han hecho nuestros gobiernos y sus bien remunerados asesores y consejeros para construirnos un futuro más consistente y seguro? ¿O acaso se limitaron todos ellos a vivir al día, prosperar particularmente y favorecer el medro de sus allegados y de sus partidos, que los que vengan detrás ya arrearán? ¿Y a esos les pagamos pensiones vitalicias fabulosas, les investimos con toisones y otros perifollos y les integramos en consejerías del Estado con sus sueldos correspondientes? ¿No estaría más puesto en razón que quienes nos han arruinado y conducido al desempleo de nuestros hijos hubieran de ser enjuiciados, cuando menos por incompetentes si no por enemigos del pueblo y reos de lesa patria? ¿Qué hace supervisando nubes un inútil peligroso que aún no hace mucho tiempo pontificaba en favor del margen que tenía España para endeudarse sin más riesgos? ¡A la cárcel con ellos!
2 comentarios:
Alguna vez, y desde hace ya bastante tiempo, planteo a quien quiere oírme, si viene a cuento por la deriva de la conversación, planteo, digo, dos preguntas aterradoras: ¿De dónde es tu reloj, tu coche, tu móvil, tu PC, tu TV, …? y ¿Crees que fuera de este país hay alguien que haya comprado algo hecho en España? Las respuestas a esas preguntas me llevaban a maravillarme porque España se considerara entre las ocho economías más poderosas del mundo. Creía en los milagros. A la fuerza. Por eso no me sorprende el abrupto aterrizaje a la miseria real que estamos viviendo. Muchos, supongo, nos plantearíamos que el chiste de los precios “gastronómicos” de nuestras viviendas y las hipotecas dinásticas, más que vitalicias y familiares, tenía muy poca gracia y menos futuro. Y a cualquier criatura con cuatro dedos de frente se le ocurriría que en un montón de países de esta cuenca mediterránea se podría uno solear y bañar rodeado de exotismo a mejores precios y, quizás, en ambientes más limpios. De manera que montar una economía sobre la base de dos grandes actividades, la construcción y el turismo, podía ser un proyecto muy azaroso y de final fácilmente predecible. Vivir de dos grandes industrias, aparte la de la usura en sus diferentes aspectos, tiene unos riesgos que ahora padecemos casi todos y a conciencia. Bastaba con ser un poco avisado para sospecharlo. Así, por ejemplo, recuerdo que en TV3 se proyectó a mediados de los ochenta un estremecedor documental alemán que reflejaba una opinión muy pesimista sobre nosotros. En las secuencias finales se veía a un españolito, ocioso, paseando por la arena de alguna de nuestras playas, esperando la llegada del próximo verano…
Y bien. Si no era tan difícil el análisis de nuestra miserable realidad económica, ¿qué han hecho nuestros gobiernos y sus bien remunerados asesores y consejeros para construirnos un futuro más consistente y seguro? ¿O acaso se limitaron todos ellos a vivir al día, prosperar particularmente y favorecer el medro de sus allegados y de sus partidos, que los que vengan detrás ya arrearán? ¿Y a esos les pagamos pensiones vitalicias fabulosas, les investimos con toisones y otros perifollos y les integramos en consejerías del Estado con sus sueldos correspondientes? ¿No estaría más puesto en razón que quienes nos han arruinado y conducido al desempleo de nuestros hijos hubieran de ser enjuiciados, cuando menos por incompetentes si no por enemigos del pueblo y reos de lesa patria? ¿Qué hace supervisando nubes un inútil peligroso que aún no hace mucho tiempo pontificaba en favor del margen que tenía España para endeudarse sin más riesgos?
¡A la cárcel con ellos!
No puedo decir más, porque Arcoiris ya lo ha dicho todo.
Solo puedo insistir: ¡a la cárcel con ellos!
Publicar un comentario