jueves, 7 de junio de 2012

GENTUZA





 






Palabras de Antonio Miguel Carmona

El PSOE compara a Aguirre con Mussolini por querer reducir diputados.


El PSOE considera la propuesta de Aguirre una cortina de humo y compara a Aguirre con Mussolini, que hizo una propuesta similar. (ld).

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GENTUZA SOCIALISTA.

Ni siquiera tiene la excusa de ser un analfabeto. Antonio Miguel Carmona es catedrático de Economía. O sea, todo es mala leche y sectarismo.

Es como si alguien comparara a  Esperanza Aguirre (u otro político de la derecha extrema e insolidaria) con Stalin, porque ambos disfrutaban comiendo alcachofas. Hay que ser mal tipo.

La coincidencia entre Mussolini (un fascista) y Esperanza Aguirre (una demócrata) en querer reducir el número de diputados, es aprovechada para equiparar a ambos personajes. Es repulsivo y mezquino. Lo importante es la intención que tenían ambos. ¿Acaso quiere Carmona equiparar la intención de un fascista (Mussolini) con la de una demócrata (Esperanza Aguirre)? Claro que sí. Como corresponde a un socialista de pro. En este caso al catedrático Antonio Miguel Carmona.

La idea subliminal (¡qué listos son los socialistos!) es que la gente (los que son como ellos) meta en el mismo saco a los fascistas y a los populares.

Esto es lo que se puede esperar de los socialistas. Juego limpio.

Sebastián Urbina.

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 (Comparen con Carmona)


BIEN POR ESPERANZA AGUIRRE, CON REGOCIJO


Luis María ANSON
Esperanza Aguirre ha dado una lección impagable a la clase política española, esa mediocridad inextinguible que se ha convertido en el tercero de los diez grandes problemas que atosigan a los españoles. Ha propuesto reducir a la mitad el número de parlamentarios madrileños. Si su proyecto prosperara, pagaríamos 64 enchufes menos.

Esperanza Aguirre ha señalado el camino a Mariano Rajoy. Se puede y se debe adelgazar la clase política. Sobran la mitad de los parlamentarios autonómicos, la mitad de los concejales en los municipios, la mitad de los cargos en la administración, la mitad de los asesores, asistentes, escoltas, choferes y secretarias, la mitad de los edificios, la mitad de todo. La clase política ha engordado de tal forma en los treinta últimos años hemos pasado, a pesar de las nuevas tecnologías, de 700.000 funcionarios a 3.200.000, la mayor parte de ellos nombrados a dedo por los políticos entres sus parientes, amiguetes y paniaguados. Es el escándalo que no cesa. Exprimido todo el zumo del limón, exhausta la teta del Estado, los políticos y los sindicalistas para seguir chupando del bote se han inventado además 4.000 empresas públicas, casi todas deficitarias, casi todas una camelancia, solo útiles para colocar en ellas a las nuevas hornadas de parientes y enchufados.

Bien por Esperanza Aguirre. Que cunda el ejemplo. Que en el Palacio de la Moncloa reflexione Mariano Rajoy y aprenda en qué consiste no ya la austeridad sino el sentido común. Solo con medidas como las de Esperanza Aguirre se apaciguará la indignación con que la ciudadanía distingue a la clase política. (El Imparcial)

 

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